“[En el Congreso] tienes el dominio de la agenda y de la agencia de empleos. Ningún partido se quiere perder eso”. (Ilustración: Giovanni Tazza/El Comercio)
“[En el Congreso] tienes el dominio de la agenda y de la agencia de empleos. Ningún partido se quiere perder eso”. (Ilustración: Giovanni Tazza/El Comercio)
Fernando Vivas

Cuando Kenji y los ‘avengers’ estaban en su apogeo Marvel, las bancadas no fujimoristas hicieron cuentas y se dijeron a sí mismas: “Ah, caray, el Congreso puede ser nuestro”.

Si al impulso anti-Keiko de Kenji se sumaban las dos izquierdas, los ppkausas, algunos apristas, apepistas y acciopopulistas y agitaban la candidatura de ‘Vitocho’ García Belaunde o Javier Velásquez Quesquén, por poner solo dos ejemplos, la mesa podría estar cambiando de color en Fiestas Patrias. Pero eso es historia contrafáctica. No sucedió así. Como bien saben, Kenji, Guillermo Bocángel y Bienvenido Ramírez fueron suspendidos y reemplazados por accesitarios naranjas. Ahora, con 62 votos en bankada,o 63 si se cuenta a Yeni Vilcatoma, (FP) está tan cerca de la mayoría simple (66), que disuade movidas ajenas.

¿Cabría esperar que la propia FP, para lavar su imagen magullada en los últimos tiempos, ceda la presidencia de la mesa? Definitivamente, no. Buscará una lista multipartidaria, pero no cederá. No ha habido ninguna señal o declaración de alguien de FP en sentido concesivo. Todos los políticos y analistas con los que he conversado coinciden en que el dominio del Congreso, a través de la mesa, permite colocar algunos cientos de personas y manejar plazos y ventanas para realizar (o postergar) los debates cruciales de la nación. O sea, tienes el dominio de agenda y de agencia de empleos para cuadros políticos. Ningún partido querría perderse eso.

Además, conversé con fuentes de la bankada y no los encontré pensando para nada en sus rivales. Lo que les sorbe el seso es quién de ellos sucederá a Luis Galarreta (queda descartada cualquier reelección, pues en FP se ha establecido la alternancia de cargos congresales).

Sería irresponsable pronosticar quién será el ganador, pues ello se va a decidir en la última reunión de la bankada previa a Fiestas Patrias. Lo que sí puedo contarles es que, por ahora, están perfilados dos nítidos candidatos, uno de ellos actual portavoz y el otro, ex presidente de la Comisión de Constitución, los dos cargos que más pesan en el escalafón congresal naranja.

—Daniel o Miki—
Son dos y no tres, porque Úrsula Letona, actual presidenta de Constitución y mencionada por algunos en las apuestas naranjas, ha dicho a su entorno que declina de cualquier invitación a postular. Una fuente muy cercana a ella me cuenta que la insistencia de Rosa Bartra, presidenta de la Comisión Lava Jato, en citar e investigar a Carlos Guzmán Zegarra, esposo de Letona, por haber elaborado uno de los informes legales que señalaron la incompatibilidad del postor favorito para el proyecto del gasoducto sur peruano, lo que resultó en el triunfo de un consorcio capitaneado por Odebrecht, fue una dura prueba para la familia de la congresista. Su relación con el partido se agrió, dejó el comité ejecutivo nacional (CEN) y la militancia, y decidió tener una participación más discreta en la bankada. Sin embargo, la misma fuente me contó que Keiko le ha pedido que prepare un proyecto para regular la publicidad estatal, adelantándose así a la posible opinión adversa del TC a la ley Mulder, y atenuando el estigma autoritario que el asunto ha dejado en FP. También me han contado que Lourdes Alcorta tiene un cometido similar.

Quienes hubieran apoyado a Letona se presume que apoyarán a Miki Torres, que ya había manifestado públicamente su afán en el 2017, pero tuvo que declinar ante el mayor impulso que tenían las candidaturas de Galarreta y Cecilia Chacón. ¿Por qué Chacón declinó esa vez? Porque el fujimorismo quería un ganador por aclamación (o sea, un solo candidato) y Keiko pidió a Chacón dar un paso al costado. Prefirió a Galarreta, quien se había batido como vocero de los entonces 73. Cecilia se hizo a un lado con discreción y obediencia. La llamé y aunque no me contó nada de su conversación con Keiko en el 2017, sí me confirmó que estuvo en el bolo esa vez y también en el 2016. Sobre la próxima elección, me dijo: “No estoy en el tema”. E hizo un aclare de política y género: “No vengan que porque estoy enamorada no me interesa ni tengo tiempo para la política. Soy mujer política y Jacques [Rodrich, su flamante esposo] es político también. Hay espacio para todo. Simplemente, no estoy pensando en eso [la mesa] y hay compañeros que se han formado en estos dos años”.

Miki, en Constitución, es un candidato natural que cuenta con la simpatía de varios congresistas provincianos que pueden haberse resentido con Daniel Salaverry, cuando este no secundó sus proyectos. Gajes del oficio de portavoz. Sin embargo, es probable que Salaverry sea el candidato de Keiko, pues su lealtad lo llevó a tragarse el sapo de denunciar al saliente fiscal de la Nación, Pablo Sánchez, y a cargar con el estrés de la operación ‘mamanivideos’. Todo esto podría llevar a que Keiko pida a Torres que decline y dependerá del carácter y disciplina de este, que obedezca o fuerce una votación interna, confiando en la corriente de simpatía que despierta entre congresistas provincianos.

Salaverry, por lo tanto, es el candidato de mayores probabilidades para suceder a Galarreta. Le pregunté, unas semanas atrás, si quería ser el nuevo presidente del Congreso. Sonrió y me respondió: “Sin comentarios”. Como cuadro disciplinado de FP, esperará que Keiko Fujimori lo respalde y sea el candidato único aclamado por los 62 de la bankada. Sin embargo, eso recién se verá días antes del 26 de julio, la fecha en la que el Congreso debe decidir quién es el presidente que recibirá el 28 al otro presidente, Vizcarra, para dar su discurso a la nación. Pero antes, si hay duelo silencioso, trascenderán sombras judicializadas: que la relación de Torres con Limasa, la empresa de Kenji; que reclamos de obras que el ex constructor Salaverry no entregó a tiempo en Trujillo. Asuntos sobre los que ambos han hecho reiterados descargos, pero que suelen reaparecer en tiempos de definiciones.