Un país con memoria (selectiva), por Diana Seminario
Un país con memoria (selectiva), por Diana Seminario
Diana Seminario

Una marcha del Movimiento por Amnistía y Derechos Fundamentales () el pasado 1 de mayo nos puso los pelos de punta. Inmensos carteles con la foto del asesino Abimael Guzmán y otros miembros de la cúpula de Sendero Luminoso desfilando por el Centro de Lima no solo fueron una ofensa a quienes hemos sufrido los crímenes del terrorismo, sino una burla a nuestras instituciones democráticas; era como si Guzmán sacara la lengua a millones de peruanos.

Las reacciones a este acto senderista han sido lamentables, por decir lo menos. Hemos visto cómo el ministro del Interior y el director de la Policía Nacional han entrado en contradicciones sobre si el acto del 1 de mayo fue o no apología del terrorismo, hemos leído análisis sobre la diferencia entre la libertad de expresión y la apología y nos hemos concentrado en ‘legalismos’ que no resolverán por el momento el problema.

No tenemos que esperar la definición más veraz de apología o una nueva norma en el Congreso para rechazar y condenar esta marcha. Basta con apelar al sentido común. ¿Cómo podemos permitir que se ensalce la figura de quienes asesinaron a miles de peruanos?, ¿cómo podemos afirmar que no son una amenaza?, ¿estamos esperando el primer estallido para decir: “pondremos todos los medios a nuestro alcance para combatir este flagelo”?

Aquellos que prefieren llamar ‘conflicto armado interno’ al terrorismo puro y duro que sufrimos, también se empeñan en decir que necesitamos “un país con memoria”, pero parece que la memoria para algunos es selectiva, y prefieren mirar para otro lado cuando ocurren marchas como estas. Su silencio ofende.

Son los mismos que cuando el presidente Kuczynski propone “voltear la página” hacen sonar todas las alarmas evocando a la memoria, pero sufren una amnesia repentina cuando los seguidores de Guzmán marchan por las calles de Lima con resguardo policial incluido.

Yo no me olvido de Tarata, de Lucanamarca, de los cientos de policías anónimos asesinados mientras cumplían su deber, de los taxistas acribillados porque salieron a trabajar durante un ‘paro armado’, de los carros-bomba, de las torres derribadas. Justificar o relativizar la marcha del lunes pasado es no tener memoria. Es lamentable también que el ministro del Interior, Carlos Basombrío, en entrevista publicada ayer en este Diario, califique al Movadef como un “movimiento proterrorista de pacotilla”. Le recordamos a Basombrío que en el 2014 una inspección en la celda de Guzmán Reynoso permitió recoger documentos que comprueban que fue el mismo ‘Gonzalo’ el fundador de este movimiento y que lo dirige desde la Base Naval.

Ese mismo 2014 autoridades de la Dircote no dudaron en señalar que Movadef no es el ‘brazo político’ de  Sendero, sino que “es el mismo Sendero rojo y sangriento”.

Llamar “proterroristas” y no calificarlos como lo que verdaderamente son, nos recuerda cómo cuando las acciones de Sendero eran aún incipientes el presidente Belaunde los llamó “abigeos”. No esperemos ver perros colgados de postes para actuar. Exigir firmeza y memoria es también democracia.

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