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Sony Walkman
Pedro Suárez Vértiz

Recuerdo con mucha añoranza la época de los discos de vinilo y los casetes. Uno disfrutaba de un álbum de canciones concentradamente, sin la distracción de ser tentado por otros álbumes. Sacar el vinilo de tu estante de elepés, retirarlo de su funda, colocarlo en el tocadiscos y regresar a tu sofá para escucharlo de cabo a rabo era bastante tedioso como para hacerlo más de cinco veces en un día.

Escuchar un álbum era como ver una película. Todo lo contrario al zapping musical infinito que hacemos hoy con el millón de canciones guardadas en el celular, y que impiden apreciar un álbum entero. También extraño esos tiempos porque, a pesar del scratch de los vinilos y del hizz de los casetes –ruidos de fricción de estos soportes analógicos–, la presencia de lo que salía de los parlantes era casi tridimensional en comparación al nítido pero flaco sonido del formato digital.

Por eso hubo un aparato que me volvió loco. El 1 de julio de 1979, cuando yo tenía 10 años, Sony lanzó al mercado lo que revolucionaría por completo la manera de escuchar música: el walkman. Este aparato consistía en un pequeño y portátil reproductor de casetes, con audífonos y potente sonido. El walkman de Sony se coronó como el dispositivo portátil para reproducir música por excelencia y muchos siguieron sus pasos. El discman, el MP3 y posteriormente el iPod.

A lo largo de los años, la manera de llevar música en el bolsillo ha evolucionado mucho. Los casetes ya no se ven en las tiendas; incluso, Sony descontinuó el Walkman en el 2010. Pero 40 años después de su lanzamiento al mercado, insólitamente regresa una vez más. La empresa Ninm Lab es la responsable de darle vida nuevamente a esta modalidad con su próximo lanzamiento, llamado IT’S OK. Este será un Walkman con tecnología Bluetooth, el cual está proyectado a estrenarse en diciembre del presente año.

Con este nuevo pero inexplicable dispositivo llegará la hora de desempolvar aquellos casetes antiguos que no llegaste a botar pero que tampoco escuchas hace décadas. IT’S OK viene con Bluetooth 5.0, el cual viene a ser la última tecnología disponible de este sistema. Entre sus novedosas características se menciona mayor distancia y ancho de banda y el doble de velocidad y retrocompatibilidad. El precio rodea los 75 dólares.

La campaña de la misma empresa posiciona al nuevo producto como un escape para los problemas del día a día. En el spot publicitario vemos a una chica a quien se le cae el helado al piso o que se siente abrumada por un desamor, entonces saca su IT’S OK, se pone sus audífonos Bluetooth (para reforzar las características del producto) y le da play. El nombre ‘IT’S OK’ se traduce como ‘Está bien’.

El boom tecnológico ha impulsado la globalización e innovación hacia adelante y, a la misma vez, en un sentido conductual, hacia atrás. BuzzAngle, una empresa dedicada a reportes del consumo de la música y su industria, señaló que la venta de discos de vinilo en el 2017 aumentó en un 20,1% y que en los últimos años ha seguido así. Entonces IT’S OK responde a esta creciente fenómeno. La tecnología no solo sirve para reemplazar, sino también, como en este caso, para construir puentes al pasado y poder disfrutar una vez más de lo abandonado.

Por eso, en caso no cuentes con audífonos Bluetooth, el IT’S OK viene con una clásica entrada de auricular de 3,5 mm. La disponibilidad de colores se limita a rosado, blanco y azul, pero parcialmente transparente para observar la cinta girando en el interior. El artilugio también viene con un casete en blanco para poder grabar, así como sus respectivos botones para adelantar o rebobinar la cinta, todo al igual que en la década de los 80.

Lo incomprensible y absurdo de este pequeño armatoste es que, aparte de no tener la función ‘autorreversible’, no tener selector de cinta, no ser táctil, tener un antiestético y enorme clip de plástico para enganchar en el cinturón y de no existir casetes a la venta; encima de todo eso ¡ni siquiera es estéreo! No sé cómo puede existir tan millonario marketing alrededor de un producto tan inservible. Quizás es para satisfacer el esnobismo de los hipsters o el gato por liebre perfecto para los cada vez mas adictos al shopping por Internet. //

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