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chira
Vanessa Cruzado Alvarez

Dicen que los animales que han encontrado una familia son afortunados, pero en realidad los dichosos somos nosotros. Hemos ganado un compañero que siempre nos recibe con los brazos -patas- abiertos. Un compañero que brinda apoyo incondicional. Un compañero cuyo amor es puro, desinteresado. Un compañero que deja huella en el corazón. Solo aquel que ha tenido una mascota sabe que el vínculo es inmediato e inquebrantable. Fernando Ruelas lo entiende mejor que nadie.

Chira, una adorable shar pei, llegó a su vida por casualidad. Nació en Arequipa a mediados del 2012 y, en ese entonces, estaba bajo los cuidados de Franklin, su hermano menor. “Constantemente viajaba para allá con mi novia Naisa para visitar a la familia. Ahí conocimos a Chira y nos encariñamos con ella”, cuenta Ruelas, al otro lado del teléfono. Como mencionamos al inicio: el vínculo es inmediato. La pareja se convirtió en padrinos de la perrita y la visitaban constantemente.

En el 2014, Chira tuvo un problema en la vista: tenía dos tumores y corría el riesgo de quedar ciega. “Lo primero que hice fue traerla a Lima y tratarla. Le dije a mi hermano que iba a darle todos los cuidados”, cuenta Fernando. Y así fue. Eso, admite, los unió más. “Se recuperó y viajamos desde Lima para llevar a Chira a casa. Llegamos [a Arequipa], saludamos a toda la familia y ya cuando estamos por regresar, se sube a nuestro carro. Fue un momento muy emotivo". Ella ya había encontrado su hogar.

(Foto: Fernando Ruelas)
(Foto: Fernando Ruelas)

Ya en Lima, Fernando, Naisa, Chira y Najar (un gatito que se sumó a la familia y que la shar pei adoptó como si fuera su cría) vivían en un departamento por San Isidro. Decidieron mudarse al apartamento en el piso 16 -que compraron a finales del 2012- en Magdalena. Los problemas, por desgracia, empezaron. La junta de propietarios del edificio decidió en julio del 2015 que estaba prohibida la tenencia de animales. Como Ruelas había adquirido el inmueble antes de la normativa interna, hicieron una excepción. "La sorpresa vino cuando empezaron a colocar multas cada vez que Chira usaba el ascensor. Incluso insinuaron que debíamos deshacernos de ella", rememora con fastidio. Y no es para menos.

-UNA LARGA LUCHA-
​Cuando Fernando y Naisa adoptaron a Chira, el veterinario alertó de una lesión lumbar: una compresión entre las vertebras L1, L2 y L3; displasia coxofemoral bilateral moderada y déficit neurológico de ambos miembros posteriores por posible patología medular, para ser más exactos. Chira necesitaba usar el ascensor. La evaluación médica, con certificado incluido, fue presentada ante la junta vecinal en una reunión del 22 de marzo de 2016. El objetivo era apelar la multa de S/30 que debían por cada uso del elevador. El pedido fue rechazado.

La junta de propietarios del edificio impuso una multa S/30 a las personas que usaran el ascensor en compañía de sus mascotas.
La junta de propietarios del edificio impuso una multa S/30 a las personas que usaran el ascensor en compañía de sus mascotas.

La queja, cómo no, fue compartida en redes sociales. Pronto, el caso se hizo viral. Respaldado por el apoyo virtual, Ruelas buscó a su excompañero de colegio, el juez Christian Cayetano para que lo guíe en el caso. "Estábamos dispuestos a llegar hasta el final porque sabíamos que teníamos razón", comenta. En el camino, conoció a la abogada animalista Sonia Córdova, con quien buscó casos similares en la región para tener un referente y trabajar en la defensa. El más parecido pasó en Colombia. "Cogimos esa sentencia y la adjuntamos en el fundamento. También usamos el reglamento de protección y libertad animal de Uruguay. Creo que es el mejor de Sudamérica", agrega. Con documentos en mano, la entonces presidenta de la Comisión de Estudio de los Derechos de los Animales, del Colegio de Abogados de Lima presentó la demanda el 4 de mayo del 2016.

El Primer Juzgado Especializado de Lima, sin embargo, declaró improcedente la demanda ya que el plazo para su presentación había vencido. Apelaron, pero la Cuarta Sala Civil de Lima ratificó la sentencia. "Obviamente eso nos desanimaba. Era como toparse con una pared", comenta. Esta vez, y de la mano del abogado constitucionalista Johan León, acudieron al Tribunal Constitucional.  "Presentamos nuevamente la sentencia de Colombia, adjuntamos las ideas de Uruguay, mencionamos los casos de Chile y Argentina".

-NUEVOS AIRES-
En diciembre del 2018 fueron a la audiencia y hace unos días salió la sentencia: el TC falló a favor de Chira y ordenó a la junta de propietarios del  edificio a dejar sin efecto cualquier sanción interpuesta al demandante. "Este resultado es favorable para todas las familias del Perú que aman a los animales", reflexiona.

​Ruelas espera que, con el fallo, las familias -sobre todo las que viven en departamentos- se animen a adoptar animales y puedan experimentar ese vínculo especial. Actualmente, Chira y Najar están en Madrid junto a Naisa. Fernando está a la espera de una respuesta en el ámbito laboral para definir su futuro: que su novia regrese a Perú o él viaja a España.  Cual fuera el destino, hay algo que no va a cambiar: Chira ha dejado un precedente en la historia judicial del país.

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