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labios de vampiros, halloween

Es curioso cómo muchas veces pasa inadvertido el origen de elementos que utilizamos sin descanso en la vida diaria. Como un lápiz labial, por ejemplo. Está en nuestras carteras, en el tocador, en el carro. Está siempre. Pero ¿de qué materia prima está hecho un colorete?, ¿cómo se arma, se empaca, se distribuye? Esta revista fue a la planta que la empresa de origen peruano Belcorp tiene en Colombia para descubrir el proceso y aquí se lo contamos.

Algo de antecedentes, primero. La fábrica de producción se ubica en Tocancipá, en las afueras de Bogotá. Inaugurada en el año 2000, esta abastece el 75% de los mercados en los 14 países donde la compañía se encuentra con sus marcas Ésika, Cyzone y L’Bel. El espacio de 50 mil m2, sostiene Marcos Resca, vicepresidente de operaciones, es la casa más grande de la organización. En este trabajan 4.600 personas, siendo mujeres el 65% de ellas. Allí producen maquillaje y artículos de tratamiento facial y corporal. Recientemente, además, inauguraron un centro de producción de fragancias en el que se invirtió dos millones de dólares.

Lo interesante de la visita tiene que ver, ya en el tema, con ser testigo de la elaboración El caso de los labiales es peculiar. En principio, la materia prima llega en camiones hasta Tocancipá. Uno de los elementos que Belcorp utiliza es la manteca de karité. Este fruto crece principalmente en los países africanos y se extrae de la nuez ya seca del árbol del mismo nombre. Este es considerado sagrado, por lo que se usan las frutas que solas han caído al suelo. Mujeres locales las recogen luego. Otro insumo proviene del extracto de un llamado ‘árbol de la vida’, originario también de África.
Con el material ya analizado, clasificado y procesado, las minas pasan a colocarse en los soportes de plástico a través de dos formas: artesanal y automatizada. Esto quiere decir que tanto el personal como las máquinas son quienes concretan la tarea. Se les ponen las tapas y, en ellas, stickers con la información respecto del color y la línea. A continuación, son trabajadoras quienes uno a uno colocan los labiales en sus respectivos empaques de cartón. Otros artefactos, a su vez, los sellan con envolturas de plástico y todos terminan por ser distribuidos en cajas que después serán enviadas a vendedoras de toda América Latina que previamente han hecho sus pedidos.

Y ya está. La próxima vez que pida algún producto de belleza por catálogo, piense que esta será la ruta que recorrerá para llegar a su cartera, al tocador o al carro. Y para que en alguno de esos lugares haya uno siempre. //

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