(Ilustración: El Comercio)
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Elmer Huerta

La noticia remeció el mundo de las leyes el fin de semana pasado. El fiscal general del Estado español, José Manuel Maza, quien participaba en la Asociación Iberoamericana de Ministerios Públicos, murió sorpresivamente en la ciudad de Buenos Aires.

El fiscal Maza fue quien presentó querellas en la Audiencia Nacional de España contra el ex presidente regional catalán Carles Puigdemont y sus 13 ex consejeros autonómicos por los presuntos delitos de rebelión, sedición y malversación. Presentó otra querella por esos mismos delitos al Tribunal Supremo de España contra la presidenta del Parlamento regional de esa autonomía, Carme Forcadell, y cinco miembros de la mesa que tramitaron la ilegal declaración unilateral de independencia de Cataluña el pasado 27 de octubre. Según las notas periodísticas, el fiscal Maza –quien era diabético– había sido internado un día antes en un hospital bonaerense por una aparente infección urinaria. ¿Cómo puede morir tan rápido una persona por este tipo de infección? Es muy posible que la causa de un fallecimiento así de veloz haya sido una sepsis, enfermedad que revisaremos en este artículo.

El fiscal general del Estado, José Manuel Maza. (Foto: EFE)
El fiscal general del Estado, José Manuel Maza. (Foto: EFE)

La sepsis, llamada también septicemia (de “sepsis”, que significa podredumbre, y “hemos”, que se traduce en sangre), es una emergencia médica, pues se trata de la forma más grave de infección que puede sufrir un ser humano. Se calcula que ocurre en más de un millón de personas cada año solo en EE.UU. y que causa la muerte del 15% a 30% de ellas.

Lo llamativo es que los casos aumentan cada año debido a que existe mayor estado de alerta en los servicios médicos, a que la gente con enfermedades crónicas –como cáncer o diabetes– está llegando a edad avanzada de forma más frecuente, a que hay más personas que han tenido trasplantes de órganos y –algo muy preocupante– a que aumentan los casos de infecciones causadas por bacterias resistentes a los antibióticos.

–Fallas múltiples–

La sepsis puede ser causada por cualquier microorganismo (bacteria, virus u hongo), aunque de lejos las bacterias son la primera causa. Este mal puede ser consecuencia de una infección que se origina en alguna parte del cuerpo, pero es más frecuente por una neumonía, una infección en la piel o a las vías urinarias, una apendicitis complicada u otro problema digestivo grave.

No es raro que las septicemias ocurran por la inoculación de una bacteria a través de catéteres endovenosos colocados en los hospitales. Muchas veces se produce sin que se pueda identificar el punto de partida.

Los síntomas incluyen un súbito malestar generalizado, fiebre alta con escalofríos severos y ronchas en la piel, así como una alteración de la conciencia acompañada por desorientación y confusión, falta de aire, latidos más rápidos del corazón (pulso acelerado), y piel fría y húmeda. De acuerdo a la gravedad de la sepsis, los síntomas pueden avanzar rápidamente, y en cuestión de horas llegar a ser un cuadro muy grave.

El diagnóstico se hace cuando el médico identifica los síntomas y tiene un alto nivel de sospecha de que el caso puede ser una sepsis. La confirmación se hace estudiando la sangre del enfermo, en la que se encuentra que el nivel de los glóbulos blancos (células de la defensa) está sumamente elevado. En unos pocos días, se identifica la bacteria causante de la infección.

El gran problema de la sepsis es que origina graves complicaciones. Al invadir los tejidos a través de la sangre, las bacterias originan una enorme –y muchas veces descontrolada– respuesta del sistema de defensa del cuerpo, que hace que las células liberen sustancias que favorecen la inflamación de los órganos, los cuales rápidamente pueden presentar fallas irreversibles. Eso es lo que se llama una falla multisistémica, que lleva a la muerte.

Imagine, estimado lector, que en cuestión de horas el corazón, los pulmones, los riñones y el cerebro dejen de funcionar; la presión arterial baja a cero y la sangre para de circular, empozándose en los tejidos. Una complicación muy temida es la acronecrosis, en la cual –por la sepsis y por el tratamiento– disminuye tanto la circulación en las manos y pies que estos sufren necrosis o muerte de tejidos, con lo que la amputación es la única solución para salvar la vida del paciente.

–La respuesta–

El tratamiento –si la infección es por bacterias– debe ser agresivamente hecho en una unidad de cuidados intensivos usando antibióticos endovenosos, además de oxígeno y fluidos endovenosos con el fin de mantener la presión arterial normal. Al mismo tiempo, los médicos cuidan y previenen la falla de los órganos, monitoreando cuidadosamente su función. El tratamiento, encabezado por el especialista en enfermedades infecciosas, se hace en estrecha coordinación con los especialistas en cardiología, neurología, pulmonología y nefrología. Si el paciente logra recuperarse de la sepsis y no se han producido secuelas, su vida retorna a la normalidad. Lamentablemente, algunos pueden quedar con fallas permanentes en sus órganos y, dependiendo de la agresividad de las bacterias, en su sensibilidad a los antibióticos y sistema de defensa. La mortalidad puede llegar al 30%.

El caso del fiscal Maza nos ilustra la gravedad de una septicemia. El fiscal salió de su casa en Madrid aparentemente sano, con la idea de asistir a su conferencia en Buenos Aires, pensando quizá regresar rápidamente para continuar su labor en España. Pero en cuestión de horas –y aparentemente después de una infección urinaria– su destino cambió y encontró la muerte, muy probablemente, a causa de una septicemia.

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