(Foto: Terimakashi0 en Pixabay. Bajo licencia Creative Commons)
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Redacción EC

Lo primero que hizo Nico, de 10 años, cuando tuvo su ansiado primer fue armar el grupo "La Familia". Y ponerse como administrador. Todos los miembros —mamá, papá, hermanos, primos, tíos y abuelos— celebraron la iniciativa, que hasta ese momento nadie había tomado (tal vez porque sabían a lo que se exponían). Pero solo al principio. Hoy padecen que Nico mande todo el tiempo collages digitales de fotos de miembros del grupo que son graciosas cuando son esporádicas, pero que irritan cuando se envían en series de diez.

Aunque muchos se quejan de los chats del colegio, que suelen ocupar el puesto Nº 1 en un hipotético ranking de los más odiados, los que son de uso exclusivo de la familia no se quedan atrás. Y encima tienen una particularidad que ningún otro grupo posee: no hay salida. Una vez que se entra —la mayoría de las veces, por la fuerza— no se puede escapar. A lo sumo, como mucho, uno lo puede silenciar. Pero jamás abandonar.

Foto referencial: Nastya_gepp en Pixabay. Bajo licencia Creative Commons)
Foto referencial: Nastya_gepp en Pixabay. Bajo licencia Creative Commons)

"Dentro de mi familia hay varios grupos. Está el que comparto con mis viejos, el que tengo con mis hermanos y el que armamos con mis primos que viven afuera. Si me voy de alguno de los tres me matan", reconoce Santiago Silva, un joven estudiante de 22 años. "Me empiezan a decir que soy un amargo, que me hago el especial... Ya amagué salir varias veces, pero no pude. No hay salida. La verdad no le veo mucho sentido a los grupos. Al principio me divertía, pero después me empezaron a cansar. Ya mandan cualquier cosa, sinceramente ni los miro", admite el futuro abogado.

Santiago es el claro ejemplo del cambio que Laura Jurkowski, psicóloga, observa respecto de los grupos de . "Hay un cambio: cuando empezaron, la gente no se quería perder nada y entonces entraban, miraban y comentaban. Pero ahora, con tantos grupos y mensajes, muchos eligen tener una presencia pasiva, directamente dejan participar. No se bajan por educación, pero ignoran los mensajes aún a riesgo de perderse algo importante", sostiene.

Entre los que no tienen problema de salirse sin culpa están los más jóvenes. "Algunas veces sucede que uno de los miembros de la familia decide salir. Incluso para muchos jóvenes y adolescentes es hasta provocativo y desafiante", dice Jurkowski. Esto sucede cuando ven que hay mucha actividad en el chat que no les interesa o cuando hay más críticas que otra cosa".

--- Desde chicos hasta grandes ---

Luciana Hernández se quejó de que muchos de los contenidos que su hermano compartía en el chat no era adecuado para sus hijos, de 11 y 13 años. "A veces mandaba algo subido de tono que no estaba bueno que vieran mis hijos, o sea sus sobrinos. Tuve que recordarle que en ese chat había chicos. Por suerte paró", recuerda Luciana. "Lo ideal es tener en claro quiénes integran el grupo y el objetivo para el que fue creado —recomienda Jurkowski—. A menudo se distorsiona el para qué y eso a la larga lleva a la desconexión porque sus miembros no les dan importancia a cosas que tal vez son importantes. Lo que en principio era una conexión entre la familia, termina desconectando a todos".

¿Las claves para mantener el chat familiar libre de conflictos? En primer lugar, ser selectivo, evitar los temas ríspidos, no abusar de los videítos y los mensajes grabados que si duran más de 30 segundos ya nadie escucha. Después, evitar llevar al grupo temas que involucran solo a dos de sus miembros y que pueden (y deben) resolverse en privado. Y algo básico: no utilizar el canal para hacer bullying como mandar fotos vintage que pueden ridiculizar a alguno de los integrantes.

Lo que hay que tener en cuenta es que la virtualidad, tiene consecuencias en la vida real. Así sea en Facebook, Twitter o WhatsApp. Ante la duda, conviene ser medido. "Lo que sucede en el chat no queda en el chat. Hay que saber que todo lo que uno sube a las redes tiene consecuencias en lo real —advierte Jurkowski. Hay gente que se escuda en el chat para decir algunas cosas que no se animaría a decir cara a cara. Pero eso tiene consecuencias. Por eso, lo ideal es manejarse igual que si uno tuviera a esa persona frente a frente".

Fuente: La Nación de Argentina / GDA

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