Para Alexandra Gamio, Roberto Camino y Lara Camino, Mocca llegó para cambiar su forma de ver la vida que tienen miles de animales sin hogar.
Para Alexandra Gamio, Roberto Camino y Lara Camino, Mocca llegó para cambiar su forma de ver la vida que tienen miles de animales sin hogar.
Andrea Carrión

El día en que escuchó a su esposa decir “¡Si ese perro entra, yo me voy!”, Roberto Camino y sus dos hijas supieron que su misión de tener mascota sería difícil.

Alexandra Camino se había resistido por años a la idea de recibir a un perro en un departamento, sospechando que ella terminaría haciéndose cargo de la mascota mientras su esposo Roberto y sus hijas Alexandra y Lara pasaban el día fuera de casa.

El instante en que a Alexandra se le escapó un “Ya, pero ustedes lo cuidan”, fue como si el cielo se hubiera abierto. Era la luz verde que necesitaban.

Mocca
Mocca
Mocca y Ale hija.
Mocca y Ale hija.

A Roberto le habían ofrecido la cría de un perro de raza Bullmastiff, de padres campeones y todos los honores, pero el esperado cruce nunca resultó. En ese proceso, él había estado leyendo acerca de perros, razas y también adopciones, y le empezó a gustar la idea de darle la oportunidad a un perro que lo necesitara.

Por esos días, vio que una amiga suya publicó la foto de seis cachorros que estaban ofreciendo en adopción. Una señora de Chocalla, al sur de Lima, había acogido a la madre cuando aún estaba preñada y cuidó de ella hasta que parió. Roberto y sus hijas se enamoraron de los perritos desde la foto.

“A mi no me importaba si era adoptado, chusco, de raza... yo solo quería un perro. No como mi papá que había querido de raza, macho y grande”, comenta Lara, de 13 años de edad.

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Un fin de semana todos, papá, mamá e hijas, aprovecharon para visitar Chocalla y ver de cerca a los cachorros. Ale mamá seguía escéptica, de niña había visto desfilar a varios perros por su casa, pero todos terminaban siendo regalados para evitar que los chicos se encariñaran demasiado con ellos, según recuerda.

Ese día en Chocalla, al ver a su esposo y sus hijas cargar a los cachorros y derretirse con ellos, Alexandra dijo “Ya, volvemos la próxima semana, no tengo ni cama ni comida”. Ahí mismo su hija mayor, Ale, dijo “No mamá, de una vez, hoy la perrita se va con nosotros’, y la señora encargada añadió “Aquí hay comida, te la regalo”. Cinco minutos después todos regresaban a Lima con perrita de 2 meses incluida. La llamaron Mocca.

“Es verdad, yo había estado buscando un perro de raza, pero pensé ‘¿Por qué no darle la oportunidad a un perro que lo necesite? Cambié totalmente el chip y me dije ‘¿Por qué no una perrita? ¿Por qué no esta perrita?’”, comenta Roberto.

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Roberto, Ale y Mocca.
Roberto, Ale y Mocca.

Lara comenta que una semana antes, el Papa Francisco había estado de visita por Lima y tuvo la suerte de verlo pasar a pocos metros.

“En ese momento me dije ‘Quiero tener un perrito, quiero tener un perrito’ y justo esa misma noche mi papá nos dijo que su amiga había publicado la foto de los cachorros en adopción”, recuerda.

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Roberto asegura que adoptar una mascota es una buena manera de contribuir a que más animales sin hogar tengan un lugar feliz y digno donde vivir. Encima esta experiencia lo ha llevado a ayudar, junto con su hija Ale, a que perros perdidos vuelvan a casa.

“Me da pena cuando estos animales pasan hambre, sed y maltrato. Mocca no pasó nada de eso, pero su madre sí. Igual, ¿quién sabe dónde hubiera terminado Mocca de no ser adoptada? En las inmediaciones de Chocalla, en una carretera, atropellada... ¿Cómo estará su mamá?”, pregunta Roberto.

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Ale, la mayor de las hijas, también ha visto un cambio en ella. Al principio solo sabía que quería un perro, no imaginó que Mocca la sensibilizaría al punto de darle otra perspectiva acerca del maltrato que viven miles de animales.

“El conlleva mucha responsabilidad y compromiso, no solo es tener un animal en tu casa para que te haga compañía sino darle un lugar en tu familia a un alma pura. Mocca se volvió mi todo desde el primer día, se ganó el corazón de todos en la casa y estoy segura de que nosotros nos ganamos el de ella. Siempre decimos que Mocca es un poco de todo y que es literalmente única en su especie y eso nos encanta”, comenta Ale hija.

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Ha pasado 1 año y medio desde que esta familia miraflorina adoptó a Mocca. Los miedos que tenía Ale mamá, se cayeron toditos gracias al amor que ha sabido devolver Mocca.

“Mocca llegó a llenar el nido vacío que dejan mis hijas al irse al cole y la universidad. Ella es mi compañera, es mis oídos (soy medio sorda), es la que me avisa, la que me mantiene alerta de lo que pasa y no me doy cuenta. Ella es ese calorcito extra, mi tercera hija (canina), literal una ‘perragente’. Mocca es mi bebé, es casi todo porque todo son mis hijas. Mocca es amor puro”, comenta Ale mamá.

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