Claudia Gonzales Vigil junto a Rosella, Renata y Ramona.
Claudia Gonzales Vigil junto a Rosella, Renata y Ramona.
Andrea Carrión

Claudia Gonzales Vigil habla y sus tres perras la escuchan como si entendieran cada palabra. Cuenta que Rosella “está loca” porque gruñe cuando está molesta y también gruñe de felicidad cuando le hacen cariño. De Ramona dice que le aterran los camiones y los estruendos, y de Renata solo tiene palabras de admiración pues la considera la más inteligente de su manada.

Claudia podría pasar horas hablando de sus mascotas rescatadas, pero de pronto ve la cara de Ramona y sabe que ya es hora de volver a casa pues de las tres, es la única que no disfruta de sus paseos.

“Si por ella fuera, se la pasaría acurrucada y protegida en su cama todo el día”, comenta Claudia.

Claudia y Jorge con sus 'hijas' adoptivas, Renata, Ramona y Rosella.
Claudia y Jorge con sus 'hijas' adoptivas, Renata, Ramona y Rosella.

A Ramona y Renata las rescataron juntas hace 2 años, cuando apenas tenían dos meses de edad. Nacieron al día siguiente de que su mamá fuera rescatada de la calle por Yamile Chehade, una animalista muy activa en el rescate de perros y gatos, y en la promoción de su adopción.

Un buen día, cuando Claudia aún estudiaba en España, su pareja Jorge Ducassi la llamó desde Lima y le dijo que quería adoptar a dos perros de raza Jack Russell que estaba regalando una mujer que se mudaba a otro país. A ella le pareció una buena idea pues siempre habían hablado de adoptar una mascota en lugar de comprarla, y a ella le faltaba poco tiempo para volver al Perú.

Sin embargo, en el ínterin, apareció en escena su amiga Lorena Castro, quien también ayuda en rescate de animales y tiene una veterinaria en Barranco. Ella le habló a Jorge de 2 cachorritas que acababan de nacer de una perrita rescatada. Pocos días después las perritas se convertían en sus nuevas “hijas”, Renata y Ramona.

Rosella, Ramona y Renata (de izquierda a derecha).
Rosella, Ramona y Renata (de izquierda a derecha).

Pocos meses después, ya acostumbrados a su rutina perruna, llegó el día de las elecciones presidenciales, y Jorge y Claudia se fueron a un almuerzo en Villa.

“Ahí estaba Rosella, en la calle. Primero pensé ‘pobrecita’, pero luego me relajé porque pensamos que era del vigilante. Pero 5 horas después, cuando salimos del almuerzo, nos dijeron que la perrita ya llevaba más de 2 meses dando vueltas por la zona. Estaba flaquita y sucia, y el chico del almuerzo nos contó que el vecino ya la estaba botando, incluso dijo ‘probablemente termine matándola’. En ese momento dije ‘no’, la subimos al carro sin importar las pulgas ni nada, ni cómo iban a reaccionar Ramona y Renata. Y así nos fuimos los tres a casa”, recuerda Claudia del rescate de la perrita a la que llamaron Rosella.

Ese mismo día, antes de ir a casa, Claudia y Jorge decidieron pasar por un consultorio veterinario para descartar cualquier condición que pudiera comprometer la salud de Renata y Ramona. Llegaron a una clínica en Miraflores, pero al ver que pasaba el tiempo y nadie los atendía, decidieron ir a una veterinaria en Barranco que detectó anemia y plaga de pulgas en Rosella.

Jorge Ducassi y sus tres engreídas.
Jorge Ducassi y sus tres engreídas.

El siguiente reto fue lograr que sus dos primeras perras aceptaran a una tercera hembra en la manada. No fue inmediato, pero con inteligencia y paciencia lo lograron. Primero las presentaron en un lugar neutro –el parque- y una vez que vieron que las tres estaban tranquilas, entraron juntos a la casa. Los paseos de a tres también ayudaron mucho a fortalecer la relación. Hoy son inseparables.

Claudia y Jorge están tan comprometidos con el bienestar de sus “hijas adoptivas” que han hecho cosas como llenar el piso de comida para que Ramona le pierda el miedo a la secadora de pelo y la aspiradora. Incluso rosaron la excentricidad al contratar a , una mujer famosa mundialmente por su capacidad para comunicarse con animales y sus habilidades intuitivas para ayudar a organizaciones e individuos a lidiar con sus animales.

Los tres se conectaron vía Skype.

“Una de las primeras cosas que nos dijo esta señora fue: ‘A Rosella la han encontrado en la calle, ¿no? Me dice que ahora está contenta porque tiene alguien que le da comida todos los días’. Yo lloraba de la pena. Nos dijo también que Renata era la líder y que Ramona tenía problemas con el estómago. Y tal cual. Incluso nosotros pensábamos que Ramona era tontita, pero esta mujer nos dijo ‘Ramona quiere que sepan que ella no es tonta, sino que es visual, entonces tienen que mostrarle las cosas para que las vea y las entienda’. Fue muy revelador y nos ayudó a entenderlas mejor”, cuenta Claudia.

Según Claudia, Rosella "es bien 'piraña, se levanta la basura de todos lados, como vivió varios meses en la calle sola, entonces algo de eso le queda". Por eso se esfuerza en alimentarlas con comida saludable, como galletas orgánicas y comida Barf.
Según Claudia, Rosella "es bien 'piraña, se levanta la basura de todos lados, como vivió varios meses en la calle sola, entonces algo de eso le queda". Por eso se esfuerza en alimentarlas con comida saludable, como galletas orgánicas y comida Barf.

Las experiencias de quien adopta a una mascota son todas distintas, algunos presentan más retos que otros, pero según Claudia lo mismo puede suceder cuando compras un animal.

“Yo tengo una Beagle comprada que es bien loca y nerviosa, peor que perro traumado. Al final te saldrá lo que tenga que salir y dependerá de cómo los críes pues se adaptan a lo que les enseñes. Más miedo me daba que salieran el doble del tamaño, lo que al final tampoco importa porque igual te acomodas. Mientras los saques a pasear, los alimentes, los cuides y los quieras, ellos son felices y te hacen feliz”, agrega Claudia.

Kira, la Beagle, junto a Peki.
Kira, la Beagle, junto a Peki.
Peki junto a Loba, totalmente recuperada.
Peki junto a Loba, totalmente recuperada.

Renata, Ramona y Rosella no son las únicas perritas rescatadas y adoptadas por Claudia. Tiene otra perrita rescatada, Peki, viviendo en casa de su mamá junto a su Beagle Kira y una Siberiana llamada Loba, a quien rescataron hace 9 meses en Chaclacayo, embarazada y pesando 7 kilos. Hoy pesa 25. Y en casa de su abuelo, que descanse en paz, viven otros dos perros, Pinkie y Tito, también rescatados.

“Ya no podría comprar una mascota. Compré cuando era más chica, luego te das cuenta que el cariño que te dan es el mismo. Cuando adoptas la gente te dice ‘¿qué te irá a salir, por ahí es feísimo’. Al final cuando es tuyo, qué importa cómo se vea, yo los veo lindos a todos”, concluye.

Renata, Ramona y Rosella, hoy inseparables.
Renata, Ramona y Rosella, hoy inseparables.

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