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Alessandro Baricco: El escritor de los bárbaros - 1
Jorge Paredes Laos

No le gustan las entrevistas ni las fotografías. Sus respuestas, la mayoría de las veces, suelen ser cortas y se vuelven particularmente evasivas cuando se le pregunta acerca de sus libros —“una vez que uno los escribe, cada palabra de más es inútil”, dice— o sobre su vida privada —“es algo que no le interesa a nadie”, afirma—. Solo se explaya en ciertas ocasiones, por ejemplo cuando habla de la Escuela Holden, que dirige en Turín, su tierra natal. Es un centro, creado en 1993, en el que se dedica a enseñar técnicas narrativas y a fomentar la escritura creativa entre aspirantes a escritores de distintas nacionalidades. “¿Y se puede enseñar a escribir?”, le preguntamos durante la última edición del Hay Festival de Cartagena, en enero pasado. Entonces explicó con vocación de maestro: “Holden es una escuela para narradores de historias. Si piensas en periodistas o en escritores para televisión o medios digitales, autores de novelas, publicistas, directores de cine, todos se dedican a distintas cosas, pero lo que tienen en común es que todos cuentan una historia. Así que lo que tienen que saber es cómo narrar esas historias; esta es la idea que manejamos en la escuela”.

Y sabe lo que dice, pues en sus 58 años ha sido presentador de televisión, dramaturgo, narrador oral, director de teatro y de cine y, por supuesto, escritor de novelas y ensayos. Su carrera alcanzó notoriedad a partir de la publicación de “Seda”, en 1996. Con esta historia de capítulos breves, escritos con una prosa delicada, casi oriental, se hizo conocido fuera de Italia a tal punto que hoy —a pesar de que lleva ya firmadas más de una docena de  novelas— la gente lo sigue reconociendo como “el autor de ‘Seda’”, el creador de una fábula de amor imposible entre un francés de oficio extraño —un comerciante de gusanos de seda— y una misteriosa mujer de ojos grandes en el Japón del siglo XIX.             

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Nacido en 1958, Baricco ha contado que creció en los años setenta, cuando su país vivía una especie de guerra civil, con bombas y tiroteos en las calles asediadas desde la sombra por las Brigadas Rojas y el crimen organizado, y con un primer ministro como Giulio Andreotti, acusado de tener vinculaciones con la Cosa Nostra. “Yo crecí en ese país: imagínese si Berlusconi me asusta”, le dijo al periodista Guido Carelli, de la revista Ñ, refiriéndose a uno de los últimos políticos italianos acusados de fraude fiscal y de incentivar la prostitución infantil. Nada extraño en uno de los países que más ha sufrido los efectos de la corrupción.

Sin embargo, los temas que ha desarrollado en sus novelas han ido por otro lado. “Escribir sobre la guerra puede ser ‘sexy’ para contar, pero se torna aburrido. La gente está hastiada y cansada”, explicó en otra de sus breves declaraciones a la prensa. Por eso ha construido historias que parecen sacadas de otros mundos: en su última novela, “La esposa joven”, por ejemplo, se transporta a la Italia rural de inicios del siglo XX para retratar las extravagancias de una familia burguesa que recibe a la bella prometida de su hijo, mientras este se encuentra estudiando en Inglaterra. Antes, ha creado lugares imaginarios como Quinnipak, en “Tierras de cristal” (1993), donde un hombre sueña con construir un ferrocarril por el puro placer de sentir la velocidad; o el trasatlántico Virginian de “Novecento” (1994), en el que un extraordinario pianista pasa su vida sin atreverse a pisar tierra firme; o la desconcertante urbe de “City” (1999), por cuyas calles se cruzan historias de boxeadores y wésterns en un alarde de técnica narrativa. Según confesó a este suplemento, “City” ha sido el libro que más trabajo le costó escribir y que podría catalogar como su favorito: “Es como una performance, la técnica que uso en el punto de vista es muy difícil. Es complejo, son cuatro o cinco libros en uno”. 

Tal vez la novela que más se nutra de su biografía sea “Emaús” (2011). La historia está ambientada en una ciudad del norte de Italia, en los setenta, y los protagonistas son cuatro adolescentes pertenecientes a una clase media educada bajo férreas convicciones católicas. Amparados en ese mundo espiritual viven una vida aparentemente normal, forman parte de grupos de ayuda social en hospitales para pobres, y sueñan con ideales altos y nobles. Sufren lo que Baricco ha llamado “una ceguera por exceso de luz”. En la novela ese mundo rígido se quiebra por la presencia perturbadora de Andre, una muchacha que pertenece a una clase social más elevada, al mundo de los ricos que viven sin complejos ni inhibiciones. Entonces, la fe de los protagonistas comienza a resquebrajarse. Lo seguro se vuelve inquietante y el pecado se parece a la libertad.

“Es un libro que llevaba muchos años pensando escribir. Pero necesitaba madurez y una cierta distancia para dar el paso. No es que sea mi propia historia la que se cuenta, porque la mía es mucho más banal que la de los adolescentes que protagonizan “Emaús”. Pero si es cierto que el hábitat y el paisaje social es el mismo que he vivido yo en mi adolescencia y que, por tanto, conozco perfectamente”, ha dicho.

Después, es difícil escucharlo hablar de su vida privada: “Creo que es necesario tener hijos. No sé cómo escribí libros antes de comprender lo que es un padre, un hijo, un nacimiento, una madre. En mis libros no hay madres, no hay padres. Es un poco como el mundo de Walt Disney”.

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Escena de "La leyenda del pianista en el océano", la gran película de Giuseppe Tornatore basada en el monólogo teatral "Novecento", de Baricco. (Medusa Film / Fine Line Features)

Escena de

A pesar de que siempre vuelve a la literatura, Baricco no teme cruzar géneros. Usualmente, después de publicar una novela, se interesa por la dirección teatral o por el cine.  “Escribir es un oficio maravilloso, pero es un proceso que se realiza en soledad. Puedes hacerlo por varios años y nadie sabe lo que estás preparando, es algo que solo tú y el libro saben. Es hermoso, pero es una locura también. Así que he sentido la necesidad de hacer otras cosas que involucren a otras personas, es por eso que hago teatro, que dicto… Es un gran placer volver la vista atrás y ver lo que he hecho, pero no podría dedicarme únicamente a la escritura”.

Y uno de sus proyectos más arriesgados ha sido modernizar un clásico, la “Ilíada”. El proyecto nació de su deseo de hacer una lectura pública del poema homérico, aunque sabía que nadie soportaría escuchar 40 horas de narración. Entonces, en una acción que puede incomodar a los puristas, redujo el texto. Eliminó las intervenciones de los dioses y dejó que la historia la contaran solo los hombres, los aedos, las esclavas, los guerreros, Criseida, Agamenón, Néstor, Aquiles, Héctor, Ulises, a quien otorgó mayor participación, e incluso agregó un fragmento de la “Odisea”, en el que se narra la caída de Troya.

Baricco narra el resultado en el prólogo de “Homero, Ilíada”: “El texto así obtenido fue leído de manera efectiva en público en Roma y Turín, en otoño del 2004, y posiblemente volverá a ser leído en el futuro, cada vez que algún productor osado encuentre el dinero para hacerlo. Me gustaría añadir, para que quede constancia, que a las dos lecturas asistieron (pagando) más de diez mil personas, y que la radio italiana trasmitió en directo el espectáculo de Roma, lo que supuso una gran satisfacción para múltiples automovilistas y sedentarios de todo tipo. Se verificaron numerosos casos de personas que permanecieron en el coche durante horas, quietas en su aparcamiento, porque eran incapaces de apagar la radio. Bueno, a lo mejor solo fue porque estaban hartos de su familia, pero en fin, lo que quería decir es que la cosa funcionó muy bien”.

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Fanático del vino, del fútbol —es hincha del Torino— y los libros, Baricco ha sabido utilizar estas aficiones para desarrollar sus reflexiones en torno a la cultura contemporánea. En su libro “Los bárbaros. Ensayo sobre la mutación” (2008), cuenta cómo la exquisita elaboración del vino francés e italiano se transformó después de la Segunda Guerra Mundial, movida por el espíritu comercial norteamericano, en una producción “simple y espectacular” para satisfacer a públicos ávidos en distintos puntos del globo. Es decir, se cambió la tradición por la eficacia del mercado. Con el fútbol pasó algo similar: se sustituyó el romanticismo del juego por la supremacía de la táctica y la rapidez; y con los libros —diseñados cada vez más para gente que jamás ha abierto uno— se ha producido un fenómeno que incentiva el best-seller. En otras palabras, según Baricco asistimos a una nueva civilización, hecha a partir de los escombros de la anterior, y que ha sustituido la profundidad por la superficialidad, la lentitud por la velocidad, la búsqueda de sentido por la experiencia. Aunque pareciera, la suya no es una mirada totalmente crítica. Como le dijo a su amigo, el escritor Claudio Magris: “No tenía en mente contar un apocalipsis ni tampoco anunciar alguna salvación. Solo quería decir que estaba sucediendo algo y me parecía absurdo no tomar nota de ello”.

Hace poco, como si completara esta idea, le contó a la periodista Liliana Muñoz: “En mi obra trato de dirigirme tanto a los bárbaros como a los civilizados; trato de que lo que escribo sea sencillo y profundo a la vez”.

Revise la programación del Hay Festival Arequipa 2016, en el que participará el escritor Alessandro Baricco.

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