Boris Pasternak: Zhivago desclasificado
Boris Pasternak: Zhivago desclasificado
Alessandra Miyagi

En 1956, resguardados por las paredes de una vieja casona ubicada en la pequeña y boscosa ciudad de Peredélkino, a 25 kilómetros de Moscú, un ruso y un italiano mantienen una conversación secreta. Al principio se miran con desconfianza, examinan cada rincón de la casa, cada ventana y aparato que los rodea; y solo después de comprobar que se encuentran realmente solos, intercambian algunas palabras precisas. Si bien hacía tres años que Stalin estaba muerto, la represión no había desaparecido con él, y la propuesta era demasiado arriesgada, casi un suicidio. Sin embargo, ambos estaban convencidos. “Las ideas no nacen para ser ocultadas o sofocadas, sino para ser comunicadas a los demás”, escribiría el ruso meses después. Entonces, sacó un grueso fajo de papeles, le echó una última mirada y lo entregó con la solemnidad de quien sabe que ya no hay vuelta atrás. “A partir de este momento, queda usted invitado a mi fusilamiento”, dijo Boris Pasternak a modo de despedida.
    La operación se había puesto en marcha. La misión de Sergio D’Angelo —corresponsal en Moscú del Partido Comunista Italiano y scout del editor Giangiacomo Feltrinelli— consistía en transportar furtivamente el manuscrito de la primera y única novela del famoso poeta hacia fuera de los confines de la Unión Soviética, ingresar con él a Italia y entregarlo personalmente a Feltrinelli para su traducción y publicación en la Europa occidental. Y a pesar de las presiones y amenazas de la URSS, del Partido Comunista Italiano y de la Unión de Escritores Soviéticos contra Feltrinelli y Pasternak, la edición príncipe de "Doctor Zhivago" —obra que catapultó a Pasternak como una leyenda de las letras rusas— apareció en Italia el 23 de noviembre de 1957, y los casi 12.000 ejemplares producidos se agotaron pocos meses después. Entonces la situación se agravó y empezó un intrincado thriller de espionaje protagonizado por las dos mayores potencias del siglo pasado, como Peter Finn y Petra Couvée cuentan en "El expediente Zhivago", un reciente libro elaborado empleando más de 130 documentos secretos de la CIA.

* * *
Si bien Pasternak no fue fusilado, tampoco torturado ni enviado al gulag, desde principios de 1956 ya se encontraba en la mira de la KGB. Luego de que los censores calificaran su novela como “ideológicamente inaceptable” y “antisoviética” —debido a las sutiles críticas que incluyó contra el sacrificio del individuo en favor de la sociedad, los excesos del estalinismo, la Gran Purga y la instrumentalización del arte, además de la inclusión de elementos religiosos y de la intelligentsia (élite intelectual prerrevolucionaria) —, Nikita Jrushchov, el entonces primer secretario del Partido Comunista Soviético, ordenó una sistemática persecución política contra el autor, la cual se mantuvo hasta el día de su muerte, en 1960. 
    Pero la URSS no era la única interesada en la novela. Eran los años en que la guerra fría se encontraba en su punto más gélido. La Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos sabía que la cultura era una poderosa arma ideológica, y planeaba utilizarla para provocar la disidencia en el régimen comunista. Así, tras enterarse del contenido y revuelo que "Doctor Zhivago" causó en Italia, la CIA la incluyó en la operación AEDinosaur, un programa destinado a la distribución de libros prohibidos en la URSS. La novela de Pasternak —se lee en uno de los documentos desclasificados por la CIA en 2012— “tiene un gran valor como propaganda, no solo por su mensaje intrínseco y porque invita a la reflexión, sino también por las circunstancias de su publicación”. 
    En 1958, gracias a la ayuda de un colaborador misterioso, la CIA obtuvo un manuscrito de la novela. Para despistar a las autoridades, la agencia encargó la impresión a la editorial holandesa Mouton. Y el 6 de setiembre de 1958 aparecieron mil ejemplares de la primera edición en ruso de "Doctor Zhivago", los cuales fueron distribuidos por viajeros que cruzaban el telón de acero y en la Exposición Universal que se celebró ese año en Bruselas. Aunque la CIA siempre negó cualquier vínculo, ya entonces corría el rumor de que era responsable de la edición clandestina. La noticia e incluso un ejemplar llegaron a manos de Pasternak, quien se escandalizó al comprobar que su preciada obra estaba llena de erratas.
    Como consecuencia, los ataques contra Pasternak aumentaron, fue expulsado del Sindicato de Escritores y vetado de cualquier trabajo, lo que lo condujo a un cuadro de depresión que lo llevó a considerar el suicidio. Pero, por otro lado, gracias a la difusión de "Doctor Zhivago", en octubre de 1958 —tras seis nominaciones previas desde 1946— la Academia Sueca le otorgó a Pasternak el Premio Nobel de Literatura, el que se vio obligado a rechazar en un sucinto telegrama, debido a las amenazas por parte del oficialismo de encarcelarlo o deportarlo. 
    El hecho, lejos de desalentar a los agentes, renovó su empeño por difundirlo, pues tanto interés de la URSS por impedir la publicación de la novela revelaba el significativo daño que esta causaría en la ideología de los ciudadanos soviéticos. Así, el año siguiente, la CIA lanzó una segunda edición de 9.000 ejemplares —firmada por una editorial ficticia—, esta vez más pequeña y fácil de esconder. Como la vez anterior, la agencia repartió las copias de mano en mano y en un evento internacional: el Festival Mundial de la Juventud y Estudiantes, realizado en Viena en 1959. Su éxito fue tal que, en los años siguientes, "Doctor Zhivago" fue traducido a más de 18 idiomas, desplazó a "Lolita", de Nabokov, del primer lugar de ventas en Estados Unidos, y la versión cinematográfica que David Lean hizo en 1965 pasó a la historia como la octava película más taquillera de todos los tiempos. Pero no fue sino hasta 1988, cuando el régimen estaba a punto de colapsar, que su publicación fue autorizada en la URSS. 
    Resulta inquietante comprobar hasta dónde y con qué sigilo pueden penetrar los tentáculos del poder en la lucha por el control ideológico. Y aunque parezca que estas intrigas han quedado en el pasado, con toda seguridad, el Servicio de Inteligencia sigue observándonos; y en nuestra era debemos estar atentos no solo a los libros, sino también a lo que escribimos en otras plataformas, pues, como afirma Finn, “los libros ya no son un medio tan poderoso. Ahora la CIA está en las redes sociales”. 

Libro: EL EXPEDIENTE ZHIVAGO
Autores: Peter Finn y Petra Couvee
Editorial: Bóveda
Páginas: 440

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