Jokin Aspuru: “No deberíamos producir más imágenes”
Jokin Aspuru: “No deberíamos producir más imágenes”
Jorge Paredes Laos

De joven intentó ser fotógrafo pero pronto decidió que lo suyo era más bien la gestión cultural. “Soy un facilitador y me gusta hacer que las cosas sucedan”, dice. Nacido en Bilbao hace 48 años, Jokin Aspuru es el director del festival internacional Getxophoto, que en los meses de setiembre toma las calles de Getxo, una pequeña ciudad vasca ubicada a orillas del mar Cantábrico, y las transforma en un espacio de exposiciones temáticas de fotografía contemporánea. En la última edición, artistas de distintas latitudes reflexionaron en torno al tema del tiempo, y ahora parte de esta muestra se puede ver en en el centro cultural de la PUCP.

Aspuru tiene una relación especial con el Perú —su pareja es limeña— y ya antes, en 2015, había montado aquí una exposición que recuperaba viejas imágenes locales de inicios del siglo XX, tomadas bajo la técnica de la estereografía.

Getxophoto lleva diez ediciones. ¿Qué significa este festival para una ciudad como Getxo?
Getxo es una ciudad que linda con Bilbao, está ubicada en la costa y es muy privilegiada. No hay industrias y la publicidad está prohibida en la calle, eso es muy importante. Este festival se caracteriza por dos cosas. Uno, se hace en el espacio público; y dos, es temático. En torno a un tema, articulamos una programación en diferentes puntos, en la estación del metro, en parques, en edificios históricos, y con un mapa uno puede ir descubriendo las exposiciones. Luego hay actividades, digamos, más pedagógicas. Somos un equipo pequeño y, si tenemos algún mérito, es que nos rodeamos de gente que sabe mucho.

Cuéntanos sobre la muestra Tiempo que podemos ver en Lima y que formó parte de la última edición del festival.
Sí, me interesó traer el asunto del tiempo al centro cultural de la PUCP porque sé que la universidad cumple 100 años. Estas fechas redondas nos permiten hacer ese tipo de reflexiones. En este caso, quería ver cómo la fotografía podía reflejar y visibilizar esa dimensión invisible del tiempo. Entre los artistas, hay dos surcoreanos y dos japoneses y, aunque no ha sido deliberado, creo que esto ha sucedido porque ellos tienen una sensibilidad especial para este tema. Por ejemplo, está Chino Otsuka, la fotógrafa japonesa que trabaja la memoria y los recuerdos, y lo hace de manera muy sencilla: utilizando las tecnologías actuales, ella se introduce en sus fotos de niña. Es como si revisitara su infancia o se convirtiera en una turista de su pasado.

Hay historias vinculadas a la figura del reloj...
El reloj aparece de dos maneras: aunque no es algo fotográfico, me pareció interesante mostrar unos dibujos hechos por enfermos de alzhéimer. Como sabemos, lo primero que pierde alguien que padece este mal es la noción del tiempo. A estos pacientes se les pidió dibujar un reloj y, cuando vemos las imágenes [trazos nerviosos, infantiles, casi sin forma], si uno no se conmueve, es porque no tiene corazón. Representan la destrucción del tiempo. Y la otra es una performance llamada “Standard Time”, dura 24 horas, y muestra cómo unos obreros cambian, minuto a minuto, la hora en un reloj de madera.

Has sido periodista, gestor cultural y curador. ¿Con qué actividad te sientes más a gusto?
Mi madre siempre me pregunta a qué me dedico, y no sé qué responderle. Más que un gestor o un curador, me considero un facilitador, alguien capaz de armar equipos para hacer que las cosas sucedan. Y siempre me ha interesado trabajar en torno a la imagen, más ahora cuando se habla de cosas como la posfotografía.

¿Qué opinas de este concepto? ¿Refleja lo que pasa hoy con la imagen?
Hombre… con las nuevas tecnologías, las cámaras digitales, los celulares, el papel de la fotografía ha cambiado un montón. Hoy la fotografía se ha democratizado mucho y se ha convertido en una herramienta de comunicación. Ya casi ni escribimos mensajes, sino mandamos fotos: qué estamos comiendo, dónde estamos… Hay tal saturación de imágenes que me gusta defender esa corriente que dice que por ecología visual ya no deberíamos producir más, sino reciclar y trabajar con las imágenes ya existentes. Tal vez por eso no soy fotógrafo…

Vives en Bilbao y quería preguntarte por el efecto Guggenheim, algo muy elogiado por visibilizar la ciudad en términos culturales.
Eso es muy discutible, eh. Yo vivo muy cerca del Guggenheim, y es verdad que el museo tuvo un efecto importante en la ciudad, sobre todo económico. Es un lujo tener un museo al lado de casa… pero no sé hasta qué punto su aporte haya sido importante para el tejido social del lugar. Un museo solo no puede cambiar una sociedad, sino que tiene que haber otras cosas, como destinar más recursos para educar a la gente.

¿Cómo ves el tema del separatismo, el vasco y el catalán?
Eso es bien delicado. Con la dictadura de Franco, España se convirtió en un país muy centralista y se intentaron tapar o reprimir todas las tensiones territoriales. Pero yo siento que eso no fue resuelto de manera satisfactoria. Yo recuerdo lo que le pasó a mi abuelo en el País Vasco, hace 40 años, le prohibieron enseñar el euskera a mi madre. ¡Éramos ilegales por el solo hecho de querer hablar nuestro idioma! Hoy el euskera es reconocido oficialmente pero hay cosas latentes, y a veces me cuesta un poquito reconocerme español.

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