Las ucronías no siempre son un buen ejercicio; sin embargo, la pregunta ¿qué hubiera pasado sí Bobby Kennedy ganaba las elecciones presidenciales? es recurrente al repasar la historia estadounidense. [Foto: AP]
Las ucronías no siempre son un buen ejercicio; sin embargo, la pregunta ¿qué hubiera pasado sí Bobby Kennedy ganaba las elecciones presidenciales? es recurrente al repasar la historia estadounidense. [Foto: AP]

No es fácil entender la historia de un hombre que empezó su vida política-pública persiguiendo junto al senador Joseph McCarthy a todo sospechoso de ser comunista —viendo fantasmas por todos lados—, y que terminó sus días a punto de ser presidente de los Estados Unidos, defendiendo los movimientos a favor de los derechos civiles. Robert Francis Kennedy (RFK), Bobby para los amigos y los votantes, despertó casi las mismas pasiones que su hermano John, y murió de la misma forma: asesinado de un balazo.

Su historia, como la de John F. Kennedy (JFK) y la de otros miembros de su familia, aun siendo patrimonio de su nación no está exenta de misterios en los que cada cierto tiempo el periodismo y la ficción han tratado de incursionar, a veces sin mucho éxito. Un nuevo intento viene de parte de Netflix, que estrenó el 27 de abril Bobby Kennedy for President, una serie documental de cuatro capítulos, que recorren —con marcada sensibilidad y simpatía por el personaje— la vida, muerte y legado del menor del clan.

El trabajo que el director Dawn Porter ha realizado en la selección de archivos de audio, video y fotografía, tanto de la vida y obra de los Kennedy como del contexto —su relación con Martin Luther King y otros involucrados en los movimientos por los derechos civiles o las campañas presidenciales—, es digno de elogio por su exhaustividad, y ayuda a que el espectador se sumerja en el ambiente que se respiraba en los Estados Unidos de los sesenta, en medio de la guerra de Vietnam y la lucha contra el racismo.

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“Yo era el hermano número siete. Imagínate todo lo que tenía que esforzarme por hacerme notar”, dice en una entrevista recogida en el documental. Y sí que se hizo notar. Su padre, Joseph Kennedy, les inculcó a sus nueve hijos el espíritu competitivo, y todo parece indicar que Robert interiorizó muy bien la lección.

Fue su carácter obsesivo y competitivo el que lo llevó primero a perseguir la sombra del comunismo junto a McCarthy; luego, a impulsar la carrera presidencial de su hermano, asegurando su victoria; a ponerse estratégicamente de lado de los defensores de los derechos civiles; a autorizar las escuchas telefónicas durante su período como fiscal general de los Estados Unidos; a lanzarse como senador (y ganar), y a tentar, finalmente, la presidencia.

A la muerte de su hermano se pensó que la vida pública de Bobby Kennedy acabaría, pero él tenía planeado construir su propio camino en la historia. Continuó en el puesto de fiscal general en el que lo había colocado JFK por unos meses más, y al poco tiempo comenzó su carrera al Senado. No sería solo “el hermano de”. En 1965 consiguió su objetivo en medio de tirantes relaciones con los políticos más conservadores.

Otra de las lecciones que le había dado su padre consistía en valorar lo fácil que fue su vida al no preocuparse por el dinero. Su acercamiento final a las clases trabajadoras y a los movimientos por los derechos civiles puede leerse como una interiorización de dicha lección, como una efectiva estrategia de campaña, o ambas cosas. El documental no les dará la respuesta, pero ayuda a plantear la pregunta. Las ganas de retratar de la mejor forma al personaje son evidentes, al igual que la falta de una cuota de crítica, y, sin embargo, no es un mal producto.

Los Kennedy fueron para su país y para el mundo el símbolo de una época de transición, y así los muestra el trabajo de Porter, quien no oculta su admiración por el personaje cuya vida cuenta. “Bobby Kennedy sigue siendo una de las figuras más importantes e influyentes en la historia política estadounidense, y todos sentimos que no había mejor momento para estudiar su vida y su legado. Nos ocupamos de examinar de cerca su transformación de líder de ley y orden a un pionero con un enfoque progresivo en la justicia social en un momento tumultuoso para el país. Me inclino a hacer películas que arrojan luz sobre la verdad y la justicia, y la historia de RFK me inspira personalmente y me ha ayudado a crecer como cineasta y ciudadano”, ha dicho el director.

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1968 es un año que marcó al mundo. La revolución social se vio coronada por la muerte de personas como Martin Luther King, el 4 de abril, o de Bobby Kennedy, el 6 de junio.

El 16 de marzo de ese año, Kennedy anunció en el Senado el lanzamiento de su candidatura a la presidencia. Menos de tres meses después, el 5 de junio, Sirhan Bishara Sirhan, ciudadano palestino de 24 años residente en Los Ángeles, se cruzó en su vida, y acabó con ella de un disparo. Kennedy moriría al día siguiente en el hospital, y dejó huérfanos a sus 11 hijos y a todo Estados Unidos, que lo lloró con una tristeza menor, pero no por mucho, que aquella con que lloró a su hermano cinco años antes.

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