La idea del ‘original’ en China no se entiende como la creación única de un sujeto sino como un camino de metamorfosis constante.
La idea del ‘original’ en China no se entiende como la creación única de un sujeto sino como un camino de metamorfosis constante.

Por: Pedro Cornejo
El problema de la falsificación de productos, marcas, estilos o patentes se ha convertido en uno de los más extendidos, costosos y complejos que ha traído consigo el capitalismo tardío. La globalización, lejos de reducir la magnitud del fenómeno, lo ha vuelto transnacional y, digamos, planetario. Y, cuando se habla de este asunto, es decir, de la violación de las leyes que protegen la propiedad intelectual, las miradas se posan en el Lejano Oriente; particularmente, en China, principal ‘exportador’ de bienes y eventos ‘piratas’ de consumo masivo. Aquellos que por estos lares se conocen como ‘bamba’ y que ahora se designan en el ámbito internacional con la palabra fake: desde teléfonos celulares y electrodomésticos, hasta libros, obras de arte, películas, ropa, pasando por Premios Nobel y estrellas del espectáculo.

Pero ¿por qué China? ¿Existe alguna clave hermenéutica que nos permita comprender esta “cultura de la copia” o “arte de la falsificación”, como expresiones del espíritu milenario del pueblo chino? ¿O deberemos contentarnos con la suspicaz (y desdeñosa) advertencia de Hegel, quien, en sus Lecciones sobre la filosofía de la historia universal, recomendaba andarse con cuidado con los chinos por su conducta “astuta, taimada, mentirosa”, que reflejaba, según él, “vileza moral” y “una gran inmoralidad”? El filósofo coreano Byung-Chul Han (1959), en su libro titulado Shanzhai. El arte de la falsificación y la deconstrucción en China, considera que la razón por la cual en este país dichas prácticas no son condenadas y, por el contrario, gozan del aplauso y reconocimiento general está directamente vinculada a la concepción tradicional que se tiene de la ‘originalidad’ y que, desde luego, está en las antípodas de lo que Occidente ha pensado y piensa al respecto.

La idea del ‘original’ en China no se entiende como la creación única de un sujeto sino como un camino de metamorfosis constante.
La idea del ‘original’ en China no se entiende como la creación única de un sujeto sino como un camino de metamorfosis constante.

“En chino clásico”, señala Han, “el original se denomina zhenji. Literalmente significa huella verdadera”. Pero no se trata de una huella cualquiera porque, como dice Han, lejos de condensarse y adoptar una presencia unívoca y uniforme, se borra en favor de un proceso infinito de transformación incesante. La idea del ‘original’ en China no se entiende como la creación única de un sujeto sino como un camino de metamorfosis constante en el que interviene la comunidad a lo largo de múltiples generaciones. En consecuencia, la copia (fuzhipin), entendida como la reproducción exacta del original, es una intervención legítima que, como subraya Han, “tiene el mismo valor que el original” y que luego va mutando hasta modificarlo, para convertirse finalmente en un nuevo ‘original’ que a su vez será objeto de ‘falsificaciones’ similares. De ahí que exista en China toda una cultura de lo fake (en chino, shanzhai) que es practicada abiertamente porque no se pretende engañar a nadie. Su atractivo, concluye Han, consiste precisamente en que sus mismos artífices “indican de manera expresa que no son un original sino que juegan con este”. De este modo, la modificación de las marcas, por ejemplo Nokia en Nokir, Adidas en Adadis, Sony en Sunny, Puma en Fuma, es percibida por los consumidores como una forma singular y lúdica de creatividad, a la vez que como una estrategia que apunta a desestabilizar a los grandes grupos de poder económico.

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