Esta edición póstuma rinde homenaje a Hinostroza con una  variada cosecha de su narrativa. [Foto: Paúl Vallejos]
Esta edición póstuma rinde homenaje a Hinostroza con una variada cosecha de su narrativa. [Foto: Paúl Vallejos]
José Carlos Yrigoyen



“Yo soy un autor que crece a lo ancho, no a lo alto”, explicaba Rodolfo Hinostroza (1941-2016) cuando le preguntaban por qué había abandonado la poesía para recalar en la narrativa, el teatro e incluso la astrología. Entre los años sesenta y setenta, Hinostroza publicó dos libros de poemas —Consejero del lobo y Contra natura— que le depararon no solo un rendido consenso crítico, sino también la admiración de los lectores e importantes premios literarios. Cuando regresó a Lima desde Europa a principios de los ochenta, se dedicó a escribir ficciones. La única novela que publicó, Fata morgana, de 1994, no terminó de convencer por una ambición mallarmeana que no se condecía con los resultados obtenidos en un texto disperso y por ratos desconcertante.

Sin embargo, sus cuentos sí tuvieron algo más de fortuna, como sucedió con “El benefactor”, que obtuvo el prestigioso Premio Juan Rulfo, aunque tampoco gozaron del reconocimiento de sus poemas. Incluso cuando en el 2002 aparecieron sus Cuentos de Extremo Occidente, la respuesta fue fría y su difusión casi secreta. Un poco más de atención suscitó la edición de sus Cuentos (in)completos en el 2009, pero lo cierto es que hasta ahora no se ha hecho justicia con el Hinostroza que cultivó la narración breve. Por ello la reedición de sus relatos constituye una ocasión ideal para comenzar la valorización de una obra rica, plena de referentes culturales y populares, pergeñada con un punto de vista personalísimo y poco común dentro de nuestra tradición nacional.

El volumen se abre con sus Cuentos casuales, textos breves, algunos casi viñetas, de corte autobiográfico. Sus protagonistas son seres cuyas pasiones y temores los empujan a modos de vida y a decisiones tan arriesgados como irreverentes. Esencialmente las debilidades de estos personajes son el deseo sexual y el dinero, como ocurre con Nikki, el dueño de un desértico restaurante auspiciado por una invisible mafia; con Willy, seducido por una voluptuosa mujer llamada la Reina de la Salsa, por la que pierde todas sus posesiones en un abrir y cerrar de ojos, o con John, quien en “Gigoló americano” soporta las peores humillaciones de la millonaria francesa que lo mantiene para no perder su espléndido tren de vida.

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cuentos
Cuentos (in)completos
Editorial: Seix Barral, 2017
Páginas: 332
Precio: S/ 69,00

Estos cuentos se enlazan también por un humor corrosivo y farsesco que no toma prisioneros y del que Hinostroza se sirve para retratar el auge y caída de sus criaturas sin ninguna consideración ni piedad por ellas. Cuentos casuales cierra con el apartado “Guerra Fría”, donde el autor desarrolla una de sus obsesiones mayores, presente tanto en su narrativa como en su poesía y piezas teatrales: el apocalipsis, el fin del mundo por la misma mano del hombre, siempre asumido desde la ironía y la veta fantástica que Hinostroza nunca tuvo temor de explorar a pesar de su poco predicamento en nuestro ámbito tan tercamente realista.

Cuentos de Extremo Occidente, por su parte, también se ocupa de insólitas variaciones del fin de la historia como sucede en “Memorias de Drácula”, un divertido relato sobre la conquista del mundo por un ejército de vampiros que para imponerse sobre los mortales cambia su dieta de sangre por los bistecs con papas fritas y los patos a la naranja. Los designios del horóscopo —otro de los fundamentos vitales de Hinostroza— hallan cabida en un rarísimo y encantador cuento, “Las leyes del amor”, en el que los símbolos zodiacales, al igual que en los poemas de Contra natura, se intercalan con las aspiraciones y cuitas de un aficionado a la astrología que busca un sistema de afinidades amorosas del que será la primera víctima. Pero sobre los muy ponderables relatos de este libro destaca “El benefactor”, una pequeña obra maestra y sin duda uno de los mejores cuentos peruanos de la segunda mitad del siglo XX, que aborda la historia de Francisco Orihuela, un oscuro profesor de una universidad de provincia que se convierte de la noche a la mañana en un novelista de fama mundial gracias a las novelas que misteriosamente alguien escribe en su nombre.

No todos los textos de estos Cuentos (in)completos alcanzan la altura artística de los que he citado; hay otros, como “El señor de París” o “Asesinato en Tikal” que son más impersonales y cuya mínima anécdota se agota en sí misma, sin alcanzar significativa resonancia en el lector. Pero en general es un volumen pletórico de hallazgos luminosos que justifica darle la oportunidad para conocer una de las semiocultas facetas de ese inquieto y siempre insatisfecho autor que fue Rodolfo Hinostroza.

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