"El vientre de la ballena" es la columna que publica semanalmente Jerónimo Pimentel. (Ilustración: Mind of Robot)
"El vientre de la ballena" es la columna que publica semanalmente Jerónimo Pimentel. (Ilustración: Mind of Robot)

Cada cierto tiempo, sobre todo en los momentos crticos, las fuerzas de la reaccin, la inercia conservadora y los oportunistas de siempre se unen para retener el cambio de los movimientos sociales.

No es una novedad. Se les puede identificar por algunos rasgos: se atribuyen la representacin nacional (sin haber ganado nunca una eleccin), son altisonantes (un debate obliga a articular pensamientos, pero ellos prefieren los gritos), utilizan falacias (tpico recurso de la propaganda de baja estofa) y ensalzan el miedo como bandera: miedo al otro, miedo a lo distinto, miedo a la eleccin, miedo al cuerpo y no es irrelevante miedo a la alegra. No sorprende que mucha de esta lacra sea instrumentalizada con fines religiosos o polticos. El azuzamiento tiene un fin y alguien quiere la recompensa. Que tenga, mejor, un castigo.

Los derechos no se negocian, no se validan en referndums, ni estn sujetos a opinin. Ese es el punto en el que acaba la discusin. No se discute con el verdugo el derecho a la vida ni con el fariseo el derecho a la informacin. Si la mayora piensa lo opuesto, estamos ante un problema de educacin cvica, no de leyes. Una idea no se vuelve verdadera porque mucha gente la comparta. Mil marchas no convierten el odio en virtud. El segundo artculo de la Constitucin peruana provee superioridad legal y moral a esta posicin: Nadie debe ser discriminado por motivo de origen, raza, sexo, idioma, religin, opinin, condicin econmica o de cualquiera otra ndole. No aceptamos, luego, infiltracin eclesistica ni coaccin catlica. Que sea necesario citar a Aristide Briand es un sntoma de lo rezagados que vamos, pero resulta necesario: El Estado laico, para garantizar su seguridad y su predominio, es por fuerza anticlerical.

Le pertenece, en efecto, oponerse a que la Iglesia, salindose de su mbito religioso e interviniendo en el terreno poltico, ponga en peligro el predominio del Estado.

La religin catlica en el Per tiene un problema grave: su estatus intermedio por el Concordato, un convenio firmado por un dictador acusado de asesinatos y desapariciones a horas de dejar al poder. El problema es que esta prerrogativa le permite tratar al pas como si no fuera un Estado laico a la vez que se beneficia de una condicin legal privilegiada, que incluye golleras y subvenciones. Se podran mencionar problemas ms urgentes para el clero, como la incapacidad de deslindar de los mltiples casos de agresin sexual a menores. Incluso se podra decir que, con base en silencios y seudosanciones, ha apaado a los predadores y subatendido a las vctimas. En trminos morales, como dira Vallejo, estn muertos sin haber vivido jams.

En la orilla allende, varios de los cabecillas de la fachada evanglica deben ser procesados por incitar a crmenes de odio. Otros son delincuentes sin ms, embaucadores profesionales que carecen de la ms mnima piedad a los que no se les encontrar un gramo de teologa en el cerebro. La fe, en el mundo libre, ha encontrado su fuero en la esfera privada, donde aspira al auxilio espiritual. En la esfera pblica, en cambio, la religin debe ser resistida, al menos hasta que insista en intervenir en educacin y ciencia, por citar dos asuntos de la repblica en los que poco puede aportar. No vamos a pedir a clibes en tnica consejo sobre reproduccin sexual, ni tampoco vamos a analizar los mitos bblicos como si fueran hechos cientficos. La humanidad se ha despercudido, hace muchos siglos, del oscurantismo. Digamos entonces que la literalidad de los fanticos y el odio de los pastores son un peligro y ante ellos no caben ambigedades, solo zanjar. Si vuestro infierno existe, ah ardern; hasta entonces: derecho civil y derecho penal para ustedes.

Finalmente, quedan los miserables, aquellos que buscan medrar de la ignorancia y de la intolerancia con fines subalternos para lograr atencin meditica, ganar votos o besar el anillo del poder. El arte de expresar la opinin de un colectivo requiere una mezcla difcil de contundencia con precisin, pero los exponentes peruanos prefieren dejar de lado la segunda para insistir solo en la primera, es decir, lo que sobra. Un consejo al respecto. A las mentadas de madre, a los machitos de balcn, a las marchas del terror, al alarido impdico, solo se puede responder lo inverso: ideas, informacin, razones, argumentos. Tambin curiosidad y dudas. Por qu no, flores. Son las armas de la ilustracin, las nicas que no avergenza blandir. Su utilidad o no es en un punto irrelevante. La persuasin racional es una mquina lenta pero eficaz que tiene el mrito de obligar al adversario a aceptar los trminos de discusin. El triunfo del atavismo consiste en descender el debate a la creencia. No se discute la creencia ajena; se la cerca, se la domestica, se la encapsula.

El campo de batalla est trazado.

Ellos tienen extremistas de pensamiento medieval, dioses terrorficos que te convierten en sal por ser feliz, amenazas de candelas eternas, condenas hebreas milenarias y un nutrido arsenal de maldiciones, diablos y temores.

Nosotros, al frente, vamos invictos con Voltaire.

Ellos tienen miedo. Nosotros, amor.

No vencern.

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