El clima es la sumatoria de todos los tiempos a lo largo de la historia. Estadísticamente, 30 años es el periodo representativo de la condición climática de un lugar.
El clima es la sumatoria de todos los tiempos a lo largo de la historia. Estadísticamente, 30 años es el periodo representativo de la condición climática de un lugar.
Diana Gonzales Obando


¿Es inusual el actual frío en ? Sí que lo es. Soleado por momentos, humedad que cala hasta los huesos y noches cada vez más frías, similares a las noches serranas, son las características
de este invierno excepcional (que supuestamente termina en cuatro semanas). Si bien no estamos acostumbrados a él, no es la primera vez que las temperaturas limeñas descienden abruptamente. Antes de convertirse en la bestia del millón de cabezas de Enrique Congrains y la ciudad de la “ fina niebla” de, Lima tuvo una historia de diversidad climática y picos sorprendentes desde siglos atrás.

El mar es un de los factores que intervienen en el clima de Lima; su cualidad de termorregulación evita cambios extremos.
El mar es un de los factores que intervienen en el clima de Lima; su cualidad de termorregulación evita cambios extremos.

—Adivinación preventiva—
Conocer y dominar el tiempo y el clima era una gran preocupación en el Perú prehispánico. A diferencia de la actualidad, los antiguos peruanos acudían a los expertos para tomar las precauciones necesarias y estar preparados ante posibles sequías, lluvias torrenciales o fenómenos de El Niño.
En Lima, los santuarios como Pachacamac o la huaca Pucllana recibían peregrinos de distintos pueblos que llegaban buscando asesoría de los sabios sacerdotes —los científicos de la época— sobre los canales de irrigación, acueductos, sistemas de sequías, reservorios de agua o la adivinación a través de las conchas de spondylus.
El historiador especialista en climas Carlos Carcelén ha investigado las diversas manifestaciones de los climas del Perú en las distintas épocas. Sobre el periodo prehispánico destaca que la mayoría de centros religiosos eran también centros de investigación de factores meteorológicos: “Hacían estudios y predicciones utilizando un modelo meteorológico que no hemos podido conocer, pero sí podemos decir que había un conocimiento científico válido para aquel momento”, nos dice Carcelén. En los santuarios se realizaba una especie de “adivinación preventiva” de las lluvias torrenciales; de esta manera, los antiguos peruanos se informaban de los eventos para preparar las reservas de agua, limpiar las acequias y guardar los alimentos.
En Pachacamac, por ejemplo, era muy común que los peregrinos entregaran conchas de spondylus al sacerdote informando cuándo y de dónde las extrajeron. Así podían calcular y predecir inundaciones. Pero en la huaca Pucllana ––precisa Carcelén–– el bioindicador del clima era otro: “No era el spondylus, sino la presencia de tiburones”. Ver tiburones en la costa de Lima era señal de que pronto llegarían las lluvias torrenciales.
Pero no siempre se pudo dominar el clima. Ahora sabemos que los fenómenos de El Niño durante el Imperio incaico y sus consecuencias ––como la escasez de alimentos y las epidemias–– contribuyeron en su debilitamiento y, probablemente, desaparición.

"Lima con el río Rímac" de Rugendas. Óleo representativo de nuestra Lima antigua y su río hablador.
"Lima con el río Rímac" de Rugendas. Óleo representativo de nuestra Lima antigua y su río hablador.

—Pequeña edad glacial—
Gracias a la documentación colonial y las crónicas, la historia puede recrear cómo era el clima de ese periodo y los distintos fenómenos que lo afectaban. En el caso de la costa central y Lima, los documentos registran eventos sorprendentes que no hemos percibido en la actualidad.
El cosmógrafo y cronista Juan López de Velasco, en su "Geografía y descripción universal de las Indias" de 1574, describe a una Lima que padecía de catarros, romadizos y diferentes enfermedades, además de una continua neblina. Males que se desarrollaban, según el cronista, debido al frío y al polvo.
Según Carlos Carcelén, “entre los siglos XIV y XVII hubo una época llamada pequeña edad glacial, cuando se registraron años de extremo frío. No es para alarmarse, pero hubo granizo en Lima y varias precipitaciones en la costa central”. El cronista indígena Juan de Santa Cruz Pachacuti, autor de "Relación de las antigüedades deste reyno del Pirú", describió los daños del granizo en Lima, acompañados de rayos y truenos.
Para Carcelén esta descripción pudo haber sido exagerada por el cronista, pues algunos consideraban estos eventos climatológicos como un castigo de sus antiguos dioses por haber abandonado sus prácticas religiosas. Sin embargo, existe documentación que evidencia fenómenos, como el granizo, en varias oportunidades.
El gran cambio del clima —nos dice Carcelén— se dio en el siglo XVII. Antes de esta época, una irreconocible Lima producía trigo y ceba- da, y el periodo de invierno era más largo y más frío. Pero, en ese momento, la costa central se calentó y los valles de Lima se convirtieron en cálidas zonas de producción de frutas; como evidencia de ello han quedado los nombres Los Olivos o Higuereta.
Posteriormente, hubo otra variación de la temperatura. El calentamiento se agudizó en el siglo XX con la llamada Revolución Industrial.

El inusual brillo solar en invierno se debe al debilitamiento de los vientos del sur, permitiendo el ingreso de los ligeros vientos cálidos del norte en la costa. (Foto: Manuel Melgar/ GEC)
El inusual brillo solar en invierno se debe al debilitamiento de los vientos del sur, permitiendo el ingreso de los ligeros vientos cálidos del norte en la costa. (Foto: Manuel Melgar/ GEC)

—El mar dominante—
En la Lima del siglo XXI no existen temperaturas definidas, sino algo que los meteorólogos llaman microclimas: si nos trasladamos de un distrito a otro, experimentamos cambios de temperatura. Los cerros desérticos que rodean la ciudad pueden transformarse en verdes lo- mas en invierno, con vegetación y fauna, como se aprecia en Mangomarca, en San Juan de Lurigancho. Y también podemos pasar, en un par de horas, de la humedad extrema de Ticlio Chico en Villa María del Triunfo, al sol de Santa Rosa de Quives, en Canta. ¿Cómo es posible? Se lo debemos a nuestro mar y nuestra geografía.
Mientras más cerca estemos del mar, habrá más humedad pero menos frío. ¿Por qué? “Solemos asociar el mar con el Callao o Chorrillos, pero en general Lima está cerca del mar y es el factor que domina y controla la ciudad”, explica Giuliano Ardito, especialista en gestión del riesgo de desastres y adecuación al cambio climático.
El mar tiene un efecto termorregulador que no permite temperaturas extremas en la ciudad. De esta manera, el lado este de Lima será más frío en el invierno que el oeste, pues está más lejos del litoral.
La subdirectora de predicción climática del , Grinia Ávalos, explica que nuestro invierno se caracteriza por tener un cielo cubierto y lloviznas matutinas. Esto es lo esperado. Sin embargo, no se siente un frío intenso gracias al mar. Su frialdad está asociada a su riqueza, pero, cuando se calienta por el fenómeno de El Niño, genera grandes impactos en las zonas más cercanas.
El mar es un de los factores que intervienen en el clima de Lima; su cualidad de termorregulación evita cambios extremos.

—El frío, las lluvias y tormentas—
Debido a los factores antes mencionados, el clima de Lima es impredecible. No se podría definir categóricamente, pero sí se tiene una aproximación. “A diferencia de otras ciudades, Lima se caracteriza por tener un clima bastante estable sin fuertes cambios, pero aun así el pronóstico es complicado”, dice Ávalos. Comenta que a veces se pasa, rápidamente, de un cielo muy nublado a uno despejado. “Aunque las temperaturas no varíen, el que haya salido el sol es una novedad para el citadino”, agrega.
Los especialistas coinciden en que estamos viviendo un invierno muy diferente al esperado. El hidroclimatólogo de la Universidad de Ingeniería y Tecnología Pedro Rau advierte que“este frío se podría asociar al cambio climático o al fenómeno de El Niño, pero eso no es correcto”. En su opinión es anómalo pero no inédito. Hay registros anteriores de temperaturas similares a las que estamos viendo estos días.
Efectivamente, llegar a diez grados nos alerta, pero no es la temperatura más baja registrada. Hace 55 años, el 11 de junio, La Molina registró 5,5 grados.
La presencia de mega-Niños también ha sido recurrente, recuerda Carlos Carcelén. En 1925, un mega-Niño inundó por completo lo que ahora son los distritos de La Molina, Surco, San Borja y Lima Norte. El 15 de enero de 1970 llovió 17 milímetros en cinco horas, cuando normalmente llueve 10 milímetros por mes: “Lima quedó inundada; era una intensidad inmensa para un desierto”, refiere Rau.
Años después, en 1982, se vivió una tormenta eléctrica y en 1989 hubo truenos y relámpagos, eventos que se volvieron a ver en marzo del año pasado.
En esto hay como una norma no escrita: si sucedió alguna vez, existe la posibilidad de que vuelva a pasar, pero no se sabe cuándo.
Según Ávalos el frío que estamos sintiendo en estos días se debe a tres factores: el primero es la persistente llovizna que se produjo en el mes de julio. Duró 16 días cuando en la misma época, en años anteriores, solo duraba entre 5 o 6 días. El segundo son los vientos del sur; y el tercero, una perturbación en la media y alta atmósfera. “Cuando el aire cae, el flujo del viento impide que se generen nubes; esto crea días despejados”, explica la experta. Sin las nubes, el calor que se ‘guardó’ durante el día desaparece, entonces por la noche la temperatura baja con mayor intensidad. Esta es una situación recurrente en la costa sur, pero no en la costa central y cotidiana en climas serranos, pero extraña para Lima.
Si bien no se puede predecir cómo será el tiempo mañana, sí tenemos la certeza de que nuestra cercanía al mar nos regala un clima privilegiado pocas veces visto en una capital.

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