El 22 de abril de 1997 un comando de fuerzas especiales denominado “Chavín
de Huantar” incursionó en la residencia del embajador de Japón para rescatar
a los rehenes que permanecieron secuestrados 126 días por terroristas del
MRTA. Este es un recuento de los hechos a 18 años del “rescate del siglo”.
El embajador de Japón, Morihisa Aoki y su esposa dieron la bienvenida a cada uno de sus
invitados, entre los que se encontraba el canciller de la República,
Francisco Tudela.
El presidente se excusó de asistir a la celebración debido a que acababa
de retornar de un agotador viaje a provincias. Envió a su edecán, el
Comandante AP Rodolfo Reátegui.
A las 8:20 p.m. del 17 de diciembre de 1996, un grupo terrorista
armado hasta los dientes, hace detonar un explosivo que provocó un
boquete en una de las paredes de la residencia.
Los subversivos ingresaron al jardín lanzando disparos al aire. Se
produce un enfrentamiento entre terroristas y agentes de seguridad y
policías que resguardaban la residencia.
Los asistentes son obligados a tenderse sobre el suelo durante el
intercambio de disparos. Luego de la toma de la residencia, todos son
obligados a instalarse en los dos pisos del inmueble.
Los terroristas, al mando de Néstor Cerpa Cartolini, exigieron la liberación de
todos los integrantes de la cúpula dirigencial del MRTA que purgaban
condenas en cárceles de alta seguridad.
“Si el gobierno no cede, comenzaremos a ajusticiar a los
prisioneros, ¿estamos claros?”, dijo Cerpa Cartolini, cabecilla del
comando emerretista.
La mitad de los rehenes –mujeres y ancianos- fueron liberados la
misma noche de la incursión terrorista, entre ellos la madre del
presidente Alberto Fujimori.
En un mensaje a la Nación, el presidente Alberto Fujimori exige la
liberación de todos los rehenes y que depongan las armas ante una
comisión de garantes.
En las primeras semanas, los terroristas realizaron todo tipo de
declaraciones y las autoridades del gobierno y de las fuerzas armadas
dieron ultimátums a los emerretistas.
La Cruz Roja negoció el ingreso regular de alimentos, bidones de
agua y letrinas químicas a la residencia. El suministro duró durante
todo el secuestro.
El último día de 1996, los terroristas permiten el ingreso de un grupo de
reporteros y muestran al canciller Tudela y al embajador Aoki. Este último
se disculpó ante el Emperador y sus invitados por la situación en la que
se encontraban.
El 27 de enero, fuerzas del orden realizaron una operación de hostigamiento
durante dos horas: un helicóptero sobrevoló la zona, mientras barreminas y
una tanqueta recorrieron el perímetro de la vivienda.
Se trató de una maniobra de las autoridades para ocultar los ruidos
de las excavaciones subterráneas. Un plan de rescate, que incluía la
construcción de túneles, estaba en marcha.
Seis días después de la denuncia, ambas partes retoman el diálogo. El
presidente Fujimori dijo que no iba a revelar la estrategia para poner
fin al secuestro.
Los emerretistas iniciaban el día a las 6:00 a.m. cantando su himno.
Tres horas después realizan trotes y gimnasia. A media mañana
reciben a los miembros de la Cruz Roja.
Por la tarde, a partir de las 3:15 p.m. los terroristas juegan fulbito en
el comedor principal. Los rehenes duermen o pasan el rato con
juegos de mesa.
El 20 de abril, los terroristas reducen de tres a una las
visitas médicas a la semana. Fue entonces que el gobierno
decide actuar y pone en marcha la operación que
planeó meses atrás.
Pasadas las 3:00 p.m. del 22 de abril, un comando militar incursiona
en la residencia tomada por el MRTA.
Los militares fueron captados gritando, corriendo o disparando
desde el techo y los flancos de la residencia. El operativo estaba en
plena marcha.
El segundo piso del inmueble fue remecido por la explosión en la
primera planta. A continuación se desató un intenso intercambio
de disparos y dos explosiones más ocurrieron casi en simultáneo.
Los comandos también ingresaron a la vivienda por túneles que
terminaban en el jardín posterior y en la zona lateral de la casa.
Mientras el canciller Tudela escapaba de sus captores, un terrorista lo
divisó y lo hirió en la pantorrilla. El militar que lo cubría,
Comandante EP Juan Valer, recibió un disparo mortal.
En el segundo piso, tres terroristas que opusieron resistencia a la
operación militar fueron abatidos por los comandos.
Treinta y cinco minutos después de la primera explosión, cuando
se comprobó que el último subversivo estaba muerto, se dio por
concluida la operación “Chavín de Huántar”.
En la azotea de la residencia, un soldado se aproximó al mástil
donde el MRTA había colocado su bandera, y la arrojó contra el
suelo para luego ser pisoteada por los comandos.
Los liberados fueron conducidos de inmediato al Hospital Militar
en un ómnibus que recorrió las calles entre aplausos de
los transeúntes.