FABRICIO TORRES DEL AGUILA Redacción online

Mucho antes de que lo hiciera la Internet, fueron los Beatles quienes globalizaron el mundo.

Comandados por el enorme Paul McCartney, el espíritu de la banda inglesa se introdujo anoche en cada ser humano ubicado dentro del estadio Monumental. Aunque suene disparatado, el distrito de Ate se pareció por única vez a la británica Liverpool. Entonces los relojes y las imágenes y la nostalgia nos llevaron, dulcemente, a tiempos donde ni siquiera habíamos nacido, pero que estaban ya musicalizados por los Beatles.

Es increíble que casi cincuenta años después sus melodías sigan vivas en la gente. Vivas, frescas, tatuadas. En ritmo de rock, blues, bossa nova o salsa. Como si nada hubiera sucedido entre los románticos LP’s de 33 pulgadas y los ultraligeros iPods. Como si el transitar entre el blanco/negro y el high definition (HD) apenas si fuera algo perceptible en el registro de la imagen.

Sus canciones se hallan grabadas en el inconsciente de medio mundo y forman parte de la vida de muchos de nosotros. Más de uno escogería un tema de John y de Paul para musicalizar algún momento su existencia. Estoy convencido de que si en el soundtrack de tu vida no aparece un tema de los Beatles, entonces puede ser que algo grande te perdiste en este mundo.

Los Beatles no han marcado una época ni a cinco generaciones; los Beatles han sido y son una época, que empezó ni bien nacían los años sesenta y que puede que nunca acabe porque, sencillamente, la gente continúa transmitiendo su amor por ellos de la misma manera que un padre inculca a su pequeño, por ejemplo, el amor por un club de fútbol. Ahí está, eso pueden ser los Beatles: un club con miles y millones de hinchas.

Paul, John, George, Ringo cuatro nombres que por cultura general no debes olvidar. Mientras el planeta preparaba al hombre para que pise la Luna, ellos escribían sus nombres en el espacio. Los Beatles son mucho más que cuatro muchachos y centenares de canciones. Los Beatles somos cada uno de nosotros.

De ahora en adelante debemos festejar todos los 9 de mayo que nos regale la vida como el día que los Beatles tocaron en el Perú. La noche en la que cada uno de nosotros hizo dúo con Sir Paul. Tamaño privilegio, ¿no les parece? Los Beatles han tocado en Lima. Y no ha sido una broma. Tócate, pellízcate, es realidad.

Hablar de la vitalidad de Paul, del impecable sonido, de la energía y la voz intactas en él, y del impresionante manejo visual de cada tema es redundar sobre aspectos secundarios. Lo importante, lo trascendente, lo inmortal ha sido que la música de los Beatles tronó en nuestro país.

Quiero que mi ticket de entrada sea parte de la herencia que le dejaré a mi hija. Quiero que ella, cuando sea grande, se la enseñe a sus hijos y les cuente que su papá vio, escuchó y bailó durante el concierto que dieron los Beatles en Lima. Que les diga que si bien únicamente Paul McCartney nos visitó, el resto de la banda estaba en el imaginario de todos. Y quiero que les repita lo que voy a confesarle esta noche: que este fue el mejor concierto de mi vida.