Seguir una dieta mediterránea enriquecida con 30 gramos de frutos secos, la mitad de ellos nueces, reduce en un 30% el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y disminuye en un 49% la posibilidad de sufrir un ictus o accidente cerebrovascular.

Esta es una de las principales conclusiones de una investigación española, que fue publicada hoy en la revista The New England Journal of Medicine, y que aporta una evidencia científica a favor de la eficacia de la dieta mediterránea, complementada con aceite de oliva virgen y frutos secos, en la prevención primaria de la enfermedad cardiovascular, principal causa de muerte en el mundo.

EL ESTUDIO El ensayo, denominado Predimed, es uno de los mayores estudios clínicos de nutrición que se han hecho nunca en el mundo y sus resultados van a permitir cambiar la política nutricional global, aseguró el doctor Joaquín Arenas, director del Instituto de Salud Carlos III de Madrid, que financió la mayor parte del proyecto.

En el ensayo, que arrancó en 2003, participaron 7.447 voluntarios, hombres y mujeres de 55 a 80 años que tenían un alto riesgo de padecer enfermedad cardiovascular pero que aún no la habían desarrollado.

Los participantes fueron distribuidos en tres grupos en función de la alimentación: dieta mediterránea con aceite de oliva virgen, dieta mediterránea con frutos secos (30 gramos al día) y dieta baja en todo tipo de grasas, a los que se les daban listas de la compra por estación y menús y recetas.

El estudio logró cambiar los hábitos alimenticios de las personas colaboradoras, aseguró su coordinador, el doctor Ramón Estruch, quien precisó que a los cinco años ya se observó una reducción del 30 % en el riesgo de sufrir fallos cardiovasculares, lo que muchos fármacos no consiguen. Además, se comprobó que los participantes perdían peso y reducían el perímetro de su cintura a pesar de la incorporación de aceite de oliva virgen y frutos secos a su dieta.

Las primeras investigaciones sobre la dieta mediterránea, reconocida por la UNESCO como Patrimonio Cultural de la Humanidad, se iniciaron en la década de los sesenta, al analizar la prevalencia de la enfermedad cardiovascular en distintos países. Mientras que en Estados Unidos era del 4,6 , en la isla griega de Creta apenas llegaba al 0,5.