Por Renzo Guerrero De Luna

Cae la tarde y al interior de lo que aparenta ser una casa en la urbanización San Andrés se cocina uno de los potajes más requeridos por los comensales noctámbulos de Trujillo: las mollejitas. Al ajo, al sillao o al natural, estas vísceras de pollo —que le dan el nombre al restaurante— se han convertido en toda una tradición, siempre acompañadas de cebolla, canchita y yuca sancochada. Hace 48 años cambiaron su bodega de abarrotes por un pequeño restaurante, gracias a la demanda de varios clientes de este suculento piqueo. Así se inició esta pasión por las mollejitas que ahora tienen tantos fieles que hay más de 20 recintos donde se les rinde culto.

Si bien las mollejitas se consumen desde siempre —ya sean guisadas, a la parrilla o como prefiera el chef de turno—, debido a la fama que adquirió este local el consumo se hizo masivo en Trujillo y alcanzó los ribetes de comida tradicional.

En restaurantes como El Buen Paladar, Mollejitas al Sillao y Las Mollejitas de Miraflores, por nombrar algunos, también vieron como negocio la preparación de esta requerida víscera, hoy por hoy la ama y señora de la noche trujillana.

Así lo entienden también en la anticuchería al paso La Abuelita, una de las más visitadas en la plazuela Pinillos. Por tan solo S/.1,5, uno puede saborear una deliciosa porción con cuatro jugosos pedazos pasados por la plancha, más ají. Una verdadera delicia que se sirve desde hace más de 30 años. “El secreto es hacerlas con mucho cariño”, afirma la nieta de la abuelita María.

Muy cerca de ese acogedor rincón se encuentra abierto, pero desde más temprano, el que se dice es el más antiguo de los restaurantes de Trujillo, el Osaki. Ahí está Méndez, un buen tipo de sonrisa exagerada y una sazón mágica.

Con toda una vida entre ollas y sartenes, siempre rodeado de encantadoras asistentes, este maestro de cocina vierte sobre una sartén con aceite bien caliente una serie de menjunjes coloridos que al cabo de unos minutos terminan en el salón principal, frente a un comensal que se regodea de tan imponente potaje: las mollejitas saltadas son su especialidad.

“Aquí siempre regresas por otro plato”, afirma Julio, y todos en la mesa le dan la razón con la boca llena. Ya sea las mollejitas o por el espectacular mondonguito que preparan, en este lugar casi nunca hay mesas vacías, especialmente los domingos.

Por eso, se les recomienda a los amantes del buen comer que si quieren saborear estas suaves —sí, suaves— y deliciosas mollejas, ya sea en el Osaki, Las Mollejitas, La Abuelita o donde fuere, lleguen temprano a la cita y destierren esos prejuicios que pueden dejarlos sin probar uno de los manjares más sabrosos del norte del país. No se arrepentirán.

¿ADÓNDE IR? Restaurante Las Mollejitas. Calle San Andrés 185, Trujillo. Osaki. Avenida Moche 561, en la urbanización Santa María, Trujillo. El Buen Paladar se encuentra en la Av. América Norte, Trujillo. Anticuchería La Abuelita. Plazuela Pinillos, en el barrio de Chicago, Trujillo.

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