CATHERINE CONTRERAS

Frente al fogón es feliz. Descubriendo la naturaleza, también. Pedro Miguel Schiaffino ya se dio cuenta de que fajarse la chaqueta de chef encerrado en cuatro paredes no va con él. Necesita ver temas en paralelo, buscar inspiración, y está convencido de que esta se encuentra fuera, en su largo y ancho país.

“Queremos mover el tema amazónico”, dice refiriéndose a la inquietud que nace en conjunto con personas como Isabel Álvarez, Flavio Solórzano y Astrid Gutsche. Y aunque aún no tienen nada en concreto, él y los demás saben que hay mucho por hacer.

“Cuando entramos al tema amazónico nos damos cuenta de que con los productores no hay un sistema de proveeduría armado, no se ha levantado información sobre los productos ni están a la mano”, explica.

Lo ha experimentado con su restaurante amazónico de Miraflores, por eso Schiaffino considera que son necesarias nuevas herramientas.

“Por eso sale ámaZ, como una manera de reforzar el concepto amazónico. Necesitamos otros canales para entrar a trabajar con las comunidades, para que esa cadena se dé, porque hasta ahora no se ha logrado”, explica el chef.

FUERA DE LA BURBUJA “Lo de la Amazonía se viene. Hace dos años quizá no estaba seguro, pero ahora sí”, anuncia el chef que hoy está en busca de reforzar la cadena gastronómica asociada a esta región, pero sin descuidar el resto de productos peruanos con los que se alimenta su cocina.

Por eso su agenda para este año prioriza viajes al interior (Loreto, Madre de Dios, San Martín), aunque también Colombia, donde estaría abriendo la segunda filial de ámaZ. La tercera podría también abrirse en Lima.

Pero la novedad extragastronómica está asociada a un proyecto de hotelería en la Amazonía. “Estamos en conversaciones para armar un proyecto con las comunidades. Una manera distinta de ver la hotelería, totalmente vivencial y de experiencia única, de lujo”, adelanta.

“La hotelería es una buena herramienta, es la conexión más directa con las comunidades indígenas, las culturas vivas”, explica. Son los sueños de un chef que mira en paralelo sin descuidar su primer restaurante. “Malabar sigue siendo el centro de experimentación; es lo concreto, lo onceptual”, dice Schiaffino, que este año invertirá US$250 mil en la remodelación de su cocina.