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somos pan-soy
Vanessa Cruzado Alvarez

“La necesidad nos hizo empezar”, es una frase que se repite en las historias – de éxito, si todo va bien- de personas que deciden emprender un negocio. El caso de Yhoselyn Licla, una joven de 26 años, y su madre Julia, de 48 años, no fue diferente. Originarias de Lucanas, Puquio, , apostaron por la panadería para salir adelante. “Todo empezó cuando conocí a mi esposo Antonio. Éramos estudiantes y, por la misma necesidad, él ya era panadero”, cuenta Julia, quien ha dedicado 25 años de su vida a ese rubro. “Alquilamos un horno y nos pusimos a trabajar”, agrega.

La familia de Antonio fue una de las primeras en poner una panadería en la zona. Yhoselyn, la segunda de cuatro hijos, revela que desde pequeños, sus hermanos y ella trabajaban en el negocio para ayudar a sus papás. Al inicio vendían los panes de sus tíos. Años después se mudaron a Huamanga. “Alquilando un horno, mi mamá empezó a ahorrar dinero”, recuerda. En 2008 compraron su casa y, con equipos propios, decidieron expandirse al mundo de la pastelería –gracias a una competencia.

“Mi hermana quiso hacer cupcakes para su enamorado, pero no le salieron bien. Le dije ‘¿cómo no vas a saber hacer eso?’ y me retó a prepararlos”, comenta Yhoselyn entre risas. En el primer intento, ninguna pudo prepararlos porque no sabían que necesitaban de moldes. “Al ver eso, compré una tabla llena de moldes de cupcakes para ganarle”, agrega. Al mismo tiempo, en Ayacucho se realizaba un concurso de planes de negocio organizado por ADRA. La joven participa y gana un capital de 1700 soles. Con eso compró una batidora industrial, moldes para hacer chifones, budines y muffins. Luego de la competencia, se abre un taller para todas las personas del rubro de panadería y pastelería.

Julia ha dedicado 25 años de su vida a la panadería. Desde pequeña, Yhoselyn ayudó con el negocio familiar. Ahora, ambas emprenden en el rubro de la pastelería. (Foto: PAN-SOY)
Julia ha dedicado 25 años de su vida a la panadería. Desde pequeña, Yhoselyn ayudó con el negocio familiar. Ahora, ambas emprenden en el rubro de la pastelería. (Foto: PAN-SOY)

“Cuando voy a la capacitación, veo a una chica que tenía el mandil de . Tan pronto llegué a mi casa, busqué cómo podía entrar al programa”, relata Yhoselyn con cierta extrañeza, como si aún no creyera que forma parte de la ONG PAN-SOY pese a que está ahí desde el 2017. 

TODO O NADA
PAN-SOY es una institución privada sin fines de lucro que brinda una alternativa de apoyo nutricional a poblaciones en estado de necesidad. Tiene presencia en más de 85 distritos en ocho regiones a nivel nacional. Los microempresarios que quieran formar parte deben cumplir unos requisitos. Para ello, Julia y su hija invirtieron tres mil soles en su negocio. “Pedían instalaciones eléctricas, baño adecuado, agua, lavadero con un tamaño específico y eran cosas que no teníamos”, recuerda Yhoselyn. “No nos garantizaba que [implementando] íbamos a entrar, pero el que no arriesga no gana”, agrega.

Y sí que ganaron. El ingresar al programa no solo ayudó a que mejoren su negocio, sino también a tener un mayor sentido de responsabilidad social. Este año, PAN-SOY lanzó un concurso para promover la alimentación saludable en la comunidad de cada microempresario. Para ello, debían desarrollar una receta con el 15% del requerimiento nutricional diario en energía y proteínas según grupo etario. Julia y Yhoselyn eligieron la institución educativa Abraham Valdelomar del distrito de Carmen Alto porque está ubicado en zona de extrema pobreza. “Hay bastantes niños que necesitan nuestro apoyo”, coinciden en pensamiento madre e hija.

Como el público al que se dirigían eran niños y saben que ellos disfrutan las cosas dulces, decidieron hacer un budín de piña con un ingrediente secreto: sangrecita. En el concurso, uno de los requisitos es revalorar los productos tradicionales de cada región. Un insumo ayacuchano es la chancaca de cabuya y lo incluyeron en la mermelada. “Ellos estaban acostumbrados a comer budín de chocolate y para que no se sienta la sangrecita agregamos bastante cocoa, miel, canela y clavo”, comenta Yhoselyn. Los 100 niños que reciben el alimento, les encanta.

Julia y Yhoselyn llevan budines de piña con sangrecita y mermelada de chancaca de cabuya a 100 niños del colegio Abraham Valdelomar en Huamanga, Ayacucho. (Foto: PAN-SOY)
Julia y Yhoselyn llevan budines de piña con sangrecita y mermelada de chancaca de cabuya a 100 niños del colegio Abraham Valdelomar en Huamanga, Ayacucho. (Foto: PAN-SOY)

Jesús García, director de la Institución Abraham Valdemolar desde hace 16 años, señala que los niveles de inicial y primaria tienen el apoyo de Qali Warma, pero en secundaria no contaban con nadie hasta que llegaron Julia, Yhoselyn y PAN-SOY. “Hay más de 600 alumnos [en secundaria] pero elegimos a las personas más pobres para poder ayudarlos”, agrega el educador. 

Según reveló la última Encuesta Demográfica y de Salud Familiar 2018, uno de cada tres niños en Ayacucho tiene anemia. Los alcaldes provinciales y distritales electos de la región se reunieron el pasado 13 de noviembre para comprometerse a reducir los índices de anemia y desnutrición crónica infantil en sus jurisdicciones. Y no son los únicos. “Los directivos estamos buscando convenios para poder mejorar esa situación. Estamos organizando asambleas de padres para que conozcan a nuestros aliados y les enseñen el tema de la alimentación”, agrega García.

La innovadora receta llevó a Julia y Yhoselyn al primer lugar con un premio de 10 mil soles tanto para ellas como para la institución educativa. “Estamos conjuntamente trabajando con el colegio, con la municipalidad y la coordinadora [de PAN-SOY], que nos impulsa a que hagamos bien las cosas”, admite Julia. 

SOBRE PAN-SOY:
​Más de 13 mil personas han sido beneficiadas con el complemento nutricional diario que ofrecen los microempresarios de la ONG. La convocatoria se realiza una vez al año en Ayacucho, Cusco, Ica, Junín, Lima, Loreto y Piura. Para el 2019, se abrirá también en Arequipa.
Contacto: (01) 604 0100 

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