"La construcción colectiva de ‘pulpín’", por Roxanne Cheesman
"La construcción colectiva de ‘pulpín’", por Roxanne Cheesman
Redacción EC

Secretos de la lingüística política. Una situación de conflicto puede sintetizarse en un término atractivo y multiplicar sus tensiones con él. Pero el nuevo significante debe cumplir ciertas condiciones: estar en el inconsciente y marcar la segregación en diminutivo. Veamos un ejemplo, el 12 de diciembre del 2014 un tuit de Marco Sifuentes anunció: “Esto es todo lo que debes saber sobre la ley del trabajador pulpín”. El link del mensaje vinculaba a la página utero.pe que explicaba “Congreso aprobó ley contra los jóvenes. No tendrán CTS, ni gratificaciones, ni seguro por riesgo… vamos a explicarte lo que está pasando con la (nadie le dice así, nosotros la hemos bautizado hace dos minutos) cuya finalidad es que las empresas contraten a (esclavos) personas de 18 a 24 años recortándoles los derechos laborales”. 

‘Pulpín’, que ya era una palabra con siete años de presencia, aunque desconocida para los mayores de 40 años, saltó recién a la fama asociándose a un conflicto político. La primera mención en el Twitter habría aparecido el 13 de mayo del 2007, cuando el usuario Lazlo Rojas, comentando el accidente del grupo musical Néctar, escribió: “Ya está bueno con el arbolito, pulpín, néctar, como se llame”. El tuitero jugaba con el nombre del néctar de frutas Pulp que en el 2006 se lanzó en cajitas triangulares. Los comerciales presentaban niños reclamando el Pulpín.

Luego, entre el 2010 y el 2013, ‘pulpín’ comenzó a ser una palabra jocosa entre los jóvenes, con una connotación diminutiva aunque afectuosa: “Feliz día, mi estimado pulpín”, “mi pata pulpín”, “vamos al cine, pulpín”. Pero adquirió un nuevo contenido en el 2013, asociado al término ‘chibolo’ y a la ingenuidad. El primer tuit que usó la nueva acepción fue de Will Medina, el 27 de enero del 2013: “Chibolo pulpín, pa’ meter mano en un centro”, referida al fútbol. 

Y poco a poco ‘chibolo pulpín’ se convirtió en una referencia al personaje ‘lorna’ o ‘monse’ con cientos de tuits del estilo “Saca la vuelta, oe, chibolo pulpín y no frugos”, “Me llegas, chibolo pulpín”. El 12 de diciembre del 2014, “Hoy me pasé de pulpín” fue, aparentemente, el último tuit que usó el término sin connotación política. Minutos después, utero.pe politizó el sentido de la palabra. Se inició la tendencia que movilizó a los jóvenes.

Lo que sigue es conocido. Jóvenes sin organización política, vinculados por las redes sociales, marcharon cinco veces a las calles, y los medios tradicionales escritos y audiovisuales se rindieron al nuevo término, masificándolo. El gobierno retrocedió y derogó la ley el 27 de enero del 2015. Tal vez sin ese término sintético y despectivo no hubiera sido tan simple. 

Tal vez el secreto fue que es una palabra con dos vocales débiles y una ‘i’ estridente por el acento como un clarín convocante y con un código sonoro preexistente por ocho años, que sintetiza también la segregación de un grupo casi infantil. Los que salieron a la calle no querían que “los agarraran de pulpines”, no querían ser discriminados. La política es lenguaje o “en el principio fue el verbo”.    

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