(Foto: El Comercio)
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Angus Laurie

Queda un poco menos de un mes para las elecciones regionales y municipales. Uno de los aspectos positivos de estos comicios, en general, es que, en muchos casos, los candidatos están enfocando sus propuestas en metas, líneas de trabajo y estrategias, en vez de obras emblemáticas. Incluso, las obras concretas que han sido mencionadas, en la mayoría de casos, representan una continuación de proyectos ya aprobados por anteriores gestiones (como la prolongación de la autopista Ramiro Prialé, la construcción del anillo vial o la extensión del Metropolitano) o una intervención sistémica. Bajo esta última categoría, podríamos incluir las propuestas de , por ejemplo, de convertir vías metropolitanas en ejes de bienestar que promuevan la movilidad sostenible. O también las propuestas de varios candidatos incluyendo a para construir teleféricos para los barrios en ladera.

Obviamente, algunos de los planes de gobierno de los respectivos candidatos son mucho más completos que otros. Por lo general, esta elección se distingue de otras anteriores por el hecho de que, felizmente, hay pocas propuestas de obras emblemáticas específicas, como, por ejemplo, la propuesta de construir un monorriel –que formó parte de la campaña del 2014–.

En el contexto de una ciudad con pocos recursos para invertir en infraestructura, es extremadamente importante que los gastos correspondan a las necesidades más urgentes, bajo una evaluación del costo-beneficio de cada proyecto en términos económicos, sociales y ambientales.

Según un artículo publicado en “El País”, en las últimas dos décadas España ha gastado “81.000 millones de euros en infraestructuras innecesarias, abandonadas, infrautilizadas o mal programadas”. Los malos gastos resultan de cuatro causas: “La corrupción, obras infrautilizadas, proyectos inútiles y priorización inadecuada de inversiones”.

La misma lógica aplica para Lima, donde la corrupción, la falta de capacidad técnica, de planeamiento y de priorizar inversiones resulta en proyectos que no llevan a beneficios medibles o generan costos adicionales innecesarios. Por ejemplo, este año Lima tendría que pagar S/230 millones a los operadores del Metropolitano por no cumplir con su contrato. Queda pendiente otro juicio con los operadores del corredor morado, quienes pierden S/1’200.000 al mes por el hecho de que la Municipalidad de Lima no ha podido retirar las rutas tradicionales de buses que compiten en este mismo eje.

Mientras las propuestas que han surgido para estas elecciones pueden parecer aburridas por tratar más sobre temas de gestión en vez de proyectos, es en temas de gestión e institucionalidad en los que Lima es particularmente débil. Con un buen sistema de gestión y planificación podríamos gastar en lo prioritario. En el contexto limeño, donde hay un enorme déficit de infraestructura, el desgaste en infraestructura innecesaria por una mala gestión no es aceptable.

* El Comercio no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

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