Esta imagen forma parte del plan presentado para la creación de un terminal para cruceros en Miraflores, en la Costa Verde.
Esta imagen forma parte del plan presentado para la creación de un terminal para cruceros en Miraflores, en la Costa Verde.
Angus Laurie

Esta semana salió la noticia de que la empresa Terminal de Cruceros Bahía de Miraflores S.A.C. (TCBM) está desarrollando un proyecto para construir una nueva marina y puerto para cruceros en , justamente en el límite con San Isidro.

El alcalde de Miraflores se ha pronunciado en contra del proyecto por el hecho de que esta obra no está acorde con el plan maestro de la Costa Verde. Tiene algo de razón, dado que el plan maestro de 1995 no propone una marina en este lugar de Miraflores precisamente, sino dos marinas de poca distancia, una debajo del parque María Reiche y otra debajo de la bajada San Martín, en San Isidro.

Para confundir más las cosas, en el 2016 la actual gestión de la Municipalidad de Lima lanzó un nuevo proyecto para la Costa Verde que propuso un gran desarrollo de una marina privada, junto con varios edificios de gran escala justamente en el lugar donde TCBM está proponiendo su iniciativa. Al mismo tiempo, la Autoridad del Proyecto Costa Verde señala que el proyecto no es viable porque “la Municipalidad Metropolitana de Lima es la única entidad competente para modificar la zonificación”. José Larco, de TCBM, afirma que “la autoridad la tiene la APN [Autoridad Portuaria Nacional] y la Marina, según la norma”.

Como muchos proyectos en el Perú, este caso muestra cómo la duplicación de planes urbanos, junto con la fragmentación del sistema de gobernanza, resulta en un laberinto burocrático que hace casi imposible la implementación de proyectos, ya sean públicos o privados.

El proyecto de TCBM, tal como se presenta en las vistas, no es bueno. Su espacio público parece una playa frente a la marina donde nadie se va a bañar, estando rodeado en tres lados por vías vehiculares. Bajo su diseño actual, la propuesta contribuirá aun más a la fragmentación de la Costa Verde en programas aislados.

Por otro lado, el que alguien quiera invertir US$80 millones es una oportunidad. Esta parte de la Costa Verde está en desuso, contaminada por desmonte. El agua del mar está 13 metros más baja del nivel de los suelos, y hoy en día es inaccesible. Necesita inversión.

El litoral ofrece una oportunidad única para tener un malecón lineal y continuo a lo largo de la ciudad. El desarrollo de una marina y terminal crucero podría ser una herramienta para lograr esto. Para que esto ocurra, es necesario definir las bases de un nuevo plan maestro para la Costa Verde con la participación de los ciudadanos, y luego lanzar un concurso público para su diseño. Para avanzar el proyecto de TCBM, sería necesario juntar a todos los involucrados para que desarrollen el proyecto con la inclusión de la plétora de entidades públicas que tienen alguna competencia en este lugar, la comunidad, y el sector privado. Así, el proyecto podría resultar en una inversión privada que, además de generar utilidad para sus inversionistas, articule y mejore la Costa Verde como un espacio público.

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