(Foto: El Comercio)
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Angus Laurie

A lo largo del tiempo, los monumentos acumulan varias capas de significado. Por un lado, los monumentos tienen un significado literal. Según la BBC, la escultura del Cristo Redentor en Río de Janeiro es un símbolo de la Iglesia Católica y fue concebido después de la Primera Guerra Mundial cuando el planeta pasaba por una época de creciente laicismo.

Hoy en día, el diseño del monumento art déco con sus brazos abiertos representa una ciudad abierta, que acoge a una diversidad de residentes. Otra capa importante del significado es que la primera piedra fue colocada en abril de 1922, según el “Washington Post”, para celebrar el centenario de la independencia de Brasil. Por otro lado, la comunidad tuvo un rol importante en el desarrollo del monumento al escribir peticiones al presidente de Brasil para construir el Cristo.

Igualmente, la Estatua de la Libertad en Nueva York es un monumento que ha acumulado una pátina de significado. Su escultor, Frederic Auguste Bartholdi, fue contratado para diseñar un monumento para conmemorar el centenario de la declaración de independencia de los EE.UU. en 1876. El proyecto fue pagado en parte por Francia y en parte por los Estados Unidos.

Esta dama de cobre se ha convertido en un hito para dar la bienvenida a los migrantes hacia los Estados Unidos desde entonces, y fue desarrollada con el apoyo de la clase media, que donó gran parte del dinero para su construcción. En particular, el gran empuje para levantar los fondos fue gracias a la poeta Emma Lazarus, que escribió las palabras inmortales: “Dame tus cansados, tus pobres, tus masas amontonadas anhelando respirar libremente”, que están grabadas dentro de la estatua.

El significado de la Estatua de la Libertad ha tomado una nueva profundidad dentro de la gestión de Donald Trump, siendo un hito moral que está regularmente contrastado con la política antiinmigración actual de los EE.UU.

En Lima tenemos el , que fue terminado el 15 de junio del 2011. No fue desarrollado con el apoyo de la comunidad y tampoco fue hecho para celebrar una fecha o evento importante. Vino como una donación de una empresa privada, Odebrecht, y de un ex presidente que está siendo investigado por corrupción. A pesar de tener un significado literal como un ícono religioso, ahora el Cristo del Pacífico representa todo lo malo que nos aflige como ciudad y como país. Es un monumento a la corrupción y al egoísmo de un individuo, que ha tomado la decisión de colocar un gran objeto en el espacio público sin ninguna consulta previa.

Falta poco más de dos años para el bicentenario. En un acto para celebrar la independencia del país, podríamos devolver el Cristo a la empresa Odebrecht. En su lugar se podría desarrollar algo contemporáneo a través de un concurso público, y con la participación de los residentes, algo que pueda representar lo bueno de nuestra ciudad.

El Comercio no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta

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