En el límite de Huachipa con Santa Clara las unidades de transporte se paran en medio de las vías del ferrocarril para recoger y dejar pasajeros. No hay fiscalización municipal. (Foto: El Comercio)
En el límite de Huachipa con Santa Clara las unidades de transporte se paran en medio de las vías del ferrocarril para recoger y dejar pasajeros. No hay fiscalización municipal. (Foto: El Comercio)

Lima no solo es la tercera ciudad con más tráfico vehicular en el mundo. También es una urbe que cuenta con paraderos de combis sobre los rieles de un ferrocarril sin que nadie se lo impida.

Parece una broma de mal gusto, pero es una realidad. Ocurre en el distrito de Lurigancho-Chosica, en Huachipa, a unos minutos de la comisaría de Santa Clara. Todos los días, los rieles del Ferrocarril Central, el único que transporta carga hacia el centro del país, son convertidos en estacionamientos de buses, con jaladores y ‘dateros’ incluidos, como si se tratara de un terminal autorizado.

Los rieles del ferrocarril central han sido convertidos en paradero de combis (Foto: Anthony Niño)
Los rieles del ferrocarril central han sido convertidos en paradero de combis (Foto: Anthony Niño)

Según los propios maquinistas del sistema ferroviario, con quienes El Comercio conversó, en los últimos años hubo casos de pasajeros que han terminado mutilados o heridos, lo que les ha obligado incluso a modificar la velocidad del tren para prevenir accidentes. Cuentan que son constantes las colisiones de buses que intentan, sin éxito, ganarle a los vagones en movimiento para recoger pasajeros.

En noviembre del año pasado, al menos cuatro heridos dejó el choque de un tren contra un bus de la empresa Apocalipsis en la vía ferroviaria Santa Clara, Ate, cuando este intentó ganarle.

El Comercio comprobó que no hay fiscalización municipal en este tramo. Durante dos horas en la zona se observó a un solo agente policial en tres cuadras a la redonda. A la vez, aquí circulan más de 45 combis por minuto (ida y vuelta) que no cuentan con paraderos autorizados. Para dejar y recoger personas, usan las vías del ferrocarril.

Aquí, el descontrol y el apuro por no llegar tarde impulsan a cientos de pasajeros a saltar encima de las vallas del ‘by-pass’ de la autopista Nicolás Ayllón (Carretera Central), arriesgándose a caer al vacío [ver foto secundaria]. Estas personas, luego, terminan tomando el transporte público sobre las vías del tren.

—La otra cara —

Hay una escasa oferta de transporte formal en esta zona. Según el sistema de monitoreo Big Data del Ministerio de Transportes (MTC), cada día se realizan entre Lima este y el centro de la capital cerca de 100 mil viajes. Sin embargo, solo hay disponibles cerca de 5 mil unidades, que no llegan a cubrir la demanda de transporte formal de esas personas, según la división de data de la aplicación de tráfico TuRuta.

Este déficit, sumado a la falta de control y fiscalización, ha provocado la proliferación de minivanes y combis piratas que ponen en riesgo la vida de los pasajeros.

Tampoco hay suficientes paraderos para la flota formal, lo que lleva a los choferes a usar cualquier punto para dejar o recoger pasajeros.
Un viaje de Huachipa hasta Lima puede tardar hasta 120 minutos en hora punta, como constató este Diario con ayuda de la aplicación Waze. En varias oportunidades, se ha denunciado que los pasajeros de los buses, cansados de esperar en el tráfico, suelen bajarse de las unidades para continuar sus trayectos a pie.

Fuentes policiales atribuyen estas demoras al cambio de rieles del ferrocarril, a la altura de Huachipa. Esta situación puede paralizar el flujo vehicular hasta 20 minutos, y causar embotellamientos en el sentido hacia el centro.

Los vecinos de Huachipa también denuncian graves problemas de infraestructura vial. En junio del año pasado, un camión que transportaba agua potable se hundió en un enorme forado que apareció en la cuadra 2 de la avenida Cajamarquilla.

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