El pequeño ‘Manzanita’ reparte golpes en las calles de Surquillo bajo la supervisión de Álvarez.(Rolly Reyna / El Comercio)
Renzo Giner Vásquez

Un par de jabs, seguidos de un cross y finalmente un crochet. No, no estamos narrando una pelea de dos pesos pesados. Tampoco estamos en el Madison Square Garden. El escenario es una calle de Surquillo y las estrellas son los niños del barrio.

Detrás de ellos, Antonio Álvarez está atento a corregir cada error.

—Eres dueño de un restaurante, ¿qué haces boxeando en las calles?
Soy surquillano y siempre me ha gustado el boxeo. No llegué a hacerlo de forma profesional, pero sí amateur y me di cuenta de que a través de él podían recuperarse muchas vidas. Los boxeadores siempre vienen de familias disfuncionales, de barrios de condición humilde y a través del boxeo pueden llegar a ser grandes, sentirse importantes y notar que son buenos para algo. Creo que es lo que está pasando acá.

—¿Cómo surgió la idea?
Porque vi una iniciativa parecida de muay thai con los niños de Alto Perú, Chorrillos. Vi que lo podía replicar en mi barrio a través del boxeo, que es el deporte que me gusta. De un momento a otro sacamos los guantes a la esquina del barrio, empezamos. Hubo buena respuesta en los niños y luego se sumaron boxeadores como Kina Malpartida, ‘La Pantera’ Zegarra o Jonathan Maicelo, que este año peleó en Surquillo. También tenemos un equipo de boxeadores profesionales que ahora están peleando en Venezuela. En realidad también probamos con muay thai, juegos didácticos y concursos de pintura, pero lo que les ha encantado es el boxeo.

—¿A quiénes va dirigido este programa?
En realidad a todos los niños de Surquillo a los que les guste el deporte. Estamos en tres barrios del distrito: San Fernando (conocido como Chicago Chico), en Villa Victoria y el parque Bolívar. Son las tres zonas más vulnerables del distrito. Ahora el pandillaje ha bajado un poco, pero antes estos barrios eran rivales. La idea del proyecto es que los niños se conozcan gracias al boxeo y romper esa rivalidad entre barrios.

—¿Cuántos chicos vienen?
Son 3 barrios y alrededor de 20 por cada barrio. Todos los días estamos acá, en invierno desde las 4 p.m. y en verano desde las 7 p.m., por el sol.

—¿ De dónde consiguen los implementos?
Hemos recibido apoyo internacional. Además, soy parte del Consejo Mundial de Boxeo, incluso este mes me nombraron integrante de la Federación Sudamericana del consejo. También nos apoyan gimnasios de EE.UU., me donan guantes que han usado pocas veces.

—Más allá de cifras e índices de criminalidad, ¿qué mejoras has visto con este proyecto?
Estos niños no tienen ningún problema entre ellos, pero por crecer en un barrio o en otro creen que deben ser enemigos. Sé que en el futuro la rivalidad no existirá. Creo que el boxeo los ayudará a no seguir por los malos caminos y, al contrario, harán algo bueno por su país.

—¿Cuáles son las ventajas de practicar boxeo?
A esta edad, sobre todo, la confianza en ellos mismos. La coordinación y el sistema psicomotriz también. Los ayuda a caminar seguros por la vida. A pesar de que es un deporte de contacto hay mucho respeto, lo que intentamos inculcar es eso y la disciplina. Esto es muy disciplinado, te exige dormir a tus horas, entrenar muy fuerte.

—Muchos padres ven este deporte como muy violento. ¿No hubo resistencia?
Al contrario, a los papás les encanta. A veces los chicos no quieren venir pero los papás los empujan. Eso es lo bueno del barrio, en algunos lugares no quieren que los niños se golpeen, pero acá pasa al revés. Las mamás les dicen: “Oye, anda a boxear” [risas].

—¿Cuál es el máximo sueño tras este proyecto?
Generar un cambio en los niños, ya sean boxeadores o no, inculcarles el bien y que sean jóvenes de provecho. Pero también queremos que sean campeones, que los que sobresalgan lleven una carrera bien guiada. Tenemos un gimnasio también [ubicado en el cruce de las avenidas Aviación y Villarán] está muy bien equipado, con todos los implementos. Allí van los niños más avanzados, los que están compitiendo. Es gratuito.

—Hay quienes creen que el boxeo está cerca de morir...
En realidad sí. No es un problema solo del Perú, es un problema de esta región. El mismo problema se da en Ecuador, Bolivia, Chile. No hay mucho boxeo pero se está levantando. Por eso también nació Siembra Perú, a falta de competencias hicimos eventos amateurs con el apoyo de la municipalidad. La intención es esa, que el boxeo en el Perú crezca.

—Imagino que debes ser una de las personas a las que más les molesta el mal concepto que la gente puede tener sobre el distrito.
Sí, de hecho las épocas han cambiado. Todo está mucho más tranquilo, pero aún hay barrios como este, que no lo ves porque no entras por acá. Pero es un distrito estratégico y superbueno. La gente de Surquillo es chévere.

—Me han contado que acá tienen a algunos campeones. ¿Cómo se llaman?
Sí. Está Imanol, también Jean Pierre. Incluso hicimos un campeonato que parecía un Mundialito del Porvenir: pusimos un ring en el medio del barrio, se unieron las mamás, los vecinos, duró tres días. Vino gente de muchos distritos y ganamos, se hizo respetar la casa. Salió lindo.

—¿Y qué pasa si un chico que no es de Surquillo quiere venir a entrenar con ustedes?
Hay gente que no es de acá, nos escribe por el Facebook e igual viene. Hace poco se ha mudado a Lima un niño de Trujillo que nos ve [por Facebook]. Nos escribió y dijo que quería venir. La otra vez vino y le ha gustado. Las puertas del barrio siempre están abiertas.

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Ficha del personaje

Antonio Álvarez
Fundador de Siembra Perú

Tengo 33 años y, al igual que mi padre y mi madre, viví toda mi vida en Surquillo. Soy dueño del restaurante Sansushito, formo parte del equipo de Peruvian Boxers Promotions y desde hace tres años y medio comencé el proyecto Siembra Perú.

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