"Poner la ciudad en la agenda política", por Ruiz de Somocurcio
"Poner la ciudad en la agenda política", por Ruiz de Somocurcio
Jorge Ruiz de Somocurcio

Este último martes la Cámara Peruana de la Construcción (Capeco) presentó su libro “Fórmula para una ciudad mejor”. En términos conceptuales, una ciudad mejor  resultaría de la combinación virtuosa de gente, infraestructura, vivienda, equipamiento y gestión.

La fórmula puede ser discutible, pero no es lo central. Lo esencial es que el gremio de los constructores, de la mano de Walter Piazza, ha decidido aportar una dosis de responsabilidad social, alejarse de malas prácticas y recuperar el prestigio perdido de los constructores como hacedores de ciudad.

Parafraseando a Zavalita, el personaje de Mario Vargas Llosa de “Conversación en la Catedral”, yo preguntaba: ¿En qué momento se esquizofrenizó la actividad constructora? ¿Y en qué momento empezó a arrasar los valles de Lima, el patrimonio hispánico y precolombino, casonas, en fin, toda la memoria? Probablemente después de la década de los 40 y de la Segunda Guerra Mundial, cuando el Perú ingresa a la modernidad. En ese momento se  inicia un intenso proceso de urbanización que cambia radicalmente la capital, originando una ciudad formal y otra informal que Matos Mar describe en “Desborde popular y crisis del Estado”. El mercado empezó a urbanizar los valles y haciendas de Lima y los migrantes pobres a ocupar cerros y arenales.

La ideología urbanística fue incapaz de comprender el fenómeno popular hasta que terminó  de visibilizarse construyendo más de la mitad de la ciudad, hacia el fin del siglo pasado.

¿Cómo incorporamos a la Lima policéntrica de hoy, y ciudad de emprendedores a la fórmula de Capeco?

En la mesa de presentación del libro de Capeco, todos coincidimos en el valor enorme que le puede dar al proceso urbano tener al gremio constructor comprometido con una ciudad mejor. Recordaba que el poderoso gremio de empresarios de Medellín, conocido como el Sindicato Antioqueño, fue clave en su apuesta para sacar su ciudad del fondo de la olla en el peor momento. 

En realidad, en un momento tan enrarecido políticamente como el actual, un viento fresco con propuestas interesantes para una nueva gestión urbana parecía venir del gremio  constructor de la mano del libro.

Nadie ha obligado a Capeco a presentar una autocrítica y comprometer su aporte al desarrollo urbano. Entiendo que es una apuesta de buena fe de un sector importante del gremio y ese es el mérito.

Se persigue sembrar valores en los jóvenes con la opción de ser partícipes de una ciudad mejor y enriquecer la agenda académica con un temario que incorpore la sensibilidad social. Sugerí dar operatividad al contenido del libro, situando proyectos estratégicos concretos, durante un período municipal en 2 o 3 distritos de Lima (y una ciudad intermedia). Estos proyectos podrían cambiar el alma de la metrópoli a través de esenciales alianzas público-privadas, construyendo un escenario de aplicación de la fórmula para una mejor ciudad: la respuesta fue de interés total. Toca estar atentos a los próximos pasos.

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