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Gran Mercado Mayorista de Lima,Estibadores,Santa Anita,
Redacción EC

Unos 230 estibadores del Gran Mercado Mayorista de Lima, en Santa Anita, no trabajan encerrados, como lo hacían las víctimas del incendio en la galería Nicolini, en Las Malvinas, pero las condiciones a las que están sometidos son igual de inhumanas: cargan sacos de 2 p.m. a 2 a.m., descansan en colchones sobre el suelo y suelen pagarles su jornal de S/40 con hasta 48 horas de retraso.

Las consecuencias de la informalidad de su oficio caen por su propio peso. El 82% de los estibadores de este centro de abastos sufre algún problema de salud derivado del sobreesfuerzo, según un estudio de la Universidad César Vallejo. El 57% presenta severos males, como alteraciones visuales, tuberculosis y várices.

El promedio de peso que levantan los estibadores es de 113 kilos, más del doble de lo que permite la ley de seguridad y salud en el trabajo: 50 kilos. Ninguno de ellos tiene seguro de salud ni beneficios.

Según el abogado laboralista Víctor Ferro, la responsabilidad sobre las malas condiciones de estos estibadores recaería en los comerciantes y transportistas. Ellos, pese a que generan altas ganancias, maltratan a quienes les brindan el servicio de carga y descarga. En Santa Anita un transportista podría generar ingresos de hasta S/15 mil vendiendo los productos de un solo camión.

Ferro dice que el Ministerio de Trabajo (Mintra) debería regular la situación de los estibadores, quienes forman parte de la cadena de negocio. Para él, este es un ejemplo de cómo la informalidad se convierte en el primer eslabón de la explotación laboral.

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