Ha sido Gandhi, Moisés y villano mandarín con superpoderes, ha trabajado con Spielberg, Scorsese o Polanski pero sir Ben Kingsley, caballero del Imperio Británico y uno de los actores vivos más respetados se siente, profesionalmente, un incomprendido.

La profesión de actor está anubarrada, glamurizada, trivializada, la cultura de la celebridad ha hecho mucho daño, señaló Kingsley durante la presentación en Madrid del filme de ciencia ficción Enders Game (mira aquí el tráiler), en el que comparte créditos con Harrison Ford, otro renegado del estrellato.

Es nuestro trabajo, me encanta esa frase de Harrison, eso es lo que hacemos. Aquí, en este planeta, en esta habitación, en este set de rodaje; trabajamos para contar una historia, para acompañar a la gente, para entretenerla, eso es lo que hacemos, pero es muy difícil para los demás entenderlo y aceptarlo, señaló.

HOMBRES DECIDIDOS Cuando Kingsley habla, clava la mirada en su interlocutor, no es de los que sueltan frases hechas con profesionalidad, sino que parece empeñado en hacer verdadero cada instante, cualidad, al fin y al cabo, que define a un gran actor.

Forjado en las tablas de la Royal Shakespeare Company y en series de la BBC, fue el papel de Gandhi en la película de Richard Attenborough el que le lanzó a la fama, lo que le obligó desde el primer momento a repudiarla, al tener que asumir la modestia y el control del ego del líder hindú.

En Enders Game, dirigida por Gavin Hood y basada en el bestseller de Orson Scott Card, Kingsley interpreta al general Mazer Rackham, un militar legendario por haber salvado la Tierra de un ataque alienígena.

Me fascinan los hombres de uniforme que tienen que tomar decisiones, dijo el intérprete británico, con ganas de indagar más en este tipo de personajes.

La toma de decisiones al más alto nivel, la responsabilidad sobre las vidas de miles de personas, qué significa una elección y de qué manera responsable, amorosa, irresponsable o estúpida se toma son aspectos de lo militar de los que no tenemos ni idea, señaló.

LOS ACTORES JÓVENES Y LA VIRTUD DE LA INTUICIÓN En esta película, Kingsley, de 69 años, coincide también, por segunda vez después de “Hugo”, con Asa Butterfield, que encarna al joven Ender, candidato a tomar el testigo del liderazgo militar.

Uno asumiría que soy yo el que da consejos, pero lo cierto es que he aprendido mucho trabajando con actores muy jóvenes, porque no tienen filtro, no tienen máscara, tienen muy poca técnica y las cosas simplemente les salen, explicó.

Es como jugar al tenis frente a un oponente brillante e intuitivo, nunca sabes lo que puede venir luego, precisó; lo que ellos aprenden de mí, no lo sé.

En cada cosa que dice Kingsley se observan ecos de la sabiduría oriental. También cuando le preguntan dónde se siente más cómodo, siendo un héroe como Rackham o un villano como el que interpretó en “Iron Man 3”.

En mi modesta creencia, cada uno de nosotros contiene algo heroico y algo muy violento y destructivo, ambas tendencias están en nuestro interior, afirmó.

Si las circunstancias cambiaran de forma dramática en nuestra vida nos daríamos cuenta de que tendríamos que enfrentarnos a partes desconocidas de nosotros. Por eso, cuando interpreto uno de los extremos, nunca pierdo de vista el contrario, cuenta el actor, que el año que viene estrena su segundo largometraje a las órdenes de Isabel Coixet, Learning to drive.

EN SU AGENDA Antes de eso, en Navidad, se dejará ver en la adaptación cinematográfica del best seller de Noah Gordon El médico, sobre un joven cristiano nacido en la pobreza en la Inglaterra del siglo XI que emprende un viaje a Persia.

Fiel a los personajes bíblicos, también estará en la película biográfica sobre Moisés que rueda Ridley Scott en el sur de España, Exodus, y hará de rey Herodes en Mary, un drama biográfico sobre la Virgen María, junto a Julia Ormond.

A pesar de esa lealtad, dice que lo que más le gusta de su trabajo es dejarse sorprender. A veces leo un guión sobre el papel y en ese momento me doy cuenta de cuánto deseaba hacerlo, aunque hasta entonces no lo sabía, vienen como una sorpresa y esos son los mejores encuentros, confiesó.