Hay una recompensa por la cabeza de John Wick (Foto: John Wick 3 / Summit Entertainment)
Hay una recompensa por la cabeza de John Wick (Foto: John Wick 3 / Summit Entertainment)
Sebastián Pimentel

Si usted creía que el cine de acción nunca fue una forma de arte, o que ya había pasado de moda, es hora de que reciba malas noticias. Estas las traen Chad Stahelski y Keanu Reeves, director y actor que, como hacía el viejo tándem de Don Siegel y Clint Eastwood, vuelven con esta nueva entrega de un hombre-enigma: asesino a sueldo retirado, amante en duelo por una novia fallecida y lacónico muerto en vida que lucha por dejar su antiguo oficio.

Sin embargo, lo que devuelve al crimen a John Wick se ve en la primera entrega –John Wick: sin control (2014)–: la muerte de su perro, decidida por el hijo de un capo de la mafia rusa neoyorquina. Parece irrisorio, pero lo interesante es el peso simbólico del acto –la mascota era el regalo que su novia le deja antes de morir– y también la fascinación que produce el descubrimiento del verdadero “ser” de ese personaje misterioso: su venganza.

A primera vista, Wick parecería ser un personaje simplón. El problema es que no lo es. Si es verdad que estas películas se articulan en función a coreografías de combates cuerpo a cuerpo muy sofisticadas, también es cierto que la acción es más interesante cuando el antihéroe atraviesa una especie de cruzada de defensa del honor o de la sobrevivencia, que parece no tener cuándo acabar.
Para esto, hay que advertirles a los detractores del género que estamos ante películas que odian el realismo y que proponen un mundo paralelo regido por sus propias reglas narrativas, estéticas y poéticas. Y eso no significa que “John Wick” no diga algo sobre el mundo actual. Lo dice y a raudales: de hecho, la odisea de este cruce de Bruce Lee, Humphrey Bogart y Neo –el Keanu Reeves de “Matrix”– tiene mucho de novela de Franz Kafka.

El director, Chad Stahelski, construye sus películas no tanto como unidades autónomas, sino como una serial antigua del cine mudo. Así, el cine vuelve a sus fuentes primarias: ser un espectáculo popular. Solo que, esta vez, con una densidad redoblada: la narración va dejando pistas que se retoman en los capítulos subsiguientes, en una trama de muchos huecos y lados opacos que se abren y toman cuerpo en un futuro cercano.

“John Wick 3: Parabellum” trata sobre un mundo perverso que convive con uno más ingenuo (el de los ciudadanos que no saben matar). Y Wick es el “humanizado” con el que nos identificamos, algo que gravita en el carisma de Reeves, pero también en la construcción de un personaje que tiene dos cualidades contradictorias: es justiciero y es víctima, un asesino que quiere dejar el mundo de la muerte, solo que a costa de enfrentar un poder más grande. 

Con Wick, estamos atrapados en una red de criminales profesionales que involucra al planeta entero. Ellos están en Nueva York, en Roma o Marruecos. Es un mundo barroco y algo absurdo, donde los más poderosos no son vistos, y todo está controlado por mil ojos disfrazados de vagabundos o tenderos ambulantes. Como Alicia en el país de las maravillas, Wick debe atravesar todos los espacios posibles, y vencer los límites de todas las lógicas.

Finalmente, esta saga es un compendio de la historia del cine de acción. Está el wéstern con sus duelos de gatillo rápido, está el tenebrismo del film noir, está el cine de artes marciales. Wick compendia a Jason Bourne –otra víctima de un globalizado castillo kafkiano– y al Robert McCall de “El justiciero” –otro hombre duro que no puede retirarse–. No obstante, si hay un personaje del cine al que rinde homenaje, ese es Buster Keaton. Casi mudo, a veces torpe y cansado, enfrentado a una multiplicación surrealista de aquellos que lo persiguen, agotado y agotador de las posibilidades de salir con vida, es difícil encontrar un mejor homenaje que este. Larga vida a John Wick.

AL DETALLE:
Título original: “John Wick Chapter 3: Parabellum”.
Género: acción, thriller.
País: Estados Unidos, 2019.
Director: Chad Stahelski.
Reparto: Keanu Reeves, Halle Berry, Ian McShane.
Puntaje: 4/5

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