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Tercera Guerra Mundial: cuando las artes imaginan el conflicto - 11
Juan Carlos Fangacio

Mientras académicos y analistas internacionales se rompen la cabeza sobre los escenarios que en el corto plazo puedan desembocar en una tercera guerra mundial, un diario peruano resumió con honesta economía de palabras dicha tensión global: “Chino loco quiere guerra”, decía la colorida portada, junto a la foto de un Kim Jong-un sonriente y despeinado. 

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Hoy somos espectadores, casi con canchita en mano, de portaviones gigantescos que surcan el océano y de bombas de hidrógeno que podrían desaparecer países enteros. Pero desde hace años la ficción se ha ocupado de plantearse la posibilidad de un nuevo enfrentamiento a escala mundial. Se ha visto en libros de Aldous Huxley y Philip K. Dick –quienes fantaseaban sobre mundos posapocalípticos bastante más cercanos a la realidad de lo que uno imaginaría–, en las místicas películas de Andrei Tarkovsky, en mangas como “Akira” y hasta en videojuegos como “Fallout” y “Call of Duty”. La oferta es amplia y variada. 

Ya desde la Guerra Fría, diversas ficciones persiguieron esas bombas de tiempo. Una de las mejores, sin duda, fue la cinta “Dr. Strangelove” de Stanley Kubrick, en la que la inminencia de una guerra nuclear entre los Estados Unidos y la Unión Soviética fue satirizada a punta de irreverencia. Y aunque esa rivalidad entre naciones titánicas parecía superada, hoy Rusia y EE.UU. aún parecen ser los dos grandes protagonistas de tanta zozobra bélica. 

EL ORDEN MUNDIAL
Hace un par de años Amazon estrenó en formato de serie la famosa novela de Dick “El hombre en el castillo”, que se imagina un mundo en el que la Alemania nazi y el imperio japonés hubiesen sido los vencedores en la Segunda Guerra Mundial. Para promocionarla, revistieron varios vagones del metro de Nueva York con esvásticas y demás simbología nacionalsocialista. La indignación y el malestar general forzaron a los productores a retirar la propaganda. Señal inequívoca de que aún hay temas no superados. 

Como sea, el humor siempre ha sido una de las mejores armas para distender ansiedades. Corea del Norte ha sido últimamente un blanco fijo para la tomadura de pelo: lo han hecho los creadores de “South Park” con la cinta animada “Team America” (2004), Sacha Baron Cohen en “El dictador” (2012) y Seth Rogen con “The Interview” (2014). En todas estas películas, la dinastía de los Kim ha sido retratada como el ejemplo perfecto del totalitarismo más caricaturesco. 

Del otro lado, en Occidente, los Estados Unidos tampoco se han salvado de los ejercicios de ficción. Aunque su lugar habitual es del bando de la sensatez, el cliché parece haberse agotado con la ascensión al poder de su nuevo presidente. El señor Trump –otro personaje de viñeta– agrupa, además, argumentos suficientes para convertirse en el ícono de la llamada posverdad: su discurso y su accionar parecen enredarse en las fronteras de la realidad y la ficción. 

MIEDOS Y PARANOIAS
Google, ese sistema que todo lo sabe, es el mejor reflejo de nuestros miedos: desde hace unas semanas, las búsquedas de la frase “world war 3” (guerra mundial 3) se han disparado como nunca antes. Ese máximo histórico está directamente relacionado con el bombardeo de noticias sobre las bravatas de Trump, Putin, Kim y compañía. 

Pero ¿es realmente posible que se desate un megaenfrentamiento de ese tipo? Entre todas las teorías, las más sensatas (y positivas, por cierto) afirman que esta seguidilla de amenazas quedaría solo en un tira y afloja entre las grandes naciones para mantener sus hegemonías políticas. Porque, valgan verdades, ningún país con semejantes potenciales nucleares se atrevería a atacar a otro que pueda contestarle con la misma intensidad: ambos quedarían reducidos a cenizas. 

Semejante estupidez autodestructiva parece difícil de verse concretada (aunque con la humanidad tal como está, nunca se sabe). Puestas así las cosas, es preferible que las fantasías exterminadoras se queden en el libro o en la pantalla. Déjennos disfrutar la guerra en paz. 

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