Uno de los fundadores del Hay Festival, Peter Florence (izquierda), junto al ex Beatle Paul McCartney. Por el evento han desfilado personalidades de diversas ramas del arte y la cultura. (Foto: Hay Festival)
Uno de los fundadores del Hay Festival, Peter Florence (izquierda), junto al ex Beatle Paul McCartney. Por el evento han desfilado personalidades de diversas ramas del arte y la cultura. (Foto: Hay Festival)
Juan Carlos Fangacio

Se pueden discutir tanto grandes ideas entre varios premios Nobel como hacer chistes en torno al tema más frívolo. Cuando escuchó hablar de Hay-on-Wye, el escritor Arthur Miller preguntó qué clase de sánguche era ese. Pero Hay-on-Wye es, en realidad, una pequeña ciudad galesa y la cuna del Hay Festival, el evento de las ideas y las palabras que cumple 30 años y se ha expandido de una forma y con una fuerza inimaginables.

Nació de la mente de Norman y Peter Florence, padre e hijo, en torno a la mesa de su cocina. Y lo que comenzó como un pequeño encuentro de amigos se fue transformando con los años en una cita tan grande que Bill Clinton –uno de sus invitados– la denominó “el Woodstock del pensamiento”.

Desde entonces, el Hay Festival ha llegado también a países tan diversos como España, Colombia, México, Dinamarca y el Perú. Y ha acogido en sus eventos a Salman Rushdie, Paul McCartney y Julian Assange. Aquí lo que vale es el debate amistoso, distendido, cordial. Por eso cada invitado recibe una rosa de papel al final de cada encuentro. El diálogo es lo que mejor une a los hombres.

Fotografía de 1991 en la que Peter Florence posa con Bob Geldof, músico, activista político y creador de los Live Aid.
Fotografía de 1991 en la que Peter Florence posa con Bob Geldof, músico, activista político y creador de los Live Aid.

Encuentro mundial
Desde su primera edición en 1987, el Hay Festival ha programado un total de 120 festivales en todo el orbe y ha congregado a más de 4 millones de asistentes.

Y aunque las dimensiones pueden haber crecido, su clave está en no haber perdido el espíritu. “Comenzamos con el festival por diversión y hasta hoy lo hacemos por pura diversión. Ahora es mucho más grande, pero la idea es fundamentalmente la misma: un grupo de amigos juntándose para contarse historias y conversar sobre nuevas ideas”, dijo Peter Florence el año pasado a El Comercio.

Otro de sus atributos es el incentivo a la lectura. Apenas hace unas semanas, por ejemplo, el Hay Festival develó su lista Bogotá39, con los escritores latinoamericanos menores de 40 años más prometedores de la actualidad. Iniciativas como esa se replican en otras partes del mundo, con África39, Beirut39, México20, y el próximo Aarhus39, que se presentará en Dinamarca, en octubre próximo, en un festival de literatura infantil.

Amor por los libros
El otro detalle entrañable del Hay Festival es que Hay-on-Wye fue siempre conocida como la “ciudad de los libros”, un pequeño paraíso con pradera y más librerías por metro cuadrado que en cualquier otra parte del planeta.

Ese furor libresco fue iniciado por Richard Booth, un coleccionista delirante que llenó varias casas de Hay-on-Wye con bibliotecas enteras. El tipo tiene un récord Guinness incluso. El Nobel peruano Mario Vargas Llosa visitó en 1991 la pequeña pradera donde se realiza el festival y quedó prendado, en sus propias palabras, de los “centenares de estantes que cubren las paredes, las escaleras, los vestíbulos, los entretechos, los establos y, se diría, todo espacio protegido de la lluvia y el viento en esta inesperada encarnación del cuento borgiano ‘La biblioteca’ que es Hay-on-Wye”.

No por nada fue el propio Vargas Llosa quien sugirió su natal Arequipa como el lugar ideal para que, en el 2015, el Hay instalara una nueva sede. Este año –del 9 al 12 de noviembre– celebrará su tercera edición al pie del Misti. Y los amantes de las palabras y de la conversación lo agradecen. Hay Festival y lo habrá para rato.

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