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Tinta Invisible - Naranjito
Jaime Bedoya

Si el Perú hubiera de tener su propia mascota mundialista, la elección de esta se debatiría entre dos candidatos de fuerza. El primero de ellos sería la terma mundialista.

Se trata de un tanque de acero aporcelanado de 50 litros de capacidad, que mediante resistencia eléctrica de 1.200 vatios brinda agua caliente para la higiene simultánea de tres personas. Lo distingue, y he ahí su singularidad, una franja roja que atraviesa su curvo volumen diagonalmente, insuflando de patriotismo la ducha diaria. Es una edición limitada, conmemorativa del Mundial de (lleva escudo), que proveerá de limpieza patriótica al hincha de bien aun después de terminado el Mundial. Su garantía es por dos años.

El segundo candidato a ser mascota peruana, quizás el favorito, será develado al final de este texto. Mientras tanto, la justicia poética, ese raro y espontáneo evento nivelador de la medida de las cosas, debe estar ocupada lidiando con el espinoso tema pendiente que la mascota de España 82, último Mundial al que asistimos, tiene con nosotros los hinchas. Naranjito, a ti te estoy hablando.

Basta ya de cohabitar en nuestra memoria colectiva como un fantasma fallido que nos maldijo bajo una impronta polaca. Por eso, vete, olvida mi nombre, mi cara y casa y pega la vuelta, fiasco cítrico de antaño.

DE MASCOTAS Y TUMBAS
Fue feliz la idea inglesa de darle un impulso animista a la hinchada con la incorporación de una mascota mundialista en el campeonato de 1966. Total, ellos eran los dueños de la pelota: inventaron el fútbol y tenían el Mundial en casa. El muñeco elegido era un león de nombre Willie.

El tema empezó a derrapar cuando cuatro años después, México 70, el facilismo del estereotipo empezó a asomar en el tema. Esta vez la mascota era Juanito: un niño mexicano de ojos entrecerrados (¿señal de laxa debilidad por la siesta o ingesta prematura de tequila?), que vestía la verde camiseta mexicana luciendo el ombligo al descubierto como si le quedara chica: ociosidad, vicio y obesidad infantil reunidos en una sola imagen.

Juanito - Copa del Mundo México 1970. (Foto: Agencias)
Juanito - Copa del Mundo México 1970. (Foto: Agencias)

El Gauchito, mascota de Argentina 78, volvía a repetir el encasillamiento folclórico en su diseño: un niño pampero víctima eterna de adenoides que le impedían cerrar la boca, a lo Lucho Suárez. Pero al crío se le perdonó la vida porque se trataba de otro hijo putativo de don Manuel García Ferré, el Da Vinci argentino detrás de personajes fundamentales de la argentinidad infantil, tales como Anteojito e Hijitus.

El disloque conceptual Ciao de Italia 90 –unos parantes de arco dotados de una humanidad perturbadora– se hizo llevadero gracias a la insuperable canción de dicho evento, raspada por la ronquísima voz de Gianna Nannini. Su eco nostálgico convoca al divino tesoro que se va para no volver:

Notti magiche, inseguendo un gol
sotto il cielo di un’estate italiana (1)

Pero lo que supuso la debacle final de las mascotas mundialistas, es decir caer aún más bajo que los mamarrachos galácticos Ato, Kaz y Nik del Mundial de Corea-Japón 2002, fue el triste y paparulo felino de Alemania 2006. El tristemente célebre Goleo VI.

LA TRAGEDIA ALEMANA
La genialidad tiene límites. El de Jim Henson fue el de Los Muppets. Por eso resultó absurdo que en el 2006, a propósito del Mundial en Alemania, su compañía considerara que el animal que mejor representaba a dicho país era un león. Es como considerar que el animal representativo del Perú es el ornitorrinco. Con el agravante de que ya había sido un león la primera mascota de Inglaterra en 1966 debido a una razón histórica: el león está presente por triplicado en el escudo inglés. Desde ese mismo Mundial, Inglaterra se convirtió en el rival europeo histórico de Alemania. Insistir en el 2006 con el león era una burrada.

El hijo del diseñador de la compañía Henson se llamaba Leo. Lo que hace el amor paternal. Le agregó de prefijo el anglicismo Go y como prefijo el confuso guarismo romano VI (guiño al Mundial del 2006), y nacía ese esperpento llamado Goleo VI. Pero ahí no acababa el despropósito.

El león era inmenso, 2,30 m de altura, lo que privaba de toda motricidad a quien tuviera la penosa tarea de vestir el disfraz. Y para añadir insulto a la ofensa no llevaba pantalones. Su entrepierna evidenciaba un desconcertante bulto tipo rodilla peluda que no era ni cóncavo ni convexo.

Se cosecha lo que se siembra: la empresa que se hizo de los derechos del merchandising de Goleo VI entró en quiebra poco antes de empezar el Mundial. Nadie compraba el muñeco. Por añadidura, se denunció la presencia de sustancias tóxicas en los peluches del pobre león: dibaticilina, enemiga del sistema inmunológico y sospechosa de inducir esterilidad. Además, la ropa de cama con imágenes de la mascota oficial contenía colorantes de riesgo cancerígeno.

El disfraz oficial de Goleo, más por curiosidad que por gloria, está depositado en el museo de historia germano.

Alemania, dedícate al fútbol.

NARANJAS HUANDO
Al momento de ser elegido como mascota de España 82, a Naranjito se le dedicaron los siguientes epítetos: engendro, monstruo, enano franquista, y según el escritor Juan Benet, “enemigo público número uno que debe ser suprimido, aniquilado y enterrado”, sugiriendo que el título de uno de sus relatos tempranos, escrito en 1961, era una premonición de la mascota frutal: nunca llegarás a nada.

Lo cierto es que Naranjito le ganó a otras 586 mascotas presentadas como candidatas. Entre ellas habían quedado descartadas propuestas tales como una aceituna con chimpunes y un Cristóbal Colón llevando un balón en vez de espada. Los dos finalistas habían sido Toribalón (un toro mutante con cuerpo de pelota de fútbol) y Brindis, un niñito torero/futbolista con un serio problema de orientación vocacional.

Naranjito también fue señalado como hijo del plagio. Ya existía en el universo animado español un personaje llamado la Calabaza Ruperta, que parecía una versión añeja y demodé del cítrico en cuestión. El supuesto homenaje a la naranja valenciana nunca fue querido en España, argumentándose que nada más alejado de un homenaje a una fruta reparadora que convertirla en un testículo inflamado.

En el Perú hemos vivido con Naranjito atascado en el colon durante treinta y seis años. Es hora de expectorarlo y desearle buen viaje. Llega Zabivaka acompañada por su hermano del Mercado Central Zabibamba, y es ahora que es oportuno presentar, le duela a quien le duela, el candidato de peso a mascota peruana 2018: el Leopardus pardalis, el tigrillo.

Su bautizo fue ungido por las lágrimas de Elejalder Godos, tótem del fútbol peruano, titán del Twitter y solitario galán casto de la Cicciolina.

(1) Noche mágica, persiguiendo un gol / bajo el cielo de un verano italiano (P.D. ¿para qué sirve Maluma?)

DATO
La siguiente entrega, a cargo de Dante Trujillo, será el sábado 9 de junio.

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