Marco Aurelio Denegri escribe sobre el amor de pareja
Marco Aurelio Denegri escribe sobre el amor de pareja
Marco Aurelio Denegri

¿Se puede amar, en el sentido de amor de pareja, no en el sentido de amor parental, ni de amor filial, ni de amor amical; no, en el sentido de amor de pareja, ya sea heterosexual, ya sea homosexual, se puede amar a más de una persona al mismo tiempo?

Para averiguarlo hay que tener en cuenta cuatro puntos:

1) La definición de amor. 

2) La capacidad de amar.

3) La posibilidad de que una sola persona, a la que precisamente amamos, satisfaga todas nuestras expectativas e ilusiones.

4) El costo relacional.

Distingo entre el sentimiento amoroso y la pasión amorosa. Esta última es propia del enamoramiento y el erotismo. Es ganosa,  apetente y posesiva. El sentimiento del amor, en cambio, se compone de afecto, ternura y cariño; y también comprende, claro es, la  atención dilecta para con nuestra pareja y el cuidado y la preocupación por ella. Consiste, además, en procurar que la persona amada alcance lo que se juzga su bien. Por bien debemos entender el desarrollo de la personalidad del otro, su enriquecimiento espiritual, su expansión de conciencia, su creatividad y productividad y la adquisición y desenvolvimiento de valores.

El amor no es, por tanto, desligable de la personalidad, es una función de ésta, y debe ser practicado y acrecentado diariamente y siempre. El amor no es, por ejemplo, como el carisma, o don gratuito que Dios concede a algunas personas en beneficio de la comunidad.

En la mayor parte de las personas, la capacidad de amar es, o una semicapacidad, o una capacidad insignificante, o sea pequeña y despreciable; lo cual no tiene por qué sorprender, ya que la mayoría de la gente se caracteriza por su insignificancia.

Los insignificantes no piensan, ni reflexionan, ni tampoco saben lo que son los problemas teóricos. Los insignificantes viven o sobreviven, pero no se preguntan ni se cuestionan, ni son capaces por supuesto de ensimismarse.

Respecto a la posibilidad de que una sola persona colme todas nuestras expectativas e ilusiones y satisfaga cabalmente nuestros deseos y anhelos, la respuesta es obvia: semejante persona no existe. A veces, sin embargo, pareciera lo contrario, puesto que hay personas que temporalmente nos satisfacen en todo; pero sólo temporalmente, no siempre.

Esta implenitud en nuestra relación con el otro se nota desde luego menos cuando nuestras exigencias son mínimas y nuestras expectativas e ilusiones nulas, o casi. Pero si no es así, entonces el otro no nos llenará plenamente; no habrá, pues, plenitud, sino implenitud.

Ahora bien: que nuestra pareja no pueda colmarnos en todos los sentidos, no es una deficiencia, no es un defecto; es normal. Y los que suponen que es anormal, disparatan, evidentemente.

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