Marco Aurelio Denegri. (Foto: Archivo histórico de El Comercio)
Juan Carlos Fangacio

empezaba todos sus programas sin saludar. Ahora acaba de partir sin despedirse. Casi tres meses de internamiento –primero en una clínica privada, luego trasladado al hospital Rebagliati– fueron los que padeció debido a severos problemas gastrointestinales y renales. Hace un par de semanas, sin embargo, presentó una leve mejoría que abría un estadio más optimista respecto a su salud. Pero hace dos noches su situación volvió a complicarse y el intelectual peruano falleció la madrugada de este viernes a los 80 años. El encargado de anunciarlo fue Hugo Coya, presidente del Instituto Nacional de Radio y Televisión:

"Tuvo una embolia pulmonar. Quizás yo he sido una de las últimas personas que lo ha visitado fuera de los doctores y las enfermeras de Essalud. En las últimas horas tuvo complicaciones y falleció antes de las cinco de la mañana".

Ducho en materias de lo más diversas –sexología, lingüística, gallística, periodismo, entre otras–, Marco Aurelio Denegri Santa Gadea fue antes que nada un autodidacta que con todo derecho se denominaba a sí mismo polígrafo (qué curioso que la palabra identifique también al detector de mentiras). Cursó estudios en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos aunque, por confesión propia, llevó también cursos libres en diversas universidades debido a su evidente voracidad por el conocimiento.

Fue también autor de diversas publicaciones, fundó y dirigió la revista "Fáscinum", y durante varios años escribió una columna semanal en este Diario, a la que bautizó como "El ojo de Lima". Esta redacción fue testigo de su obsesivo perfeccionismo, uno que lo desafiaba a sucesivas y minuciosas revisiones, casi hasta el momento exacto de que la nota ingresara a la imprenta. Hasta los últimos días, preparó y entregó un grueso cuerpo de escritos, entre ellos la colaboración que se publicará este domingo con el título "Amor, sexo y matrimonio".

Pero acaso el logro más llamativo de Marco Aurelio Denegri haya sido su larga aventura televisiva, que comenzó en los años 70 y se extendió hasta este año por diversos canales como el ya desaparecido Cable Mágico Cultural y desde el 2000 en TV Perú, con el memorable espacio "La función de la palabra". Una auténtica rareza de la señal abierta que sobrevivió a 'talk shows', enlatados y magazines de farándula con un contenido aparentemente radical y hermético –que podía ir de las culturas clásicas a las crónicas eróticas–, pero que lograba una inédita conexión con el público. Desde luego, no consiguió grandes cifras de ráting, pero Denegri fue, de forma indiscutible, el intelectual más popular de este país. Y eso a pesar de sus detractores, que los tiene.

PERSONALIDAD COMPLEJA
Donde sí era especialmente inexpugnable fue en su vida personal. Fue hijo único, no tuvo esposa ni descendencia directa, y vivió sobre todo para el cultivo de su propio intelecto. Ese aislamiento lo complicó en los días de enfermedad, solo asistido por tres personas de su confianza y por la visita inopinada de personas que acudían a apoyarlo con lo que estuviera a su alcance.

Marco Aurelio Denegri. (Foto: Arkiv Perú)
Marco Aurelio Denegri. (Foto: Arkiv Perú)

Esquivo también para los eventos y manifestaciones públicas, ofreció su última . En dicha conversación revelaría ya algunos de sus problemas de salud –como una visión lógicamente amainada por tantos años de lectura incesante–, así como una pérdida paulatina del interés por las cosas. Consultado sobre si continuaba devorando dos libros por día, respondió: "Ya no. Primero, porque el paso del tiempo limita a la persona, y a mí me ha limitado la visión; y, luego, porque uno termina cumpliendo el mandamiento de Martín Adán. En 'La casa de cartón' dice: 'Límpiate los ojos de entusiasmos'. Y, claro, en esa época no me los había limpiado, estaba entusiasmado".

En ese mismo diálogo también reafirmaría su ascetismo: "Yo tengo poca interacción con los otros seres humanos, y no me interesa tenerla tampoco, así como a ellos tampoco les interesará". Aun así, su portentosa memoria lo convertía en un excelente y variado conversador, como pueden dar fe las personas que pasaron por su programa: de César Hildebrandt a Mónica Cabrejos, de Armando Robles Godoy a Frieda Holler, de Guillermo Nugent a Carmen Gonzales, la 'Dra. Cachetada'. Tajante y expansivo, vitriólico y provocador, Denegri también supo aprehender el lenguaje de la calle y el humor veloz, que tradujo en algunos de los chistes que soltó al aire y que son un éxito en YouTube. Es esa versatilidad, tan excéntrica como imprevisible, la que nos mueve a recordarlo. Un personaje que sin duda se hará extrañar.

TÍTULOS IMPRESCINDIBLES DE MARCO AURELIO

"FÁSCINUM" (1972)
Revista fundada y dirigida por Denegri en la que escribió y reunió artículos en torno a la sexualidad, la pornografía, la censura y otros temas aún considerados tabú para la época.

"CAJONÍSTICA Y VALLEJÍSTICA" (2009)
Insólito volumen que reúne acuciosos estudios sobre dos temas disímiles, pero de gran interés para el autor: el cajón peruano, su origen e historia; y la poesía del gran César Vallejo.

"MISCELÁNEA HUMANÍSTICA" (2010)
Una variada antología de artículos de distinta raigambre, como la pena de muerte, los gestos del hombre, el dogma de Cristo o la agitada prostitución en el jirón Huatica, en La Victoria.

REACCIONES

ELOY JÁUREGUI
Escritor
Nunca entendí por qué a MAD le encantaba que lo llamaran polígrafo autodidacta. Peor, que fuese experto en cajonística o gallística. Yo creo que solamente fue un maestro. Dos faros de avión rompiendo la niebla. Chismoso hasta sus cachas, pero ilustrado. Su sabiduría estaba más allá de los tratados. Mi clásico es “¿Y qué fue realmente lo que hizo Onán?”. Texto para leerlo con diez dedos. Chiflado y huachafo, pero genial. Un ejemplo de erudición. Lástima, un peruano en extinción.

Eloy Jáuregui. (Foto: El Comercio)
Eloy Jáuregui. (Foto: El Comercio)

JORGE ESLAVA
Escritor
Conviene aclarar que la imagen del demonio en nuestra cultura no es sustancialmente maléfica. Nos viene del griego, ‘daimôn’, que representa un ser neutral y dueño de una abrumadora ilustración; aunque espiritualmente impuro, por lo que tenerlo cerca resulta inquietante. Hace cuarenta años Marco Aurelio Denegri ha ejercido en mí este estremecimiento: bien visto en la pantalla o bien leído en sus artículos periodísticos —laboramos juntos en un suplemento dominical—, caía como presa fácil de su vehemencia erudita y perversa. Una noche, cuando coincidimos en una sala penumbrosa de maquillaje, minutos antes de ingresar al set de televisión, advertí con el rabillo del ojo con qué nobleza se peinaba ante el espejo, mientras la asistenta le acicalaba el nudo de la corbata y entonces me dije temeroso: no hay duda, es Mefistófeles, ¿qué me dará a cambio de mi alma?

Jorge Eslava. (Foto: El Comercio)
Jorge Eslava. (Foto: El Comercio)

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Los restos de Marco Aurelio Denegri serán velados este viernes desde las 3 p. m. en la sala Nasca del Ministerio de Cultura, en San Borja.

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