Una foto realizada por Daniel Mordzinski. (Foto: EFE)
Una foto realizada por Daniel Mordzinski. (Foto: EFE)

Casi sesenta aos de gran trayectoria en las letras son difciles de mapear en un espacio breve. Si se trata de Mario Vargas Llosa, Nobel 2010, el objetivo parece enfrentar varios riesgos o vacos por duplicado o triplicado. Qu podra destacarse de una produccin tan amplia o variada que no suene a frase trivial? Modelo arquetpico para cualquier bisoo con hambre de gloria; generador de polmicas que se hacen virales en un mundo plagado de redes; provocador infatigable, admirado y amado por sus devotos, y cmo no, odiado hasta la saciedad por termocfalos de todo pelaje desde la izquierda radical hasta la derecha cavernaria, Vargas Llosa es, en suma, el paradigma del autor-hombre pblico cuyas opiniones siempre producen un escozor apabullante. Y, adems, se ubica en las antpodas de esos creadores que conciben la literatura como un ejercicio alejado de la celebracin meditica. A pocos das de cumplir ochenta aos, ingresa a un selecto grupo de escritores que conforman la coleccin francesa Pliade. Y ha sido declarado leyenda viva por el Congreso de los Estados Unidos.

Una primera etapa de su obra sin pretensiones de periodizar comienza va Los jefes (1959), volumen de cuentos con el que obtuviera el Premio Leopoldo Alas. Luego sobreviene aquel ciclo brillante y precoz de novelas rupturistas y experimentales, que principia en La ciudad y los perros (1962) le vale el Premio Biblioteca Breve, prosigue con La casa verde (1965) Premio Gallegos de 1967 y se extiende hasta 1969, mediante la publicacin de Conversacin en La Catedral. Es el Vargas Llosa de la dcada prodigiosa, reivindicador de Sartre, Flaubert y Faulkner, simpatizante de la Revolucin Cubana y miembro de un dream team que luego se fracturara por cuestiones ideolgicas, integrado por Fuentes, Cortzar y Garca Mrquez.

Algunos creyeron, con cierta necedad dogmtica, que la conversin al liberalismo, luego de su alejamiento de Castro a raz del famoso affair Padilla un intelectual disidente perseguido ferozmente por la dictadura islea cancelara a este febril arquitecto de la novela o debilitara su potencia fabuladora y demonios. Pantalen y las visitadoras (1973) y La ta Julia y el escribidor (1977) han sido revisitadas no como simple trnsito, sino como tentativas en otra escala que reflejan las inquietudes acostumbradas en l: una crtica cida al poder en el primer caso, a travs de la parodia del lenguaje burocrtico de los militares; o un carnaval de los mecanismos de la imaginacin en el segundo, con toques de melodrama cincuentero.

La guerra del fin del mundo (1981) marcar el inicio de una tercera fase. Es realmente aquel homenaje pico a la novela decimonnica tolstoiana su ltima gran empresa? La mezquindad o la antipata son peligrosas enemigas. Hay grandes valores narrativos en textos posteriores, incluyendo a los que se sumergen en el canibalizado Per de la dcada de 1980, como Historia de Mayta o El hablador. Luego, campearn La Fiesta del Chivo, Travesuras de la nia mala y El sueo del celta entre obras meritorias que formaran parte de un nuevo apartado o registro. E incluso Cinco esquinas, que castiga al fujimontesinismo con artillera pesada, no resulta ajena a los contundentes fastos de narrador seguro de quin es quin.

Por supuesto, habr cadas desde las altas cumbres. Existe autor que no las experimente en una actividad que depende del ensayo y el error? Los cuadernos de don Rigoberto, El paraso en la otra esquina o El hroe discreto y otras, lucen menores; aun as, cumplen un rol fundamental: grafican con creces que tambin la imperfeccin es necesaria, porque delata la consoladora humanidad de los elegidos. Por eso, larga vida y salud este 28.

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