Para el álbum número dieciseis de su discografía como solista y su primer material original en seis años, Paul McCartney recurrió a un equipo de cuatro productores.

El resultado es fresco y cómodamente familiar. McCartney es un maestro de la canción pop pegajosa de tres minutos y, a pesar de lo que insinúa el título de “New”, que en español quiere decir nuevo, no se reinventa. En vez de eso logra 45 minutos agradables de canciones pop rítmicas que seguramente complacerán a sus viejos admiradores mientras que se aventura muy poco en nuevos terrenos.

Simplemente basta con intentar escuchar “On My Way to Work” o “Queenie Eye” sin comenzar a mover la cabeza a su ritmo. Lo odien o lo amen, pocos pueden lograr ese tipo de cancioncitas como McCartney.

Pero no es Bob Dylan.

Hay algunos guiños con material con cierto peso por aquí y por allá, pero eso es todo, un guiño. McCartney puede hacer de cuenta que enfrenta los demonios que pueda tener, pero lo hace de manera por demás efímera.

Fuera de esto, el simple hecho de que McCartney pueda presentar algo que no sea una repetición de sus éxitos anteriores es en sí un logro, especialmente cuando ese sería el camino más sencillo, y uno que ya ha tomado varias veces en su prolongada carrera.

Gran parte del crédito del éxito de New (editado por Hear Music) es para los cuatro productores de McCartney, especialmente Paul Epworth (quien ha trabajado con Adele) y Mark Ronson (con Amy Winehouse). Los otros dos, Giles Martin y Ethan Johns, son hijos de los famosos productores de los Beatles George Martin y Glyn Johns.

Aunque la manera de trabajar con múltiples productores habría podido llevar a un desastre, el resultado es sorprendentemente cohesivo, con un sonido moderno y, en especial, muy divertido de escuchar.

¿Ya escuchaste el nuevo disco de Paul McCartney? ¿Qué te pareció?