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Matar al pasado parece algo inherente en la industria pop. La fórmula ya es conocida: un ídolo adolescente lo bastante perfecto para su público y los padres de estos, rompe con esa imagen, para abrazar una versión más “incorrecta” de sí mismo. Le ocurrió ya a Miley Cyrus y Justin Bieber, antes a Britney Spears y a Robbie Williams. En esa línea, el regreso de no es ninguna novedad, es más bien lo que la “industria necesita”.

El reciente lanzamiento de la rubia titulado “Look What You Made Me Do” es una venganza bastante cocida y muy bien servida. Se trata de un alegato contra la imagen que predomina de ella en los medios, y una respuesta a sus enemigos. Por años, la cantante ha sido señalada como fría, calculadora y poco leal. Por eso, entre sus rivales se encuentran Katy Perry, Nicki Minaj, la pareja Kanye West-Kim Kardashian, Calvin Harris, y otras de sus ex parejas a quien Swift les ha dedicado discografías enteras.

Es cierto que la industria musical sigue siendo muy dura con sus personalidades femeninas. Existe un doble estándar que la propia Madonna ha denunciado el año pasado en un evento de la revista Billboard en Nueva York: "Gracias por reconocer mi capacidad para sobrellevar 34 años de carrera en medio de un sexismo flagrante, una misoginia y abusos constantes". Lo de Taylor es un claro ejemplo: la acusaron de arrogante cuando en el 2014 decidió retirar toda su música de Spotify en un movimiento que resultó un duro golpe para los servicios de streaming; la responsabilizan de sus romances fallidos con otras figuras del ‘showbiz’, y posteriormente lucrar con sus historias de amor; la tildaron de problemática cuando en 2013 se peleó públicamente por el amor de John Mayer, y “rompió palitos” con Katy Perry, con quien mantiene una rivalidad que a estas alturas ya tiene fecha de caducidad por lo cansina y cómica en que se convirtió. En resumen, todo parece culpa de Taylor Swift.

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El lado oscuro del pop
Consciente de su mala reputación, la intérprete estadounidense anuncia su regreso “matando a la antigua Taylor”. Mientras estrellas como Miley Cyrus, Lady Gaga y Kesha se acercan al country, Swift se aleja del sonido con el que nació en la industria, para explorar en el electroclash y en un pop “más sucio” en el primer single de su nuevo álbum oportunamente llamado “Reputation”, que será lanzado el 10 de noviembre en todas las plataformas.

Todo estaba calculado para el estreno de “Look What You Made Me Do”. Tras desaparecer del ojo público en el 2016, Swift eliminó el contenido de sus redes sociales para crear expectativa entre sus seguidores. Lo que siguió fueron imágenes de serpientes, en clara referencia a la pareja de West-Kardashian que la llamó hipócrita cuando la rubia se quejó de ser insultada en el tema del rapero, “Famous”. Con esto, la polémica estaba servida.

“Look What You Made Me Do” está lleno de contraataques indirectos a sus detractores. “Cariño, me levanté de la muerte/ lo hago todo el tiempo / Tengo una lista de nombres, y el tuyo está subrayado en rojo”, reza una de sus estrofas. Es una guerra declarada y Taylor no ha pensado en los daños colaterales de su nuevo tema. Varios grupos supremacistas blancos y neonazis en América ven a la estrella como un vehículo que puede llevar el discurso de odio en sus letras. Sitios web de supremacía blanca como han adoptado a Swift como su "diosa aria" ya que, con su cabello rubio y ojos azules, algunos creerían que podría haber sido la estrella de pop soñada durante el Tercer Reich, según una investigación del sitio Broadly, del grupo Vice.

A esto hay que sumarle que el tiempo que Taylor se mantuvo en silencio coincidió con la campaña electoral en Estados Unidos, lo cual convocó a varios compañeros artistas a denunciar el mensaje de odio que expuso Donald Trump. Swift en cambio prefirió no comentar acerca de las elecciones presidenciales ni del triunfo del empresario. Eligió callar. Algunos piensan que por intereses comerciales Y otros porque comulga con muchas ideas conservadoras del presidente republicano. Es cierto que las estrellas pop no están obligadas a involucrarse en política (ya lo hizo alguna vez Britney Spears cuando apoyó a George W. Bush en medio de la guerra con Iraq y la crítica fue inclemente con ella), pero bien pudo haber condenado las declaraciones misóginas que hiciera Trump en su momento.

Habrá que ver si “Reputation” y este personaje vengativo que surge con él no se convierte en un arma de doble filo para la ex niña tierna del country.

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