“Entrego mi alma en esta obra porque me siento identificado"
José Silva

El personaje que Alejandro Villagomez interpreta en “El amo Harold y los muchachos” sufre un tic que se evidencia cuando está en situaciones complicadas o momentos tensos. Willie es un humilde mozo negro en la Sudáfrica de mediados del siglo XX.

Mientras trapea el piso del café donde trabaja, él sueña con ganar el concurso de baile en su pueblo. Practica con el trapeador y recibe los consejos de Sam, su amigo mayor y protector.

La nobleza del personaje que recayó en Villagomez parece tener un efecto conmovedor en la audiencia, que lo mira atentamente llorar durante el desenlace de la puesta en escena.

“El amo Harold y los muchachos”, escrita por Athol Fugard, es dirigida en Lima por Adrián Saba. En ella, un adolescente blanco descubre su lado racista frente a sus dos empleados negros. Esto sin que ellos le hayan hecho daño alguno.

Conversamos con Alejandro Villagomez sobre esta puesta en escena que irá hasta el 5 de marzo en el teatro La Plaza de Larcomar.

-Tu personaje tiene un tic. ¿Cuánto aporta este detalle a su personalidad?

Sí, Willie tiene un tic nervioso que refleja su impotencia, todo ese pasado que carga a través de sus conflictos. El tic refleja sus temores.

-¿Qué sensación tuviste cuando leíste el guión por primera vez?

El texto es tan claro, y tiene un mensaje tan directo que la primera vez que hicimos el casting, me percaté de la magnitud del mensaje que tenía esta obra.

-¿Cuánto hay tuyo en el personaje de Willie?

Mucho. Willie no está muy lejos de mi propia verdad. Él ha pasado por conflictos reales. Uno vive situaciones de este tipo, sufre temores, cambios radicales, humillaciones. Y todo por ser un soñador que disfruta bailar y cantar. Eso lo alimenta, lo mantiene vivo.

-¿Por qué crees que si avanza tanto la tecnología, y la sociedad en sí misma, persisten actitudes ligadas al racismo y la discriminación?

Aunque cueste decirlo, creo que pasarán décadas, siglos y años, pero eso está acá [se señala la cabeza] en la ideología, en los sentimientos y en la educación de cada uno.

-Hay una parte en la que tu personaje admite que le pega a su novia. Eso era habitual en la Sudáfrica de mediados del siglo pasado…

Sí, era algo muy radical. O sea, el esposo reprendía a la mujer por una mala conducta o porque le servía la comida fría, no sé. Para Willie era ‘normal’ eso: había que reprender, o darle una tanda al que se equivoca. Willie le comenta a Sam que siente frustración porque Hilda (su pareja) no lo apoya con su sueño, que es el baile de salón. Ella lo planta y lo deja solo en los ensayos.

-¿Qué ha significado para ti trabajar en una obra con un mensaje tan potente como “El amo Harold y los muchachos”?

Esta es la primera obra de texto que hago en mi vida y siento que no pude empezar con una mejor obra. Esta es una historia que a mí como afrodescendiente me identifica y envía un mensaje muy profundo para toda la humidad, especialmente para los afrodescendientes como yo. El racismo está vigente, pero yo nunca permito que me vean como me quieran ver. Vivo mi vida tranquilo. Si recibo ofensas o paso malos ratos, tengo el corazón ‘aclimatado’, no me ofende, no me siento menos. Al contrario, me siento más fuerte. He pasado muchas situaciones así pero no dejé que eso se convierta en un trauma para mí. Entrego mi alma porque me siento identificado con la obra.

SOBRE LA OBRA
La obra va hasta el 5 de marzo. Los horarios son de jueves a martes a las 8 pm y los domingos a las 7 pm. Las entradas están a la venta en Teleticket de Wong y Metro, y en la boletería del teatro La Plaza. También pueden adquirirse vía el Call Center de La Plaza 505-0550.

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