"Cualquiera": esto pensamos de la obra de La Plaza [CRÍTICA]
"Cualquiera": esto pensamos de la obra de La Plaza [CRÍTICA]

Juan Carlos Fisher cambia de rumbo y se aventura en un misterio inglés de finales de siglo XV. Se trata de “The Summoning of Everyman”, conocido como “Everyman” y cuya traducción al castellano es “Cualquiera”. Una obra moral de cuyo autor no sabemos nada, aunque hay quienes afirman que pudo ser el holandés Peter van Diest, y que se mantuvo oculta en el tiempo hasta comienzos del siglo XX.

Si en sus orígenes se representaba a manera de un auto sacramental, la obra ha ido transformándose con el tiempo. En 1901 volvió a imponerse al pú- blico británico y poco después al americano, pero de acuerdo con los requerimientos del teatro moderno. Recientemente, la poeta Carol Ann Duffy presentó una adaptación contemporánea en Londres. Esta es la versión elegida por Fisher. Pero en su paso a la escena limeña, el director ha creado su propia versión para acercarla al público local.

No conozco el texto británico, pero “Cualquiera” funciona de comienzo a fin sobre el escenario. Estructurada como un cuento alegórico, la obra comienza con una escena sobre un mundo de grandes excesos y banalidades. Una fiesta interminable que sin ninguna razón aparente deshumaniza a sus participantes despojándolos de sus identidades y sentimientos.

Dios decide enviar a uno de estos hombres a la muerte pero ofreciéndole la oportunidad de revisar su vida, sus relaciones y sus afectos. Tal vez con la esperanza de que este hombre encuentre compañía en sus últimos momentos. Elige a Cualquiera, quien intenta en vano encontrar en su vida un solo hecho significativo que le permita obtener la redención. Como vemos, se trata de un texto que pese a sus adaptaciones al tiempo y al espacio, mantiene una estructura tremendamente cristiana en la que el hombre difícilmente escapa a su destino.

EL ORIGEN DE LA HISTORIA
Sin duda, una obra como “Everyman” tiene que haber sido un antecedente directo de “Fausto”, de Goethe. Partiendo de la premisa de un hombre contemplando su propia existencia al borde del abismo, sin duda es así.

En el programa de la obra, también se hace referencia a otras creaciones dramáticas que pueden tener sus raíces en esta pieza moral, incluyendo “Peer Gynt” (1867), de Ibsen; y “Our Town” (1938), de Thornton Wilder. Hay una clara secuencia que probablemente incluya muchos más títulos. Yo me animaría por “A Christmas Carol” (1843), de Charles Dickens, y guiones cinematográficos como “Here Comes Mr. Jordan” (1941), dirigida por Alexander Hall, y su ‘remake’ “Heaven Can Wait” (1978), de Warren Beatty y Buck Henry.

En todas, la humanidad contempla sus propias alegrías y miserias con la esperanza de corregir o por lo menos justificar su paso por este mundo.

En “Cualquiera”, Fisher asume el compromiso de hacer esa revisión. Curiosamente, pese al renovado lenguaje y a la elección de determinados tipos humanos para interpretar a Dios y a la Muerte, se mantiene muy fiel a la estructura medieval original. Porque si en el texto cuestiona temas tan grandes como la religión misma, finalmente se somete a los designios de un Dios todopoderoso del que no puede escapar. Por supuesto, con gran precisión y absoluta confianza en su propio oficio teatral nos ofrece un espectáculo muy maduro y capaz de captar la atención de la audiencia de comienzo a fin.

Rómulo Assereto se entrega por completo a su personaje. Pe ro Cualquiera es un protagonista atípico que no logra despegar del todo y se mantiene atado a los convencionalismos medievales en los que fue creado. Más allá de la adaptación de Carol Ann Duffy o de la cercanía que el montaje de La Plaza nos ofrezca, Cualquiera es un hombre sin clara identidad y sin una voluntad determinante. Una condición que lo condena desde el comienzo.

Y pese a todo el esfuerzo por convertir el misterio en una pieza teatral contemporánea, es justamente su protagonista quien no logra poner los pies en el siglo XXI. Está atado a sus culpas por voluntad divina y nada, ni siquiera el arrepentimiento, lo redime. Una visión cristiana muy dura, casi fundamentalista, que felizmente la propia Iglesia ha ido transformando a lo largo del tiempo.

En el reparto brillan especialmente Gabriela Velásquez e Ismael Contreras, quienes interpretan sus roles con gran seguridad escénica. Incluso van más allá de sus personajes, concebidos a manera de alegorías, para hacerlos seres vivos. Velásquez con naturalidad, Contreras acentuando la criollada. El resultado es magnífico. Como también el desarrollo del personaje de la hermana, interpretado por Mayella Lloclla, que pasa del malhumor a la emoción con tanta humanidad que conmueve realmente. El resto del reparto sigue con precisión la línea fijada por el director y nadie rebasa su participación.

AL DETALLE
Dirección: Juan Carlos Fisher.
Adaptación y traducción: Juan Carlos Fisher y Rómulo Assereto.
Producción: Natalia Urrutia.
Protagonistas: Rómulo Assereto, Gabriel Velásquez, Ismael Contreras, Ana Cecilia Natteri, Humberto Cavero, Fiorella de Ferrari, Mayella Lloclla.
Teatro La Plaza, de jueves a martes a las 8 p.m. y domingos a las 7 p.m.

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