"Derecho de piso". (Foto: AFP)
"Derecho de piso". (Foto: AFP)
Jerónimo Pimentel

La polémica futbolística está, por primera vez en esta larga luna de miel, alrededor de . La decisión de sentar a Paolo Guerrero, la mejor carta de gol que ha tenido Perú en toda su historia, iba a estar innegablemente teñida de polémica. La solución no era fácil, en tanto el técnico replanteó el juego peruano para funcionar sin un ‘9’ de referencia en estos últimos 7 meses a causa de hechos por todos conocidos. La alineación no era intuitiva: Jefferson está en un gran momento; Carrillo es el mejor jugador de la hoy; Flores ofrece cobertura por su banda y gol; y Cueva, por su posición, no tiene suplente natural. ¿A quién sientas? Solo uno de los dos cracks de la promoción 84 podría alinear desde el arranque. Gareca eligió al que tenía más continuidad.

¿Fue un error? No hay una respuesta automática. Una vez acabado el partido, con la ventaja de quien ve los hechos consumados, es posible sostener que sí. Guerrero entró bien y es posible creer que hubiera incomodado a los dos centrales daneses y no hubiera tenido problemas para asociarse, si esa era la preocupación del comando técnico luego del amistoso con Suecia. Pero también es posible sostener que no. Perú generó sin él en el campo por lo menos cuatro situaciones clarísimas: la de Carrillo a los 12’ con atajadón de Schmeichel; la de Farfán a los 28’ que bloquea Kjaer; el penal autogenerado por Cueva; y el zurdazo de Flores nuevamente barajado por el ‘1’ danés. ¿Con Guerrero adentro la pelota hubiera entrado? El terreno de la especulación es tan fértil que es posible imaginar una goleada, incluso, antes de despertar. Allá quienes se solacen con el bálsamo de la imaginación mesiánica.

Perú jugó bien, desplegó un fútbol ofensivo y atractivo, y superó a su rival en todos los indicadores posibles (posesión, pases, regates), excepto en el determinante: el gol. Los nuestros estuvieron apurados en la resolución, lo que es atribuible a los nervios del debut. También esta excitación explica el desempeño del equipo, que fue irregular: la Blanquirroja tuvo un arranque agresivo y se ahogó a los 25 minutos del primer tiempo; el penal lo descorazonó, literalmente, hasta las lágrimas, y solo reaccionó cuando tenía el marcador en contra y el reloj adverso. Ha faltado oficio y cabeza fría para dosificar los esfuerzos y resolver. Para eso se necesita experiencia, la recompensa que trae una derrota cuando has sido mejor que tu rival.


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De aquí en adelante toca mirar a los ojos sin miedo. Francia es un equipo potente pero inestable, al que toca enfrentar a muerte pero con prudencia. Los errores serán más evidentes y las oportunidades de anotar, probablemente, más escasas, por tanto, más costosas si se desperdician. Sin margen de error, a Perú solo le queda medir su tamaño contra uno de los favoritos. Fallar en este nuevo examen implicaría dejar de depender de uno mismo. La sensación que deja el primer encuentro es que este equipo merece más. El jueves se podrá ver de qué madera está hecho.

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