SUSAN ABAD Corresponsal en Colombia

Cinco años han pasado desde que, en una espectacular e impecable operación, el Ejército de Colombia le arrancara 15 secuestrados a las FARC, entre ellos Ingrid Betacourt y tres contratistas estadounidenses.

“Ese momento en que el capitán de la nave nos dice: ‘somos el Ejército Nacional, están libres’ solo se compara con la explosión en el pecho que sentí hace seis meses cuando nació mi hija”, cuenta a El Comercio el hoy sargento Amaon Florez. Por entonces, cumplía 10 años en poder de las Fuerzas Armadas Revolucionarias .

“Fue un milagro”, ha dicho la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt, quien siete meses antes del rescate y tras seis años de cautiverio había escrito: “aquí vivimos muertos. He dado muchas batallas, he tratado de escaparme en varias oportunidades, he intentado mantener la esperanza pero ya me doy por vencida”.

Lo que aconteció el 2 de julio del 2008 quedó fuertemente grabado, no solo en la mente de los liberados y los que participaron en la operación, sino en los colombianos en general. Por estos días, en programas de entretenimiento y en tertulias se preguntaba: “¿Dónde estabas cuando Jaque?”.

Aquel día, una veintena de miembros del Ejército, disfrazados de integrantes de una comisión humanitaria que supuestamente llevaría a los secuestrados ante el jefe de las FARC “Alfonso Cano”, engañaron a los comandantes terroristas “César” y Gafas” y lograron embarcarlos junto a los rehenes en un helicóptero y sacarlos de la selva sin un solo disparo. “Una operación militar que ya forma parte de la historia como una de las más importantes del mundo”, así la calificó en su momento el entonces ministro de Defensa y hoy presidente, Juan Manuel Santos.

LA DIFICULTAD DE VOLVER Los álgidos días quedaron atrás. Hoy todos coinciden en que no ha sido fácil reintegrarse a después de tantos años de vejámenes y torturas, pero que el amor de sus familias ha logrado que vuelvan a vivir. Así lo cuenta el coronel Juan Carlos Bermeo, quien meses después de su liberación se casó con la joven periodista que durante su cautiverio –y sin conocerlo–, se encargó de que recibiera mensajes radiales de su familia. Hoy tienen una niña de tres años.

El valiente teniente Raymundo Malagón sigue en el Ejército. Hoy tiene el grado de mayor y no nunca pasa sus vacaciones en Bogotá. “He viajado por Europa, he visitado las pirámides de Egipto y no quiero perder un minuto de vida”, explica. “Cada vez que llego a uno de estos sitios levanto las manos al cielo y agradezco mi libertad”.

Para otros, sin embargo, la prolongada ausencia causó estragos imposibles de superar. Cuando regresó a casa el sargento de la policía John Jairo Durán encontró adolescente al hijo que dejó de ver por 11 años. Intentó recobrar a su familia y hasta tuvieron otra niña. “Lastimosamente no se pudo”, dice con pesadumbre.

De los estadounidenses se sabe que Mark Gonsalves es el único que sigue trabajando en la empresa en la que laboraba con Tom Howes y Keith Stansell, cuando las FARC se los llevaron. Para él tras cinco años de secuestro Jaque fue “como ganarme la lotería”, afirma desde Connecticut, donde vive con su familia.