Rafi es afgano, tiene 26 años, y hasta hace poco era considerado una persona importante: estaba luchando por la liberación de su país, dice, trabajando como intérprete para el ejército británico en Afganistán.

Pero en 2011, después de quedar gravemente herido tras la explosión de una bomba en una carretera, se vio forzado a renunciar a su empleo y se convirtió, a los ojos de muchos en su país, en un traidor por haber ayudado al enemigo.

Rafi tuvo que salir de su país después de recibir una serie de amenazas de muerte del talibán.

Pensando que su antiguo empleador, Reino Unido, podría ayudarlo, pidió asilo en este país. Pero su solicitud fue rechazada.

Esperaba que me recibieran como un héroe y que me trataran como amigo del pueblo británico de la misma forma como nosotros recibimos con los brazos abiertos a las fuerzas británicas en Afganistán, cuenta Rafi, cuya situación fue dada a conocer por la organización británica de ayuda para refugiados, Refugee Action.

Sin embargo, mi felicidad duró poco y la época más devastadora de mi vida comenzó.

Rafi esperó 17 meses para que el Ministerio del Interior británico decidiera rechazar su solicitud de asilo sobre la base de que no creían que era afgano porque hablaba inglés de forma fluida.

Fue hasta después de una campaña en su nombre cuando el gobierno le otorgó asilo.

El caso de Rafi no es único.

PAQUETE POCO GENEROSO Con el retiro de las fuerzas británicas y de otros países de la OTAN de Afganistán, que se espera para fines de 2014, cientos de traductores e intérpretes que trabajaron con éstas, y que arriesgaron su vida de la misma forma que los propios soldados, son ahora considerados traidores por el talibán.

Reino Unido anunció este año un paquete de reubicación para unos 600 afganos, varios de ellos intérpretes, que trabajaron directamente con las fuerzas del país en Afganistán.

Pero sólo podrán aplicar aquéllos que estuvieron empleados hasta el 19 de diciembre de 2012 durante 12 meses o más, y quedarán excluidos los que dejaron el empleo antes de esa fecha.

En España, la situación de los intérpretes y traductores que trabajaron para las fuerzas de ese país es aún más incierta.

Las tropas españolas estacionadas en la provincia de Badghis, en el noroeste del Afganistán, están volviendo a su hogar. Pero los 40 traductores que trabajaban con ellos en esta región deberán permanecer allí temiendo por sus vidas.

Hasta ahora, según se informa, no han recibido ninguna oferta del gobierno español para ser reubicados o recibir alguna ayuda de ese país.

La periodista Mónica Bernabé, corresponsal en Kabul del diario español El Mundo, ha estado siguiendo la situación de estos traductores.

En Badghis las fuerzas españolas tenían en total 40 traductores e intérpretes afganos, explica la periodista a BBC Mundo.

Básicamente les avisaron que los iban a echar cuando las tropas se retiraran. Les pagaron su último mes de sueldo sin darles ninguna compensación y sin ofrecerles nada más.

En los próximos meses las tropas cerrarán la base de Qala-e-now, la capital de Badghis, y posteriormente clausurarán la de Herat para finalizar el repliegue del próximo año.

Los traductores estuvieron trabajando en distintas localidades de Badghis, pero principalmente en Qala-e-now que es una localidad muy pequeña, cuenta Mónica Bernabé.

Esto es un problema porque aquí todos se conocen y todos saben que trabajaron para las tropas españolas.

Haber colaborado y trabajado para las tropas extranjeras ha provocado hostilidad en sectores de la población que consideran a los traductores e intérpretes traidores.

Además de que esto los pone en riesgo, también les ha creado dificultades para encontrar empleo, explica la periodista.

Entre los 22 traductores con quienes he hablado, ninguno ha intentado pedir trabajo en la policía o el ejército afganos porque dicen que ambos están infiltrados por el talibán y eso los pone en riesgo.

Algunos ya han sido víctimas de ataques, dice.

Según Mónica Bernabé el Ministerio de Defensa español anunció la semana pasada un programa de acogida para los empleados afganos, que incluía compensación económica, reubicación en España, reubicación en su lugar de origen o ayuda para buscar otro trabajo en Herat.

Pero cuando investigamos, nadie parece conocer ese programa de acogida, no hay ningún papel ni pruebas de la existencia de ese programa y los traductores no han recibido ningún dato al respecto.

ABANDONADOS A SU SUERTE Los intérpretes y traductores que trabajaron para las tropas extranjeras se jugaron la vida en el país, igual que los soldados, y ahora han sido abandonados a su suerte a pesar de las constantes amenazas del talibán, expresa Mónica Bernabé.

En Reino Unido ha habido fuertes críticas al paquete de reubicación que ofreció el gobierno británico.

Tal como señala el corresponsal de asuntos de defensa de la BBC, Jonathan Beale, el paquete dejará sin ninguna ayuda a cientos de intérpretes que abandonaron su empleo antes de la fecha límite establecida.

Muchos de ellos se arriesgaron a las bombas y balas dirigidas a los soldados británicos que sivieron en Helmand. Y muchos quizás tuvieron buenas razones para dejar su empleo debido a las amenazas del talibán.

Tanto en España como en Reino Unido se están llevando a cabo campañas para que los respectivos ministerios de Defensa les ofrezcan paquetes de reubicación más generosos.

En este país varios altos exoficiales militares británicos se han unido a la campaña.

El mayor James Driscoll, exoficial de infantería, indica que los intérpretes han enfrentado riesgos enormes para sí mismos y para sus familias al ayudar a las tropas británicas.

Y el general Francis Richard Dannatt, exjefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, declaró que las fuerzas británicas no hubieran sido capaces de realizar su trabajo de forma efectiva sin la ayuda invaluable de los traductores.

Cada caso debe analizarse individualmente, pero debe haber una disposición a otorgarles la residencia en Reino Unido o en un tercer país que esté dispuesto a hacerlo, afirmó.