El Gobierno de Venezuela ha comenzado a magnificar a los enemigos de siempre, en lo que algunos ven como un viejo ardid para mantener el apoyo popular y desviar las inquietudes sobre la salud del ausente presidente Hugo Chávez.

Amenazas de expropiaciones, sanciones a empresas y hasta un complot de magnicidio surgieron en los últimos días desde el Gobierno socialista, que ha sido encargado al vicepresidente Nicolás Maduro mientras un silencioso Chávez convalece en Cuba de su cuarta operación contra un cáncer en un año y medio.

Tenemos que repetirlo, ratificarlo, tenemos que trabajar mucho porque estamos frente a un monstruo, afirmó Maduro la semana pasada en un mitin en el que fustigó a la oposición doméstica y al imperio encarnado en la derecha internacional.

Avivando la idea de que el enemigo de la revolución bolivariana está al acecho, Maduro aseguró esta semana que el Gobierno detectó grupos infiltrados en el país para atentar contra él y Cabello, sin dar detalles.

Miren el lenguaje que utilizan, el lenguaje despectivo de una oligarquía que jamás podrá entender quiénes somos nosotros (); ellos dicen que hay que sacar del medio al tenientico y al autobusero, disparó el vicepresidente.

Chávez, que en octubre ganó los comicios para extender su mandato a casi dos décadas pero aún no pudo asumir oficialmente por la enfermedad, denunció en el pasado planes para asesinarlo sin dar muchas pruebas.

Es un pote de humo rojo, para que el pueblo hable de magnicidio y así pretender tapar la crisis de gobernabilidad existente en el país, dijo el diputado opositor Abelardo Díaz.

En un discurso emocional, Maduro también arremetió hace pococontra los empresarios, a los que acusó de impulsar una guerra psicológica para desmoralizar y confundir a nuestro pueblo.