JUAN FRANCISCO ALONSO Desde Caracas

Desde que ejerce la presidencia de Venezuela, Nicolás Maduro se ha empeñado en enfatizar que no es Hugo Chávez. “Soy su hijo”, ha repetido en numerosas ocasiones. Un vástago que se empeña en superar a su progenitor. En los ocho meses que lleva al frente del país, Maduro ya ha denunciado 11 supuestas conspiraciones para asesinarlo. A este paso pronto sobrepasará la nada despreciable marca del difunto comandante de la revolución, que en sus 14 años como presidente denunció, al menos, 50 planes de magnicidio.

Hace dos semanas, el ministro del Interior, Miguel Rodríguez Torres, anunció la captura de dos colombianos en las cercanías de Caracas. Según Rodríguez, los detenidos eran sicarios contratados para matar al jefe de Estado. Aquella fue la undécima conjura contra Maduro, que formalmente está en el poder desde diciembre del año pasado, cuando Chávez viajó a Cuba por última vez para operarse del cáncer que finalmente acabó con su vida en marzo del 2013.

Entre los sospechosos comunes de tantos frustrados intentos de magnicidio, el gobierno suele mencionar a la oposición interna, los servicios secretos estadounidenses y al ex presidente de Colombia, Álvaro Uribe Vélez.

Según informaron las autoridades, los supuestos asesinos a sueldo fueron capturados el 15 de agosto en un hotel, apenas dos días después de que llegaran al país por vía terrestre desde Colombia. En sus habitaciones se encontraron armas largas, uniformes militares venezolanos y fotografías tanto de Maduro como del diputado Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional, otro blanco por eliminar.

“El plan era eliminarme a mí en simultáneo al ataque contra Siria, para anular este portento moral y político que es Venezuela”, soltó Maduro unos días después.

Las reacciones de la oposición a la última denuncia no se hicieron esperar y fueron de todo calibre: desde acusaciones al Gobierno de querer desviar la atención sobre los graves problemas cotidianos de Venezuela hasta la mofa pura y dura.

Uno de los que quiso poner en ridículo al presidente fue justamente su rival en las pasadas presidenciales, Henrique Capriles: “Este que habla con pajaritos ha denunciado 11 conspiraciones y habla de cuatro supuestos magnicidios en lo que va de año, uno por mes desde que asumió. Es un libreto típico de Fidel Castro, del régimen cubano. Este caballero [Maduro] quiere batir el récord de 640 denuncias de magnicidio en 48 años de Fidel, 1,5 por mes”.

RAZONES PARA DUDAR El principal motivo por el cual buena parte del país duda de estas denuncias es que desde 1999, cuando un presunto francotirador fue detenido en Ciudad Bolívar, al sur del país, horas antes de que Chávez visitara esa localidad, nadie ha sido llevado a juicio y menos condenado por el delito de homicidio en grado de tentativa contra el presidente de la República, que se castiga con 30 años de cárcel.

Incluso los militares que derrocaron por un breve tiempo a Chávez, en el golpe de abril del 2002, solo fueron procesados por rebelión militar, pese a que durante años el comandante insistió en que ellos tenían la intención de liquidarlo. En octubre de ese mismo año, el propio Chávez sorprendió a propios y extraños cuando en su programa “¡Aló, presidente!” denunció que se abortó un plan para derribar su avión cuando este se disponía a aterrizar en el aeropuerto de Maiquetía, luego de una gira por Europa. Incluso se habló de una bazuca que, según dijo, las fuerzas de seguridad la habían incautado cerca del terminal. En ese caso tampoco hubo juicio.

En julio de 2010 las autoridades informaron que desmantelaron otro magnicidio que iba ejecutar un salvadoreño, Francisco Chávez Abarca, quien fue detenido cuando intentaba ingresar por el Aeropuerto de Maiquetía con un pasaporte falso. Pese a la gravedad de la acusación, el sospechoso no fue procesado sino extraditado a Cuba, país que lo solicitaba por delitos cometidos allí. También fue detenido y enjuiciado el político venezolano Alejandro Peña Esclusa, pero no por intento de homicidio, sino por posesión de explosivos y asociación para delinquir.

Para el analista Luis Vicente León, presidente de la encuestadora Datanálisis -una de las más prestigiosas de Venezuela–, no es extraño que este tipo de acusaciones ocurran justo cuando está en ciernes un proceso electoral. El 8 de diciembre están convocadas elecciones para alcaldes y concejales.

“No hay nada más unificador [internamente] que la amenaza de un enemigo común poderoso que busca atacarte, sea verdad o no”, afirma León.

El analista también recuerda que la fórmula empleada por la dirigencia del oficialismo para escoger a sus candidatos en las próximas elecciones ha generado protestas en la bases, y no descarta que con este tipo de denuncias lo que se busque es aplicar el principio de que “en un país sitiado, cualquier disidencia es traición”.