ROGER ZUZUNAGA RUÍZ

César Ricaurte, director de la ONG Fundamedios –que defiende la libertad de expresión en Ecuador–, es uno de los mayores escollos que tiene el presidente Rafael Correa en su guerra contra los medios que lo critican. En el 2011 se vio obligado a cerrar su cuenta de Twitter debido a las amenazas de los simpatizantes del Gobierno. Incluso ese año se le asignó protección policial. Ricaurte estuvo la semana pasada en Lima y conversó con El Comercio.

A seis meses de la aprobación de la Ley de Comunicación, ¿qué efectos ha tenido dicha norma en el periodismo? El primer efecto de la ley ha sido la generación de autocensura en los medios de comunicación. Recordemos que en este momento recién se están constituyendo los organismos de control, tanto el consejo de regulación como la superintendencia, y está incluso pendiente el reglamento de la ley. Entonces, no hay una aplicación directa de la norma en sus aspectos más críticos.

¿Cuánto tiempo falta para que esté listo lo pendiente? Se supone que el reglamento debería entrar en vigencia antes de fin de año. Ahora, los efectos han sido en realidad la generación de un fuerte momento de autocensura. Los medios de comunicación, de acuerdo con los monitoreos de Fundamedios, privilegian ahora las fuentes oficiales.

¿Qué se viene para los medios una vez que la ley se aplique al 100%? Si han armado este andamiaje de leyes es para aplicarlas y con efectos aleccionadores. Incluso el superintendente de información acaba de pedir poderes coactivos contra los medios para cumplir sus funciones. Es decir, si un medio es multado, el superintendente puede ir y embargar, por ejemplo, sus equipos para cobrar la multa.

¿Y cómo ha quedado el tema de la denuncia periodística? Prácticamente han desaparecido las denuncias sobre corrupción en el Gobierno, no hay trabajos de investigación en los medios.

¿Ello sucede tanto en medios grandes como pequeños? Se da en ambos. Obviamente, es mucho más fuerte en medios pequeños. En varias provincias prácticamente han desaparecido las voces críticas. Es decir, hay la generación de una hegemonía comunicacional del Gobierno que impone la verdad oficial a toda costa.

¿Qué porcentaje de los medios son del Estado? El Gobierno maneja unos 25 medios de comunicación. En televisión es especialmente crítico porque más del 50% de la pantalla está controlada de forma directa por el Gobierno. A esto se debe añadir el control indirecto a través de la publicidad oficial, que se utiliza como un mecanismo para castigar o premiar a los medios de acuerdo con lo que publican.

¿Hay mucho dinero estatal en la pauta publicitaria? La pauta publicitaria del Gobierno es la más importante en este momento. El Gobierno invierte tres veces más de lo que invierte la mayor empresa privada de Ecuador. A esto hay que añadir el sistema de las cadenas nacionales, que son estos mensajes presidenciales que se deben pasar de manera obligatoria. En Ecuador se han dado más de 1.700 cadenas en los últimos cuatro años.

¿El Gobierno se ha convertido en el principal generador de contenidos noticiosos? Sí. El Gobierno ha avanzado de una forma casi brutal en el control de los contenidos de los medios de comunicación en esto que ellos llaman la hegemonía comunicacional.

Hace dos años usted me dijo que para Correa los medios eran la oposición política que no tenía. ¿Sigue dándose esa situación? Sigue sucediendo. Aunque lo que tenemos ahora es la autocensura. Entonces, cada vez hay menos material para que el presidente lance sus diatribas contra los medios de comunicación. Hay que considerar que el modelo político del presidente necesita de un enemigo. Si no lo hay, Correa lo crea.

¿Y los ciudadanos le creen al presidente cuando dice que los medios lo quieren derrocar? Hay que considerar que el presidente tiene una amplia popularidad. Es un presidente que, además, goza de una alta credibilidad y, por lo tanto, su palabra es muy fuerte. En este momento hay un divorcio fuerte entre la población y los medios. Los medios impresos estatales tienen muy baja circulación. Los que sí tienen amplia sintonía son los canales de televisión gubernamentales, porque lo que han hecho es reproducir una fórmula de entretenimiento que es telenovelas más fútbol, que le da amplio ráting.

En el 2011 usted fue a la CIDH a denunciar el acoso a los medios independientes, luego fue atacado de manera furibunda por el Gobierno y hasta amenazado. ¿Cómo está su situación actualmente? Los ataques personales han disminuido. La preocupación ahora es el alarmante silenciamiento de los medios.