NELLY LUNA AMANCIO El Comercio

Con abrumadora sinceridad, uno de los responsables del Museo Histórico Regional de Huamanga, en Ayacucho, le confiesa al inspector de la Contraloría que no conoce la procedencia de algunas de las piezas que están en exhibición. Más tarde, otro funcionario detallará en el mismo recinto que entre los materiales que usan para conservar los fardos funerarios están la naftalina, la muña o el insecticida doméstico.

La precariedad agobia el museo más importante de Ayacucho. Las salas tienen cámaras de seguridad, pero no hay personal responsable del monitoreo. Los objetos en las vitrinas no precisan los detalles cronológicos, hay que adivinarlos. El museo tampoco cuenta con un guía profesional.

Un informe de la Contraloría General de la República, luego de inspeccionar 18 museos públicos, concluye lo que se sospechaba cada vez que se reporta el robo de alguna pieza de museo: serias deficiencias en el registro, conservación y cuidado de los objetos del Patrimonio Cultural de la Nación en los museos del interior del país.

No solo es un problema de infraestructura; según la información del Ministerio de Cultura, el 72% de los 254 museos públicos y privados del país no ha inscrito ninguna de sus piezas en el Registro Nacional de Bienes Integrantes del Patrimonio Cultural de la Nación. Y en el caso de los museos administrados por el Estado, seis de cada 10 no cuentan siquiera con un inventario de los bienes en custodia. Ninguno cuenta con certificado vigente de Defensa Civil.

NO SABEMOS QUÉ TENEMOS – El museo de sitio de Wari solo ha registrado 59 piezas. – ¡Madre mía!– exclama el arqueólogo Luis Guillermo Lumbreras, uno de los principales investigadores de esta cultura.

“Sin registro no se sabe cuánto se tiene y qué se pierde. Una de las primeras cosas que nos piden cuando se intenta recuperar una pieza robada es su registro; sin eso no tenemos nada”, dice el experto ayacuchano.

Desde el 2007, la ley de patrimonio declara de interés público el registro e inventario de los bienes culturales y exige que todas las colecciones –públicas y privadas– se inscriban en el registro nacional. Y, aunque el Ministerio de Cultura señala que sí hay un avance, 118 museos administrados por el Estado no han registrado nada. Con los casos de la Sala de Exhibición del Complejo Arqueológico de Kotosh (Huánuco), del Museo de Sitio de Paracas (Ica), del Museo Cementerio Presbítero Maestro (Lima) y del Museo de Pikillacta (Cusco).

Otros museos importantes han iniciado recién el proceso. En Lambayeque, los museos Sicán, Brüning y Tumbas Reales de Sipán han registrado hasta ahora 171, 107 y 108 piezas, respectivamente. El Museo de Chavín ha registrado 15 objetos; y el Museo de Sitio de Chan Chan, otras 16 piezas. El que más ha registrado es el Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú, en Pueblo Libre, probablemente el sitio con más bienes del patrimonio cultural en el Perú.

Hasta el momento –señala la directora del museo, Teresa Carrasco– ya se registró 13.326 piezas, pero la colección del museo supera los 200.000 objetos. “Registrar no es fácil, se requiere capacitación y personal calificado. Nosotros hemos contratado a seis personas que se dedican exclusivamente a esto. Todo lo estamos haciendo con recursos propios”, añade.

Consultado sobre las pocas piezas registradas del Museo de Sipán, el arqueólogo y director del sitio, Walter Alva, dice: “Hemos tenido que destinar fondos de donaciones para estos fines. Hemos registrado ya, en nuestro inventario, 9 mil piezas. Ahora solo falta sumarlas al registro nacional”.

RECURSOS Y PRESUPUESTO – ¿La actual situación de los museos que figura en su informe responde a ineficiencia o a falta de recursos?

– Un derecho sin presupuesto es una cosa lírica. Para tener recursos se tiene que desarrollar proyectos de inversión públicos. Yo tengo que diseñar los proyectos y para eso necesito especialistas, gente que sepa sacar costos, beneficios. Si yo no tengo a ese personal calificado en mi área, no puedo sustentar mis proyectos ni mis necesidades, señala Luis Alfonso Robas, gerente de Productos y Control Especializado de la Contraloría.

El Ministerio de Cultura ha comenzado a capacitar a los funcionarios en el manejo del sistema informatizado y eso es lo que ha estado demorando. En provincias hay problemas de Internet y en las oficinas desconcentradas no hay personal necesario, explica el supervisor Aldo Bautista.

¿CÓMO AGILIZAR EL REGISTRO? La ley del patrimonio establecía un plazo de tres años para que las colecciones públicas y privadas registraran sus bienes. El plazo ya venció y el avance es lento. “El actual proceso exige que el Ministerio de Cultura [MC] intervenga directamente en el registro”, sostiene Luis Guillermo Lumbreras. El reglamento vigente establece que el MC verifica cada uno de los registros que les envían para corroborar la autenticidad de las piezas y la descripción.

“Para ello –afirma Lumbreras– se necesitaría un ejército de arqueólogos que visiten cada una de las colecciones. El ministerio se ha cargado de una cantidad increíble de solicitudes y no tiene personal suficiente para atenderlas”, explica. Por eso, lo que el experto plantea es que para el registro baste una declaración jurada. “Hay que creer en la buena fe de las personas que quieren registrar sus colecciones. Si es que hay duda, se puede montar un equipo para la verificación”, agrega.

Teresa Carrasco desconfía. “No estoy de acuerdo. Hemos visto tantas cosas en los temas de patrimonio que no podemos confiar en una declaración jurada. Es tedioso, pero es necesario”, sostiene la experta.